viernes, 27 de enero de 2023

CASO JUDICIAL DE LA ERA COLONIAL: OVANDO Y TAPIA (2 de 2)

 

CASO JUDICIAL DE LA ERA COLONIAL: OVANDO Y TAPIA (2 de 2)

                         POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Crónicas de antaño recogen que entre el gobernador colonial Nicolás de Ovando y el comerciante y político Cristóbal de Tapia había, quién sabe por qué, malquerencias. Ovando incluso ordenó su prisión y le eliminó privilegios.

En el 1503 Ovando despojó a Tapia de un terreno donde tenía su casa y otras dependencias de alquiler, así como una variada producción agrícola y fomento de animales, además de otras cosas descritas en los folios del expediente abierto 6 años después.

En la tierra confiscada a Tapia por Ovando se construyó la llamada casa de contratación de Santo Domingo. Desde hace décadas funciona en ella el Museo de las Casas Reales.

Ovando tenía una fijación mental sobre su destino ante la Historia, lo cual se comprueba con el conjunto de sus edificaciones, así como la original malla vial de la refundida ciudad de Santo Domingo, entonces una pequeña ciudad condenada en sus orígenes a ser ¨policéntrica”, bien explicado ese detalle por el experto en historia del arte y arquitecto judío radicado en el país Erwin Walter Palm, en su obra Los monumentos de La Española.

 Pensaba que los edificios que patrocinó como gobernador colonial sepultarían el ala siniestra de su vida. Su incesante labor como constructor era para él algo casi fisiológico.

Cristóbal de Tapia nunca cesó en sus reclamos de resarcimiento por el daño económico que había sufrido.  

Hizo un viaje a España y expuso su situación ante el consejero real Antonio de Fonseca, con quien tenía un parentesco familiar.

Como consecuencia de dicha diligencia el rey Fernando II de Aragón, mediante Cédula del 30 de junio del 1508, ordenó una compensación en su favor, que al parecer no llenó las expectativas de Tapia.

Finalmente el referido despojo fue ventilado en la justicia. Eso es lo que se conoce en la jurisprudencia colonial como el Pleito Ovando-Tapia. Fray Vicente Rubio, quien fue un brillante sacerdote dominico y acucioso investigador, lo calificó de “pieza documental interesantísima…”

Dicho proceso judicial fue presidido por el juez Marcos Aguiar, quien “se lavó las manos del asunto”, puesto que después de oír a los defensores de ambas partes, así como a los testigos, se limitó a enviar al rey español los papeles generados en el juicio para que fuera él quien finalmente decidiera.

Ovando fue defendido en ese juicio por el bachiller toledano Lucas Vásquez de Ayllón y Tapia tuvo como representante legal al bachiller sevillano Martín Fernández de Enciso.

En un minucioso ensayo en el cual hizo una exégesis de ese litigio de categoría histórica (reproducido por Rodríguez Demorizi) Úrsula Schäfer Lamb, profesora estadounidense de origen alemán, especializada en temas históricos de América Latina, al examinar los 81 folios conservados del caso, y luego de indicar que ese pleito “parece ser, a primera vista, nada más que una interminable serie de intrigas menudas de papel…”, puntualizó con esta sesuda reflexión: “…las declaraciones de los testigos acerca de sus propios asuntos  dan vida a una historia del gobierno colonial que de otra forma  sería formal, y le añaden color colonial.”

Hay que reiterar que Ovando le tenía animadversión a Tapia, pues los testimonios de los testigos de cargo fueron coincidentes en afirmar repetidamente que Cristóbal de Tapia le había pedido a dicho gobernador que le dejara cosechar de su hacienda la yuca sembrada, cuyos tubérculos al parecer ya estaban duros, así como una plantación de aje con sus hojas amarillas. Batata fue el nombre que luego se popularizó para ese último alimento.

En el lugar Tapia también tenía varios bohíos que alquilaba para la venta de abastos a la población de Santo Domingo.

Es oportuno decir, para medir la pérdida sufrida por Tapia, que cerca de allí había un muelle de carga y trasbordo que se dinamizó a partir del 1503, convirtiéndose en realidad en lo que se ha considerado como el primer puerto operable de América, pues sirvió de conexión con la casa de contratación de Sevilla, creada ese año.

Según las notas del juicio de marras Tapia le suplicó a Ovando que sólo tomara la parte de su hacienda que fuera necesaria para el edificio que se proyectaba, pero que “nunca dicho Comendador lo quiso hacer así.”

