domingo, 1 de diciembre de 2019

SOSÚA, CABARETE,SABANETA DE YÁSICA, MONTELLANO


SOSÚA,  CABARETE, SABANETA DE YÁSICA Y MONTELLANO, BORDEANDO EL MAR
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
(1-12-2019)
Municipio Sosúa
La ciudad de Sosúa, que cuando era una aldea se conocía como Puerto Santiago,  está enclavada en la bahía del mismo nombre y en el margen occidental del río así también llamado, el cual nace en la loma La Monteada y desemboca en el Océano Atlántico.
Su formación ya con perfiles comunitarios surgió en el último tramo del siglo XIX, cuando  se produjo allí una gran migración de cubanos y puertorriqueños. Antes lo que había era un pequeño caserío sin mayores pretensiones de urbanismo.
La antigua Sección Sosúa fue elevada a Distrito Municipal mediante la Ley No.4882, del 27 de marzo de 1958. En la ocasión quedó integrado por las Secciones Sabaneta de Cangrejos, Madre Vieja y Sabaneta de Yásica.1
Sosúa fue convertido en municipio mediante la Ley No.916 del 12 de agosto de 1978, la cual elevó de categoría política a decenas de otras comunidades del país y por ello no contiene motivaciones específicas sobre ninguna de ellas.
El artículo 4 de la indicada ley expresa que: “El Distrito Municipal de Sosúa, perteneciente a la jurisdicción territorial del Municipio de Puerto Plata, Provincia Puerto Plata, queda erigido en Municipio con el nombre de Municipio de Sosúa. Estará integrado por las Secciones de Madre Vieja, Sabaneta de Cangrejos, Sabaneta de Yásica. Su cabecera será la Villa denominada Sosúa.”2
El Municipio de Sosúa tiene una extensión territorial de 288 kilómetros cuadrados. De conformidad con el IX Censo de Población y Vivienda del 2010 para dicha fecha tenía una población de 49,593.
Esa tierra siempre ha sido de una elevada productividad, tal y como se comprueba en numerosas publicaciones del pasado. Con esa información disponible fue que a finales del siglo XIX una empresa de los EE.UU. fomentó, en cientos de miles de tareas de tierra guineo para exportación. Luego, a partir de la invasión de 1916, aprovechados inversionistas estadounidenses llenaron de caña de azúcar toda la zona y crearon el ingenio Montellano.

Otro ejemplo que demuestra la importancia económica que ha tenido Sosúa y sus contornos es que en los tiempos de la ocupación haitiana el llamado duque de Puerto Plata, el comandante Cadet Antoine, tenía allí importantes intereses agropecuarios, tal y como se comprueba en una carta suya, fechada el 16 de abril de 1844 en Cabo Haitiano, en la cual informaba al periódico Feuille du Commerce que en la zona de Puerto Plata “los ciudadanos que no han podido seguirme son detenidos…siendo nuestras propiedades vendidas o incautadas.”3
Desde hace décadas Sosúa se convirtió en un municipio turístico, con una afluencia notable de visitantes de todo el mundo, gracias a una adecuada infraestructura hotelera, diversos centros de comida y bebida, así como paisajes paradisíacos.
Es un centro de interés mundial para algunos deportes acuáticos como el windsurfing y el kite surfing, lo cual incrementa un turismo clasificado de alto nivel.
Pero gran parte de la fama que tiene Sosúa en muchos lugares del mundo está vinculada con un asentamiento allí de judíos que pudieron salvarse del genocidio de la Segunda Guerra Mundial.
Precursores de los judíos de Sosúa
 La presencia de los judíos en República Dominicana ha sido una constante desde hace más de 200 años, amén de que está comprobado que el primer viaje de Colón al llamado Nuevo Continente contó con el apoyo económico de los potentados judíos Luis de Santángel, Isaac Abarbanel y Abraham Senior.
Dicho lo anterior al margen de que en el mismo 1492 comenzó la expulsión de los judíos de España por los motivos que se indican en el Edicto de Granada, parte de cuyas consecuencias se arrastraron durante 523 años, pues fue en el 2015 cuando se dictó una ley corrigiendo entuertos sobre ese tema. Es harina de otro costal.
 Hay pruebas genéticas que demuestran que los judíos tienen siglos en lo que hoy es la República Dominicana. El andaluz Juan José Duarte Rodríguez, el padre de Juan Pablo Duarte, era un judío sefardí.
