domingo, 18 de mayo de 2014

PROYECTO LEY SOBRE MIGRACION

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES Hoy, 15 de Mayo del 2014, en horas tempranas de la tarde, leí con el debido detenimiento los Considerando y los 13 artículos que integran el proyecto de ley enviado en horas de la mañana por el Presidente de la Repùblica al Congreso Nacional, vìa el Presidente de la Cámara de Diputados (así como la exposición de motivos que lo acompaña) mediante el cual se busca establecer en la Repùblica Dominicana un estatuto legal especial para aquellas personas nacidas en el territorio nacional y que fueron inscritas irregularmente en el registro civil dominicano así con afianzar legalmente el procedimiento pre existente sobre naturalización. De la lectura del referido material histórico (que esa es la categoría que tiene para el devenir del pueblo dominicano) puedo decir que, aparte de algunos corregibles detalles de forma y pequeñas concesiones de tipo fáctico, no tiene entrelíneas ni aspectos anfibológicos que pudieran dar pie a las consabidas e interesadas opiniones sesgadas e interpretaciones capciosas. Además, en su contenido se evidencia un expreso y firme deseo del primer mandatario dominicano de resolver de manera legal y justa un tema que ha polarizado la atención de muchos sectores nacionales y hasta de extranjeros que (estos últimos) en clave de mequetrefes han metido baza en este asunto de exclusiva incumbencia dominicana. El presidente Medina ha captado en su justa dimensión el peliagudo problema de los inmigrantes de otros países que conviven con nosotros. El que quiera ser objetivo y realista bien puede proclamar que en este tema se han respetado esencialmente la Constitución de la República, las leyes adjetivas (de manera especial la Ley 659, sobre actos del estado civil y las leyes que le precedieron sobre el tenor que ella versa), así como también, en su núcleo sustancial, la famosa y bien ponderada sentencia 168/13, del 23 de septiembre del 2013, del Tribunal Constitucional y otra anterior de la Suprema Corte de Justicia. Pero algo que no se puede soslayar en este caso es que se han tomado en cuenta los aspectos humanos que siempre acompañan a los procesos migratorios masivos, y que en el caso dominicano tienen décadas en estado larvario. Ahora es de esperarse que senadores y diputados se pongan a la altura correspondiente y dejen de lado su conocido enanismo moral y le den curso, sin festinación pero tampoco sin las consabidas tácticas dilatorias, a tan importante pieza legislativa. De igual modo se debe actuar con el reglamento de aplicación de la ley en germinación, haciéndolo con apego a lo que en ella se busca y evitando que el mismo adultere la esencia de la misma (como ha ocurrido en muchas ocasiones con otras leyes).