Dijeron más los testigos de cargos. Afirmaron ante el juez que conoció el caso que la parte de la hacienda de Tapia que Ovando no usó en la obra se la entregó a título de donación a un sobrino suyo de nombre Diego López de Salcedo. Dos décadas después ese agraciado personaje fue Gobernador del país de Honduras. (El pleito Ovando-Tapia. Editora del Caribe, 1978.P173. Emilio Rodríguez Demorizi.)

En abono a lo anterior, el historiador Emilio Rodríguez Demorizi, al referirse a dicha causa, agregó que “van apareciendo, vivos y auténticos elementos para la reconstrucción, no sólo del ámbito urbano, sino de toda la Colonia…de las cosas materiales e institucionales existentes…de las intrigas, de las rivalidades y de las pugnas de intereses encontrados…servirá también para el conocimiento de los principios de las litis jurídicas en la América” (Ibídem.Pp10 y 15.)

El susodicho gobernador colonial fue descrito por la historiadora Flérida de Nolasco así: “Ovando, hombre que apreciaba el orden y la disciplina, no tardará en edificar cuadras enteras de casas de piedra, en calles bien trazadas. No perdonaba desórdenes entre españoles, ni embriagueces ni disputas…” (Clamor de justicia en La Española.1502-1795.p31.Editora Amigo del Hogar, 2008.)

Pero la distinguida autora citada también dijo de Ovando lo siguiente: “De cristiano no parecía tener el Gobernador Ovando, Comendador Mayor de la Orden Militar de Alcántara, sino la cruz que llevaba al pecho…” (Ibídem.P33.)

Vale decir que Ovando, como muchos otros jefes coloniales, utilizó la cruz, símbolo de redención en el credo católico, como parte del batiburrillo de sus negocios y crueldades en esta tierra caribeña.

Luego de varios siglos de la presencia de Ovando en la isla La Española, con su crucifijo al pecho, simulando una supuesta religiosidad, el pensador inglés Paul Bede Johnson escribió (lo que es chocante con el accionar de dicho gobernador y de muchos otros personajes) que “el cristianismo funda sus afirmaciones en hechos históricos.” (Historia del cristianismo. Ediciones B. Edición 2004.)

 

sábado, 21 de enero de 2023

CASO JUDICIAL DE LA ERA COLONIAL: OVANDO Y TAPIA (1 de 2)

 

CASO JUDICIAL DE LA ERA COLONIAL: OVANDO Y TAPIA (1 de 2)

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Es oportuno traer al presente un sonado caso judicial de la era colonial, ocurrido hace más de 500 años, que surgió por una decisión del gobernador Nicolás de Ovando contra  bienes privados de Cristóbal de Tapia.

Vale evocar ese hecho por los matices que del mismo puedan vincularse con  una controversial propuesta de legislación que se debate en el país en la actualidad.

En efecto, ahora se está ventilando en los medios de comunicación la pertinencia o no de un proyecto de ley sobre fideicomisos públicos. Han surgido al respecto opiniones variopinta, que se mueven entre si será un instrumento legal para privatizar bienes públicos (párrafo 1 artículo 6), si debe ser una ley orgánica u ordinaria, si se viola o no la Constitución de la República (artículo 8.5), etc.

Lo concernido a esta crónica es el conflicto legal que por el despojo de un solar se desató entre el comerciante español, y veedor de las fundiciones reales afincado en la ciudad de Santo Domingo Cristóbal de Tapia, y Nicolás de Ovando, el célebre personaje extremeño que durante 7 años “capaba y señalaba” en la isla entonces llamada La Española.

Para poner en perspectiva dicho litigio es conveniente relatar algunos hechos que le precedieron y que quedaron atados a el.

Al leer los pormenores de la susodicha controversia se comprueba que imperó en el gobernador Ovando una actitud contraria a la observación de la ley.

Ese jefe colonial olvidó, con no poca malicia, que el cumplimiento del ordenamiento legal es lo que “distingue a los hombres de las bestias”, tal y como quedó fijado como norma universal mucho antes del Edicto de Teodorico el Grande, el poderoso rey ostrogodo, que lo promulgó en el año 503.

Lo primero es decir que la orden real firmada en la ciudad de Granada, el 3 de septiembre de 1501, designando como gobernador de las Indias (1502-1509) al Comendador Mayor de la Orden de Alcántara Frey Nicolás de Ovando, marcó la historia colonial de esta tierra caribeña con un antes y un después.