Federico Henríquez y Carvajal, que era judío sefardí cuya familia había emigrado al país desde Curazao, publicó en el 1883 un drama en versos titulado La hija del hebreo, cuyo contenido trasciende lo puramente genealógico, e incluye detalles importantes para entender las migraciones caribeñas.4
El antropólogo social holandés Harry Hoetink, quien desde el 1957 vivió por temporadas en el país, en su didáctica obra El Pueblo Dominicano 1850-1900, se refirió al tema de los judíos expresando que “aunque en sentido cuantitativo la inmigración sefardí haya sido poco importante…se le debe atribuir importancia en sentido económico, político y social.”5
Más cerca de nuestro tiempo es la novela con tintes históricos titulada La Senda de la Revelación, publicada por  Haim H. López Penha en el año 1936, con un estilo didáctico y revelador de aspectos transcendentales sobre los judíos sefardistas. La obra es interesante, pero más lo es en el capítulo XII, titulado los paisanos de Jesús.6  
Enrique Ucko, en su ensayo Cuestiones Raciales: La Fusión de los Sefardis con los Dominicanos, también hace un aporte importante para conocer interioridades de la presencia judía en el país. Cita dicho autor  un oficio del año 1846 mediante el cual el entonces Presidente de la República Pedro Santana se muestra lúcido y  amonesta a las autoridades de La Vega que pedían al gobierno tomar medidas contra los comerciantes judíos de esa plaza.
El párrafo que sigue es parte de lo que, defendiendo a los judíos, Santana despachó para La Vega: “No son los judíos que aumentan el valor de las onzas de oro, sino la desproporción de importación y exportación. El remedio para tal dificultad consiste en perseguir a la holgazanería e intensificar la agricultura. La prosperidad de otros países radica en su amor al trabajo…”7  
En su obra La Inmigración Española en República Dominicana Juan Manuel Romero Valiente describe que durante los gobiernos azules el General Gregorio Luperón propuso en París traer al país familias judías desde Europa, lo cual no fructificó por diferentes motivos.
El referido autor describe la oferta así: “Dicho plan encontró buena acogida entre gobernantes e intelectuales del momento, algunos de los cuales como Eugenio María de Hostos reflexionó en sus artículos sobre la factibilidad de este proyecto y los medios necesarios para llevarlo a buen término, además de valorar el carácter de los propios inmigrantes judíos que pertenecen a uno de los grupos de la familia humana en que el ahorro es más austero.”8
La llegada a Sosúa de los judíos
Antes de que comenzara la devastadora Segunda Guerra Mundial, en la cual murieron más de 55 millones de personas, por la ambición y la demencia de unos cuantos energúmenos, se había celebrado en el 1938 en la ciudad francesa de Evian una Conferencia Internacional en la cual la República Dominicana propuso, por razones conocidas, ajenas a conceptos de magnanimidad, darles acogida en el territorio nacional a miles de personas nativas de diversos países de Europa.
Los registros históricos recogen que Virgilio Trujillo expresó en la ocasión que “el gobierno de nuestro país se encontraba dispuesto a recibir 100,000 refugiados europeos.” Las anotaciones de la aludida conferencia priorizaban a judíos y españoles.
El historiador Franklin Franco, en su obra Historia del Pueblo Dominicano, al analizar dicha propuesta expone con visión esclarecedora que esa “declaración se hacía apenas un año después de la matanza de los haitianos, hecho que desacreditó el régimen en el plano internacional. La propuesta de Trujillo, por tanto, tenía fines propagandísticos: estaba dirigida a recomponer la imagen del gobierno dominicano en el plano mundial.”9
Vinculado con la oferta lanzada en Evian, y con la participación de James Rosemberg, un acaudalado judío establecido en New York,  que creó una entidad conocida como DORSA, el país acogió  en medio de la Segunda Guerra Mundial a varios centenares de familias judías provenientes de los países donde fue más feroz   la persecución en su contra.
Fueron ubicados en Sosúa y sus alrededores, especialmente en unas tierras en abandono, donde había funcionado antes un proyecto bananero de una empresa estadounidense.
Es proverbial el ingenio y la creatividad de los judíos, aparte de otras características que les son propias.  Los muchos premios Nobel -en sus diferentes categorías- que han obtenido son ejemplos claros de la calidad de esa gente.