El terrible Ovando ordenó horripilantes matanzas de indígenas y persecución y muerte de negros esclavos,  de los entonces llamados ladinos y bozales, tal y como describí en crónicas publicadas en noviembre del año pasado.

También fue de gran significación para los moradores de la colonia la  persecución y apresamiento que Ovando hizo  de Francisco de Roldán, quien había sido mayordomo de Cristóbal Colón, y estaba alzado contra las autoridades coloniales. Ovando tuvo también que enderezar entuertos administrativos de su predecesor en el cargo, el castellano Francisco de Bobadilla.

Pero una de las características más conocidas de Nicolás de Ovando fue su elevada vocación urbanística. Construyó o reconstruyó más de 10 poblados, villas y aldeas.

La ciudad de Santo Domingo, portuaria y marítima y principal centro urbano del Caribe insular, fue la más beneficiada de esa vertiente constructora que caracterizó en parte la función pública de ese gobernador colonial.

La biografía de Ovando es, en consecuencia, una mezcla abigarrada de hechos contrastantes. El historiador César Herrera Cabral, en su discurso de ingreso a la Academia Dominicana de la Historia, el 5 de octubre de 1961, utilizando un lenguaje mayormente complaciente hacia las ejecutorias del referido personaje, señaló en dicha fecha que:

“La obra de Ovando fue de una importancia extraordinaria…La Española fue el espejo para las empresas que se llevaron a cabo en el macizo continental.”

Sobre el Ovando constructor el ensayista, poeta y médico Mariano Lebrón Saviñón, luego de calificarlo de cruel lo señala como urbanista y progresista; agregando que fue “el verdadero colonizador y uno de los hombres más extraordinarios que ha pasado por América.” (Historia de la Cultura Dominicana.P113.Editora Amigo del Hogar, 2016.)

Por su lado el político y crítico literario Joaquín Balaguer describió a Ovando como “titán creador…merecedor de una imperial corona.” (Poema  titulado Nicolás de Ovando. Obras Selectas. Tomo III. Editora Corripio 2006. P.641.)

La verdad histórica es que antes del gobierno de Ovando Santo Domingo, fundado el 5 de agosto de 1498 por Bartolomé Colón, era un simple caserío azotado por huracanes y plagas tropicales. Estaba situado en la margen oriental del río Ozama, en el área de su desembocadura en el mar Caribe.

A partir del 1503 Ovando ordenó el traslado de la población hacia el lado occidental de dicho río y comenzó un importante proceso de urbanización con la construcción de imponentes edificios, así como casas que fueron entregadas a los desalojados.

En un trabajo de investigación sobre acontecimientos ocurridos en la época colonial el eminente sacerdote dominico Vicente Rubio divulgó la Real Cédula de 1508, la cual fue expresamente dirigida a Nicolás de Ovando, mediante la cual se dispuso que los beneficiarios de las referidas viviendas quedaban obligados a pagarlas  en un plazo de 5 años.

Esa disposición monárquica desató más de un conflicto, siendo uno de los más famosos el pleito denominado Gonzalo de Corvera-Alonso Pérez de Roldán-Juan Roldán-Miguel de Pasamonte. (Datos para la historia de los orígenes de Santo Domingo. Publicado en el suplemento cultural del periódico El Caribe,1978.)

lunes, 16 de enero de 2023

INFAMIAS CONTRA REPÚBLICA DOMINICANA

 

INFAMIAS CONTRA REPÚBLICA DOMINICANA

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Hay una permanente campaña de infamias contra la República Dominicana, vinculada con la inmigración masiva e ilegal de haitianos al territorio nacional. A veces adquiere matices de puro surrealismo.

Varios funcionarios gubernamentales, del pasado y del presente, se han tomado la libertad de olvidar, sin el más leve asomo de verecundia, sus responsabilidades institucionales para lanzar ideas peregrinas con relación al significado de lo que es intrínsecamente la soberanía dominicana.

Sus opiniones sobre el referido tema, por ser dominicanos y por ocupar elevados cargos estatales, debieran ser parte de ese “peregrinaje de ida y vuelta al cajón de la basura”, del que escribió Gabriel García Márquez en el prólogo de su obra Doce cuentos peregrinos.

Ha quedado demostrado que al margen de cuestiones de subsistencia individual (que sería la parte económica) la masiva e ilegal inmigración  de haitianos al país ha sido inducida por élites políticas y económicas del vecino del oeste.