En Sosúa fomentaron en poco tiempo cooperativas agropecuarias, industrias lácteas para procesar la leche, creando un queso y una mantequilla cuyo nombre todavía forma parte de las ofertas  alimenticias de colmados y supermercados del país.
Establecieron una selecta ganadería y se dedicaron también a elaborar productos cárnicos como butifarras y otros embutidos. Hicieron importantes aportes gastronómicos que aún perduran en la zona como las famosas croquetas llamadas falafel y  el puré o crema, con variantes caribeñas, conocido como hummus. Son auténticas delicias gastronómicas.
En su libro Un Sión tropical: el general Trujillo, Franklin Roosevelt y los judíos de Sosúa,  el catedrático de historia Allen Wells hace un pormenorizado recuento de la presencia de los judíos en Sosúa.
El referido autor comienza su obra con un epígrafe de Heinrich Hausen que envuelve una gratitud, mezclada con desconocimiento de los fines de Trujillo: “La gente nos escupía y abucheaba en Viena. Otros pueden llamar asesino a Trujillo, pero salvó nuestras vidas.”
Bien se ve que ese señor Hausen no se imaginaba que Trujillo si no imitaba al Maloch Baal de los canaanita de la antigüedad, sí que se acercaba al Cronos de los griegos o en la mitología romana al devorador Saturno, que con su hoz era capaz de destruir y acabar con lo que fuera para satisfacer las exigencias de su alma deformada.
Luego de un sostenido recuento de las labores que tan solo llegar desplegaron en Sosúa los judíos, Wells expresa en el capítulo 5 de dicha obra algo medular para comprender los reales motivos del régimen trujillista:
“Poco tiempo después del acuerdo Trujillo reclamó su pago. Necesitaba ayuda para hacer avanzar las negociaciones en Whashington en dos asuntos claves: poner fin a la receptoría aduanera y aumentar la cuota azucarera.”10
Distrito Municipal Cabarete
Cabarete es en la actualidad una pequeña pero activa ciudad, famosa por las olas del mar que tiene en frente, por las montañas, restaurantes, habitaciones hoteleras y por otros atractivos como son sus cuevas y lagunas.
Mediante la Ley número 42-02, promulgada el 25 de marzo del 2002, Cabarete fue elevado a Distrito Municipal del Municipio de Sosúa. El Congreso Nacional motivó su decisión para  otorgarle esa categoría política, entre otras razones “por las grandes inversiones en turismo, que la transforman en un punto de encuentro de diferentes culturas del mundo.”11
En el último censo poblacional realizado en el país, en el 2010, se contabilizó en esa demarcación del norte dominicano una población de casi 15 mil habitantes.
Sobre Cabarete hizo anotaciones importantes, en el siglo pasado, Cayetano Armando Rodríguez: “pequeño puerto de milla y tercio de boca; está comprendido entre la punta de su nombre al Este y la de la Goleta al Oeste.”12 
Esa vibrante comunidad está frente a una bahía protegida por un importante arrecife de coral, lo cual la hace codiciada para los deportes acuáticos. De hecho allí se celebran eventos internacionales vinculados a las actividades marinas, incluyendo entre los atractivos anuales un festival de jazz que transciende las fronteras nacionales, con la participación de figuras famosas. 
En los siglos XVIII y XIX concurrían al puerto de Cabarete una gran cantidad de buques mercantes que salían con sus bodegas repletas de maderas criollas y otros productos. Obviamente que no venían vacío. Vale decir, que allí había una importante actividad de intercambio mercantil y una predominancia de la agropecuaria y la silvicultura.
Tomando como base las anotaciones que hizo y no publicó Víctor Almonte Jiménez, Frank Moya Pons relata que Sosúa y Cabarete pertenecían en los tiempos coloniales a las familias Coca y Dávila.
En su importante obra La Otra Historia el conocido historiador Moya dice: “Bordeada de bosques de caoba, Sosúa fue, junto con Cabarete, puerto natural para el embarque de esta madera preciosa en el siglo XIX.”13
Sangre de inocentes
Lo que hoy son hermosos lugares donde el placer sentó plaza y los turistas criollos y extranjeros se deleitan con los encantos gastronómicos y paisajísticos de allí, fueron hace 82 años escenario de crueldades contra personas indefensas.