Con frecuencia utilizan el tópico de los prejuicios raciales para despotricar contra la República Dominicana. Algunos lo hacen por su ignorancia sobre la realidad histórica, pero otros obedecen a intereses perversos.

En los últimos meses algunos dominicanos y una caterva de extranjeros se han dado a la malsana tarea de infamar al país, buscando crear las condiciones para que cargue con los graves problemas de Haití.

Muchos de los personeros extranjeros que vociferan sobre el tema migratorio concerniente a Haití hablan por boca de ganso, cumpliendo así una atarea trazada desde hace décadas por organismos internacionales que pretenden fulminar la nacionalidad dominicana, vaya usted a saber por cuales espurios motivos.

Pero cuando se trata de dominicanos que mantienen posturas que  perjudican al país, con la penetración masiva e ilegal de haitianos, el asunto adquiere niveles de extrema gravedad, máxime cuando acusan  de xenófobos a los que simplemente defienden la soberanía nacional.

Los hay que incluso ocupan elevadas posiciones en el gobierno, lo cual tiene una connotación de mayor daño, pues el eco de sus declaraciones es amplificado en otros lugares del mundo, generando una confusión mayúscula.

Sobre el tema aquí tratado algunos usan la técnica de las aves llamadas flamencos, las que por su naturaleza, y para ahorrar energía, se paran indistintamente en una de sus patas. Cuando un humano posa así lo hace por otros extraños motivos.

Prueba al canto sobre lo anterior es un comunicado oficial publicado el 10 de noviembre pasado por el viceministro a cargo de la Política Exterior Multilateral del país, Rubén Arturo Silié Valdez, en el cual decía que “el país actúa conforme a su constitución, los tratados internacionales ratificados por el país y la ley general de Migración 285-04.”

Sin embargo, pocos días después ese mismo funcionario, (que es académico, sociólogo, historiador y diplomático de larga data) en la puesta en circulación de un libro sobre migración en el Caribe, lanzó una innecesaria e injusta acusación contra los que defienden, desde la perspectiva migratoria, la soberanía nacional amenazada por una incontenible e ilegal penetración de haitianos.

Ex profeso el susodicho viceministro cometió una imprudencia de interpretación histórica.Luego de circunnavegar teóricamente sobre aspectos migratorios concernientes a la provincia Limón, en el área caribeña de  Costa Rica, entró en lo que parece ser era su objetivo central: colocar en situación incómoda a la inmensa mayoría de los dominicanos.

Para él cualquier opinión (diferente a la suya) respecto al tema de la masiva e ilegal inmigración de haitianos hacia la República Dominicana significa adherirse a “las tergiversaciones de la dictadura de Trujillo.”

En el referido comunicado oficial reconoció que hay  una “migración masiva de haitianos”, agregando que “la República Dominicana, país soberano, tiene derecho de no permitir la entrada a quienes incumplen con los requisitos establecidos en la ley migratoria…”

Pero paradójicamente, pocos días después, como si se tratara de un pase en ballet,ese mismo alto funcionario de la diplomacia dominicana lanzó un dardo cargado de veneno contra los dominicanos que tienen, vale reiterar, opiniones contrarias a la suya, y a las de unos cuantos más que son sus afines, en el tratamiento necesario para enfrentar el cáncer con metástasis que es la avalancha de inmigrantes  que penetran ilegalmente al país.

Así se expresó: “…estamos en una fase crítica de nuestra historia en que ciertos sectores desarrollan todo el esfuerzo para reconstruir un falso y viejo enemigo…”

Remató el tema alegando que hay en curso lo que él considera una campaña manipuladora. Llegó a vaticinar que “las incitaciones irresponsables puedan llegar a desatar oleadas de confrontaciones…”

Contrario a esos pareceres el pueblo dominicano no es agresivo, ni odia al pueblo haitiano. Al contrario, a través de la historia ha sido su mejor aliado ante sus crisis permanentes.

Ningún otro país le ha tendido la mano amiga a Haití como lo ha hecho la República Dominicana, a pesar de todas las vicisitudes conocidas.

Aunque algunos pretendan negarlo hay un pasado y un presente en las relaciones entre la República Dominicana y Haití. En consecuencia, esa verdad inobjetable se debe tomar en cuenta al enfocar el tema migratorio o cualesquiera otros que se relacionen con ambos países.

Diversos manuales de historia facilitan a cualquier desprevenido conocer los avatares del pueblo dominicano, desde antes de proclamarse formalmente la independencia nacional.