La historia registra que en Cabarete, una media noche del sangriento octubre de 1937, el padre y la madre de una familia haitiana fueron asesinados y sepultados y que los cinco hijos se salvaron al día siguiente porque “se reclamó de un cabo del Ejército destacado en Sosúa, que completara la obra de exterminio dándoles muerte a los niños, pero este se negó a ello.”
Como se ve, la sangre de indefensos haitianos vertida en el 1937 no sólo fue en la línea fronteriza. El reputado historiador Rufino Martínez al expresar lo entrecomillado precedente también explica en su obra Hombres Dominicanos Trujillo y Heureaux, tomo III, lo siguiente:
“En los lugares más apartados como Sosúa, Cabarete y toda la costa siguiente hasta Nagua, el exterminio se hizo con armas de fuego, y fueron víctimas las mujeres, muchas en cinta, y los niños, con la misma saña despiadada que los hombres…”14
Monumentos Naturales
En Cabarete están los Monumentos Naturales Laguna Cabarete y Goleta, con importantes ecosistemas en su interior, y que forman parte del circuito turístico de la franja atlántica de la República Dominicana.
En virtud de lo que dispone el artículo 37, numeral 33 de la Ley Sectorial de Áreas Protegidas (202-04) esos monumentos naturales tienen un polígono que encierra una superficie de 77.5 kilómetros cuadrados.
Los Monumentos Naturales Laguna Cabarete y Goleta, al tenor de dicha ley, tienen su “punto de partida en la intersección del río Catalina con la carretera Sabaneta de Yásica-Cabarete.”15  
Distrito Municipal Sabaneta de Yásica
Sabaneta de Yásica pasó de Sección a Distrito Municipal por la Ley 43-02, de fecha 25 de marzo del 2002. Está adherido al Municipio Sosúa. Tiene una extensión superficial de 154 kilómetros cuadrados. En su geografía están los pequeños poblados  de nombres Los Cantabillos, Palo Amarillo,  La Hicotea y Cuesta Barrosa.16  
Los límites geográficos de Sabaneta de Yásica se encuentran enmarcados por Cabarete en su lado norte; al sur y al este por el Río Yásica y por el oeste con Madre Vieja.
En la guerra de 1857
En Sabaneta de Yásica acamparon para reponer energías las tropas que desde Santiago atravesaron la Cordillera Septentrional en julio  del año 1857. Su objetivo era sitiar a Samaná en la lucha abierta que por varios meses provocó una guerra civil en el país y que finalmente dio al traste con el funesto régimen de Buenaventura Báez. Poco duró la ilusión del grupo cívico militar de Santiago que auspició esa guerra, pues al poco tiempo quien tomó el poder de nuevo fue el General Pedro Santana y el grupo de ultra conservadores que lo apoyaba.
El General Luperón vivió en Sabaneta de Yásica
Una de las figuras más prominentes de las que vivieron en Sabaneta de Yásica fue Gregorio Luperón, quien permaneció allí hasta que se produjo la Anexión a España y su espíritu patriótico lo llamó a transitar los caminos de la gloria.
 Su presencia en ese lugar aparece en su Autobiografía. Se indica que siendo muy joven el que luego sería paladín de la Restauración de la República “se fue a instalar una casa propia de mercancías y provisiones en Sabaneta de Yásica, donde lo fue a sacar de los negocios el oprobio del 18 de marzo de 1861.”17
Combates restauradores
 Sosúa, Yásica y otros lugares de los alrededores de Puerto Plata también fueron escenarios de combates entre los anexionistas españoles y sus paniaguados criollos (como Juan Suero) y los aguerridos patriotas restauradores. Fueron sitios importantes para probar la genuina voluntad de libertad del pueblo dominicano.
Eugenio J. Senior, vino de otra tierra pero se convirtió en un ilustre dominicano por derecho propio. Desempeñó el importante puesto de secretario de los Cantones de Muñoz, Maluis y Sabana Grande, entre 1863-65. Fue un testigo excepcional y, además, actor en los combates entre restauradores y anexionistas, con las olas del mar a la vista. Escribió unas notas memoriosas que fueron publicadas póstumamente, con motivo del Centenario de la Restauración.