Así ocurre con muchos libros referentes al vecino país, como por ejemplo el que escribió Charles Mackenzie, en dos tomos, en el siglo 19, titulado Notas sobre Haití.(AGN.Vol. 281.Editora Centenario,noviembre 2016.)

Es importante decir que la descripción hecha por ese autor no fue porque se lo dijo, sino que comprobó personalmente, in situ, las cotidianidades del pueblo haitiano. Mackenzie fue cónsul general de Francia en Haití, en los tiempos del presidente Boyer y su famoso asistente, el general Inginac.

Samuel Hazard, un estadounidense seguidor de Abraham Lincoln, veterano de la guerra civil de su país,y con un papel importante en la difusión de informaciones sobre varios países antillanos, escribió una obra titulada Santo Domingo, su pasado y su presente, cuyo contenido permite comprender las dispares y profundas diferencias entre la República Dominicana y Haití.(SDB.Serigraf, junio 2012.)

Pero cuando lo que se quiere, por el alegato que sea, como el caso actual, es desacreditar a la República Dominicana, sus detractores internos y externos no paran mientes sobre las consecuencias funestas de sus palabras o hechos.

 

 

sábado, 7 de enero de 2023

TRUJILLO Y FRANCO: DOS GENERALÍSIMOS (y 4)

 

TRUJILLO Y FRANCO: DOS GENERALÍSIMOS ( y 4)

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Al terminar esta breve serie sobre los generalísimos Trujillo y Franco hay que decir que ambos actuaron siempre con actitud parecida al perverso monarca Ajaz (o Acaz), el del Reino de Judea, en la llamada Edad de Hierro, quien en materia de gobierno no creía más que en sus propios cálculos, lo cual finalmente llevó al infortunio a los pueblos bajo su dominio.

Ambos personajes fueron descritos de manera secreta por las potencias que en las 4 primeras décadas del siglo pasado incidían mucho en los asuntos generales del mundo.

En el caso del antillano y caribeño Trujillo hay un informe secreto de la diplomacia inglesa,  fechado el 31 de marzo de 1933: “Había adquirido considerable riqueza…a través del robo de ganado y la apropiación ilegal de tierra del gobierno y de otros. Ahora es el más rico y uno de los más grandes terratenientes ganaderos del país, pero su codicia todavía es insaciable. Es ambicioso, inescrupuloso, falto de piedad y autocrático.” (Asuntos Dominicanos en Archivos Ingleses. Editora Corripio,1993. P206. Editores Bernardo Vega y Emilio Cordero Michel.)

En el caso del gallego Franco los ingleses prepararon un grueso expediente informativo nada favorable, desde antes de que el 17 de julio de 1936 estallara en el Marruecos español la insurrección que 3 años después lo llevaría al poder absoluto en una España ensangrentada y devastada.

No obstante los criterios que reposan en los archivos londinenses y escoceses, los primeros ministros británicos Stanley Baldwin y Neville Chamberlain, por cuestiones de geopolítica, hacían saber, más como pose, de cara al público, que no se inclinaban ni por los rebeldes de Franco ni por los republicanos, que eran las dos fuerzas principales que se enfrentaron en la guerra española (1936-39.)

Muchos años después el historiador y académico español Enrique Moradiellos García escribió al respecto que se trataba de “una neutralidad benévola hacia el bando insurgente y notoriamente malévola hacia la causa del gobierno de la República.” (Neutralidad benévola. Pentalfa Ediciones, 1990.)

Es oportuno señalar otra coincidencia entre los referidos exponentes del cesarismo en ambos lados del Atlántico. Desde el 1936 los falangistas crearon un saludo especial, con signos enigmáticos, para reverenciar al Franco que todavía no había tomado el poder.

Un año después, mediante el artículo 3 de una resolución publicada en septiembre de 1937, el Partido Dominicano hizo lo mismo para que sus miembros rindieran devoción a Trujillo. El simbolismo aquí consistía en alzar el pecho y poner la mano derecha abierta en el área donde se ubica el corazón para ensalzar al mandamás.

Por lo anterior, y muchas otras cosas, se puede pensar que cuando el español Jesús de Galíndez escribió en su ensayo titulado La era de Trujillo que lo que se vivía en el país era “la sumisión de un pueblo” esa verdad podría extrapolarse al pueblo español que padecía el látigo de Franco. 