En su relato de perfil histórico titulado La Restauración en Puerto Plata el señor Senior se refirió a las “tumbas que recibieron los muertos” en los senderos y atajos de Yásica, Montellano, Sosúa, Muñoz  y otros lugares del extra radio de la Novia del Atlántico: “En la manigua, el soldado dominicano, con dos tragos de aguardiente blanco, calzones arrollados hasta las rodillas, pañuelo de montar en burros amarrado a la cabeza, cachafú y machete afilado y de cabos a la cintura, realmente se convierte  en una fiera…”18
Una gloria dominicana nació en Sabaneta de Yásica
Fue en Sabaneta de Yásica donde nació el 6 de mayo de 1900 el ilustre periodista e historiador Alonso Rodríguez Demorizi. Logró la hazaña de soportar los garfios y embestidas propias de la tiranía trujillista, a la que sobrevivió 15 años, pues su fallecimiento se produjo  el 26 de marzo de 1976.
Su periódico El Porvenir llegó a ser el decano de la prensa nacional, el cual mantuvo con intermitencia en medio de la precariedad y al parecer acompañado del pensamiento de su contemporáneo, el gran hispanista francés Pierre Vilar, quien sostenía que “el objetivo de la historia no es “hacer revivir el pasado”, sino comprenderlo.”
Su diario secreto, que arranca el 9 de octubre de 1960 y termina el 16 de enero de 1961, con un sugerente “hasta pronto”, fue publicado póstumamente en dos tomos  con el título de  Drama de Trujillo. Su prologuista Roberto Cassá dice que “no es un simple diario; encierra, más bien, una pragmática sobre las claves de la dominación trujillista.”
Para que se tenga una somera idea del pensamiento de ese ilustre hijo de Sabaneta de Yásica es pertinente decir que faltando 4 meses y catorce días para el ajusticiamiento de Trujillo, ya en la parte final del tomo II de sus anotaciones secretas, don Alonso resumía (antes de suspender su diario por “las apremiantes circunstancias que rodean a la familia”) lo que se vivía en el país: “Un Gobierno que, según los Foros, perdona aquí y allí a delincuentes y ladrones, no es Gobierno.” Anotó, también, que “el pueblo se muere de hambre…ni siquiera tenemos los artefactos apropiados para una vida moderna. La sal y el arroz, productos nacionales, son más caros que en Estados Unidos…La propiedad está sujeta al Capricho del Tirano.” El tenía la certeza de que en el país se produciría un hecho extraordinario, solo que lo describió como “la revolución popular que se avecina.”19 
Los asesinos de las Mirabal en Sabaneta de Yásica
Los asesinos de las Hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal y de Rufino de la Cruz estuvieron varias horas estacionados en Sabaneta de Yásica. Al menos así se mantiene en la tradicional oral de esa área del país. Fue una de las paradas de acechanzas de esos matarifes la trágica noche del 25 de noviembre de 1960 en que el país se llenó de luto por el horrible crimen que dio origen al fin del régimen de Trujillo.
El llamado Carro de la Muerte (así identificaba el pueblo dominicano a los vehículos que a diferentes lugares del país enviaba la tiranía con curtidos criminales para asesinar y desaparecer personas) emprendió desde allí la persecución de las Mariposas de Salcedo.
La hermana sobreviviente, Dedé Mirabal, en su libro de memorias titulado Vivas en su Jardín, al referirse al abominable crimen anota que su madre Doña Chea  repetía antes de la tragedia: “Trasladaron a los esposos a Puerto Plata para matarlas.” La autora confirma que: “Es que  todos estábamos convencidos de que habían trasladado a los presos a Puerto Plata para asesinarlas.”20
Municipio Montellano
Montellano comenzó como un caserío a ambas orillas del río Camú, uno de los que se desplazan por esa zona del país. Su realidad desde hace más de un siglo es que está emplazado cerca del río Mozoví, una importante fuente hídrica de allí.
Su evolución demográfica fue lenta hasta el año1918, cuando empresarios estadounidenses aprovechándose de las ventajas que para ellos significaba el control que tenían del país invadido, crearon en ese entonces paraje un ingenio azucarero que motivó un incremento de la población. La molienda se inició en el 1923.
Posteriormente el ingenio Montellano formó parte del conglomerado azucarero de Trujillo. A su muerte fue una de las empresas de la Corporación Azucarera Dominicana, de propiedad estatal, que a partir del año 1966, por mandato de la Ley No.7, pasó a ser el Consejo Estatal del Azúcar, que hoy languidece, como una de las tantas entelequias gubernamentales.21
Esa comunidad fue hasta el 20 de enero del 2006 un distrito municipal adherido al municipio de Puerto Plata. Esa condición la adquirió mediante la Resolución No.19-92, dictada el 30 de octubre de 1992 por el cuerpo de regidores del Ayuntamiento de la indicada ciudad.
Posteriormente, en atención a múltiples solicitudes de sus moradores, el Ayuntamiento del Municipio de Sosúa dictó el 15 de agosto de 1996 la Resolución No.1396, apoyando que ese territorio fuera convertido en municipio.
El 20 de enero del 2006, luego de muchas diligencias y los clásicos cabildeos congresuales se promulgó la Ley 7-06, a través de la cual Montellano fue transformado en municipio, dentro de la provincia de Puerto Plata.22
Los legisladores expresan, en el segundo párrafo del texto legal que elevó de categoría política a Montellano, que “las actividades industriales, educativas, sociales, culturales, sindicales, religiosas, políticas y deportivas hacen del distrito municipal de Montellano una colectividad pujante y progresista, que reclama los incentivos indispensables para su desarrollo.”
En las motivaciones para elevarlo a municipio se estableció que en el 2005 había en Montellano más de 25,000 habitantes. Cinco años después el IX Censo de Población y Vivienda arrojó una población de 12,264 moradores.23
El nombre oficial es Villa Montellano, con una extensión territorial de 71 kilómetros cuadrados. Sus linderos geográficos son al Norte el Océano Atlántico, al Sur y al Oeste Puerto Plata y al Este tiene de escolta a Sosúa.
Por mandato expreso del artículo 2 de la referida ley de su creación forman parte  del Municipio Villa Montellano las Secciones Mozoví, Arroyo de Leche, Boca Nueva, Cangrejo, Caraballo, Los Ciruelos; así como decenas de parajes, entre ellos La Búcara, La Munición, La Piedra, Bracitos, Los Pajones, Bergantín, Los Cocos, Los Muertos, Negro Melo, Los Ciruelos y La Gran Parada.
La Jicotea

Al investigar la oriundez de los hombres que el 24 de octubre de 1903 se levantaron en arma en Puerto Plata para acompañar al ex sacerdote Carlos F. Morales Languasco se comprueba que muchos de ellos provenían de los campos de Sosúa, Montellano, Sabaneta de Yásica, Cabarete, etc.
Conversando con memoriosos ancianos de Montellano me enteré que allí se mantiene la creencia transmitida de generación en generación de que decenas de nativos de esa tierra otrora cañera acompañaron a Morales Languasco en el derrocamiento del Presidente Alejandro Woss y Gil   y que uno de  ellos era un pintoresco y valiente joven que se caracterizaba por su intrepidez y salidas jocosas.
Es posible que fuera  el que  en su obra De Lilís a Trujillo describe Luis F. Mejía: “ Un soldado llevaba colgada de la carabina la concha de una hicotea, no cesando de decir: “miren como han dejado esta gente la jicotea, se la comieron entera.” “La Presidencia de la República y los cargos públicos se llamaban entonces popularmente jicoteas.”24  
Bibliografía:
1-    Ley No.4882 del 27 de marzo de 1958.
2-    Ley No.916 del 12 de agosto de 1978.
3-    Guerra domínico-haitiana.Impresora dominicana,1957.Pp372-373.Emilio Rodríguez Demorizi.
4-    La hija del hebreo.Imprenta De García Hrmanos,1974. Federico Henríquez y Carvajal.
5-    El pueblo dominicano. Editora UCMM,1985.P47. Harry Hoetink.
6-    La Senda de la Revelación. Editorial Listín Diario,1936. Haim H. López Penha.
7-    Cuestiones Raciales: la fusión de los sefardís con los dominicanos. P 85.Reproducido en Cuadernos dominicanos de cultura No.15.noviembre de 1944. Enrique Ucko.
8-    La inmigración española en República Dominicana. Editora Corripio, 2006.Pp55 y 56. Juan Manuel Romero Valiente.
9-    Historia del pueblo dominicano. 7ma.edición.Editora Mediabyte,2008.P541. Franklin Franco Pichardo.
10-                      Un Sión Tropical: el general Trujillo, Franklin Roosevelt y los judíos de Sosúa. ADH.Editora Búho,2014. Allen Wells.
11-                      Ley No. 42-02, promulgada el 25 de marzo del 2002.
12-                      Geografía física, política e histórica de la isla de Santo Domingo.P 253.Cayetano Armando Rodríguez.