Trujillo, por los motivos que fueran, (económicos, raciales o como gesto de cara al mundo de supuesta actitud democrática) acogió a partir del 1939 en el país a miles de españoles republicanos derrotados por las fuerzas de Franco.

En su mayoría eran intelectuales, educadores, comerciantes, escritores y artistas. Muchos de ellos,  pocos años después de llegar aquí, tuvieron que  emigrar a otros lugares de América.

Ellos crearon en República Dominicana el Centro Democrático Español para mantener viva la idea de unidad frente al opresor régimen de Franco, pero su existencia fue efímera. Por órdenes expresas de Trujillo fue suprimido, y sus directivos advertidos sobre duras represalias.

Los móviles de Trujillo para permitir esa migración pudieron ser variados, pero lo cierto es que él siempre abogaba por un supuesto “blanqueamiento” de la población dominicana, tal y como se comprueba en la historia migratoria del país.

Hay pruebas documentales de que Trujillo creía ser blanco. Sólo citaré dos ejemplos para sustentar lo anterior.

En un alambicado libro de Manuel de Herrera se copian párrafos completos  de discursos pronunciados por Trujillo resaltando su origen español y creyéndose dueño de unos genes no mezclados con otras razas. (La figura excepcional del Generalísimo Trujillo. P.45)

Rymer K. R., un escritor puertorriqueño muy vinculado con el susodicho déspota dominicano, en una extensa recopilación de la palabrería de Trujillo, cita un discurso suyo en el cual dijo: “todo dominicano tiene dos patrias: la República Dominicana y España.” (España heroica.P.157. Editora del Caribe,1957.)

En distintas etapas de su largo y pesado régimen Trujillo contó con el apoyo de funcionarios que secundaban con entusiasmo esos deseos estrafalarios del tirano.

Uno de ellos fue el abogado e historiador Manuel Arturo Peña Batlle quien, con ideas de raíces adventicias sobre ese tema, llegó a escribir algo racial y etnográficamente imposible: “Vamos a ser una República de raíces netamente española…que los dominicanos de hoy y de mañana sean, en lo posible de origen español.”

Pero no sólo fue en el referido 1939 que vinieron a establecerse en el país miles de españoles. La otra gran migración proveniente de España, en la llamada Era de Trujillo, se produjo luego del viaje que este hizo a ese país en el 1954.

En esa ocasión fueron traídas al país familias campesinas españolas para realizar labores agrícolas.

El primer barco con esos emigrantes llegó al puerto de Santo Domingo el 8 de enero de 1955. Eran más de 700 personas, originarias de las provincias de Burgos y Valencia.

Dos  niños  nacieron en esa travesía desde España hacia República Dominicana. Como dato curioso debo decir que ambos fueron bautizados en uno de los salones del palacio de gobierno.

A uno de esos niños le pusieron por nombre Rafael Leónidas, como al sátrapa, y al otro Héctor Bienvenido, homónimo de quien era entonces presidente gomígrafo del país, y hermano de alias Chapita o El Jefe.

Nunca se cumplieron las promesas que les hicieron a esos trabajadores agrícolas personeros de ambos gobiernos.

Uno de los ensayos de investigación más completos sobre esos desafortunados labriegos valencianos y burgaleses lo publicó en el 1993 doña Francis Pou de García.

Ella explica en su rigurosa investigación aludida, con detalles irrefutables,  que esos inmigrantes fueron ubicados en tierra pobre para la agricultura, que no tenían agua potable para el consumo humano, casas inadecuadas, poco apoyo económico, enfermedades no atendidas, etc.(Inmigración de agricultores españoles a la República Dominicana en el período Franco-Trujillo,1939-61.Publicado en el 1993, Francis Pou de García.)

En resumen, fueron muchos los puntos comunes que tuvieron los dos generalísimos Trujillo y Franco.

Los matones a su servicio hacían con deleite de sabuesos la función de la tarabilla, que en el molino de harina hace ruido para que todos sepan que  está trabajando. Esa tablita de madera sólo deja de sonar cuando se para el molino. En el caso concerniente a esta crónica, cuando desaparecieron ambas tiranías.

Por la sintonía entre ellos Trujillo calificó a Franco de “ser el libertador de España de las garras esclavizadoras del comunismo…” Por su parte Franco dijo que Trujillo era el “paladín del anticomunismo en el mar de las Antillas…” (Citado en la obra  La alianza de dos generalísimos.Pp260,261 y 268. Francisco Javier Alonso.)