13-                      La otra historia. Editora Búho,2008.P218.Frank Moya Pons.
14-                      Hombres dominicanos Trujillo y Heureaux, tomo III.SDB.Editora Búho,2009. Rufino Martínez.
15-                      Ley No.202-04 art.37, numeral 33, promulgada el 30 de julio del 2004.
16-                      Ley No.43-02, de fecha 25 de marzo del 2002.
17-                      Notas Autobiográficas y apuntes históricos.Tomo I.Pp 91 y 92. Editora Santo Domingo, 1974. Gregorio Luperón.
18-                      La Restauración en Puerto Plata. Relato de un restaurador. Editora Montalvo, 1963.P94. Eugenio J. Senior.
19-                      Drama de Trujillo.AGN. Editora Búho, 2012.Pp482 y 483.Alonso Rodríguez Demorizi.
20-                      Vivas en su Jardín. Editora Corripio,2009.P186.Dedé Mirabal.
21-                      Ley No.7, promulgada el 19 de agosto de 1966. Gaceta Oficial 9,000.Bloque de Leyes del 1966.
22-                      Ley No.7-06, promulgada el 20 de enero del 2006.
23-                      IX Censo de Población y Vivienda, 2010.
24-                      De Lilís a Trujillo.Talleres Manuel Pareja, Barcelona, España, 1976.P 38. Luis F. Mejía.


VILLA JARAGUA: PERFIL HISTÓRICO Y CULTURAL


VILLA JARAGUA: PERFIL HISTÓRICO Y CULTURAL, UNA OBRA DEL DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS
(23 de noviembre del 2019)
  
                                  POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
                                                                  
A modo de prólogo
El libro Villa Jaragua: perfil histórico y cultural está destinado a no ser devorado por la polilla, pues envuelve en un mágico haz de temas sobre historia, poesía y costumbres la vida de ese pequeño pueblo cuyos moradores han demostrado tener la resistencia del guayacán para enfrentar todas las embestidas de la naturaleza, la cual suele ser inclemente en los lugares donde predominan como allí los secarrales y páramos.
A través de esta obra el Dr. Ariel Acosta Cuevas, dotado de saberes variopinto que lo convierten en una cumbre de la cultura criolla, va llevando a sus lectores hacia los más insospechados recovecos de un pasado que se mantiene latiendo en el presente, como una prueba elocuente del apego de los habitantes de Villa Jaragua al acervo creado por las generaciones que les antecedieron.
En las páginas de este libro hay una amplia galería de los perfiles biográficos, profesionales, literarios, docentes y comunitarios de muchos jaragüenses que ya no están y de otros que siguen en el palenque de la vida.
Esos hombres y mujeres, aún en medio de la vorágine propia de nuestro medio, han evitado el anquilosamiento cultural y el agobio de las artes en Villa Jaragua. Ellos son la más viva demostración de que ese es un pueblo con significativos aportes a la sociedad dominicana.
El Dr. Ariel Acosta Cuevas al incursionar en el pasado de ese territorio, como antes hizo en otros escenarios el escritor uruguayo Horacio Quiroga, ha lanzado "una flecha dirigida rectamente hacia el blanco."
Dicho lo anterior porque conjuga en esta obra de investigación histórica un poco de todo lo que ha sido esa villa desde sus orígenes, cuando era un simple cruce de caminos, hasta el presente.
Tal y como se comprueba en el contenido de este libro, la toponimia de esa comunidad, desde que era un simple paraje, ha variado en el transcurso de los siglos, lo cual no es extraño pues es una antiquísima costumbre nacional someter a un constante vaivén los nombres de campos, aldeas y calles del país. El autor explica ese tema, que tiene su importancia para entender muchas cosas del ayer, más allá de lo puramente semántico.
Villa Jaragua antes llevaba por nombre Barbacoa, igual que el camastro hecho de tablas y hojas secas que usaban nuestros antepasados, y que Juan Bosch convirtió en tema literario cuando en uno de sus cuentos pone en boca de un personaje aquello de "me tiré de la Barbacoa, soñoliento aún, precisamente cuando el gallo manilo saludaba la mañana."
Hace muchos años, cuando allí no había hecho asomo la depredación de su floresta y por lo tanto se mantenía robusta la capa vegetal, con abundante agua dulce y de escorrentía, había una significativa producción agropecuaria, lo cual se comprueba en diversos informes que forman parte de la historia, como aquel del 8 de enero de 1840, dirigido al usurpador Boyer, en el cual se le comunicaba que en Barbacoa la agricultura florecía con 32 labranzas y la crianza crecía con 21 hatos de vacas, cerdos y cabras.
La religiosidad de los habitantes de Villa Jaragua también es comentada por el autor, con un despliegue sobre el registro de muchos de los curas que ejercieron su pía misión entre los feligreses del lugar.
Partiendo de lo escrito por el Dr. Acosta Cuevas se comprueba que antaño las fiestas de San Bartolomé (el de los evangelios sinópticos) cubrían de festividad a gran parte de los moradores de una porción amplia del Valle de Neiba, donde están enclavados no solo Villa Jaragua, sino también otros pueblos que giran alrededor de la ciudad principal de la zona, la legendaria Neiba.
El escritor costumbrista, ensayista, novelista y dramaturgo Rafael Damirón da cuenta de lo anterior en sus dos colecciones de relatos: Estampas y de Soslayo.
Al decir de ese destacado polígrafo al celebrar el día dedicado al referido santo, cada 24 de agosto, las gentes de Neiba, Villa Jaragua-Barbacoa-, Clavellina, El Estero, Cambronal, ahora Galván, El Mamón, Cerro al Medio, Las Tejas y comunidades aledañas se transformaban en una masa humana llena de alegría total.
Cien años atrás el fervor de los moradores de esa parte del país incluía episodios como el relatado por el escritor y jurista Freddy Prestol Castillo, en su novela Pablo Mamá, sobre el viaje que hicieron, en una fatigosa jornada de romería desde Jimaní hasta Neiba, el Viejo Lucas y su compadre Escolástico, quienes probablemente realizaron en la víspera del día de San Bartolomé una última parada de descanso en Barbacoa, cargando "largos cirios, amasados por su paciencia y su fe."
Por su origen, cuya cuna se meció en el Valle de Neiba, y por su densa experiencia, El Dr. Ariel Acosta Cuevas, sin floripondios ni ficciones, ha potenciado en este texto todo lo que se había escrito anteriormente sobre la Villa de los Lirios, Barbacoa o Villa Jaragua, tres de sus nombres más sonoros.
Pero tan importante como lo anterior es que el autor de este libro hace señalamientos inéditos y certeros sobre los aspectos de interés humano y social que han ocurrido en esa colectividad del llamado Sur Profundo, donde "¡con amor se iluminan las soledades!", como escribió el renombrado poeta y letrado Ángel Hernández Acosta en el breve relato Los Aldeanos Vienen Cantando.
En resumen, Villa Jaragua: perfil histórico y cultural contiene todos los elementos necesarios para convertirse en una joya de la literatura dominicana. Con ella su autor, el Dr. Ariel Acosta Cuevas, hace un nuevo aporte de extraordinario valor al pueblo dominicano de ahora y al del futuro.
                                   A modo de presentación
Muchos son los pueblos dominicanos que no han tenido la fortuna de que el conjunto de sus actos históricos, así como los mimbres de sus expresiones sociales, hayan sido descritos en libros.
Con el paso del tiempo se van perdiendo las esencias originales que jalonaron los primeros años de comarcas, villorrios, aldeas y comunidades que a lo largo y ancho del país han contribuido con la cultura, la idiosincrasia y, en fin, con ese conjunto de hechos importantes que integran la historia criolla, formada con jirones del territorio nacional.
Afortunadamente el Sur tiene en el Dr. Ariel Acosta Cuevas a un historiador de gran profundidad analítica, que como Paracelso y otros alquimistas de la antigüedad sabe sacar lo positivo de cada información, por nimia que ella parezca.
El autor de esta obra se ha dedicado a mantener vivas las riquezas espirituales de su añorado Sur. Así se comprueba al leer sus libros.
El es poeta, músico y un consumado jurista ya retirado del mundanal ruido de la cotidianidad ordinaria de nuestra sociedad, la cual se caracteriza por poner atención al faroleo de las grandes ciudades, mientras deja de lado los valores intrínsecos que vertebran los pequeños pueblos.
El Dr. Acosta Cuevas, con una extraordinaria capacidad para desentrañar las verdades de los hechos del pasado y poner en evidencia los apaños, mentiras y mezquindades de otros tiempos, ha estado creando y publicando una serie de libros que les permiten a las presentes generaciones, y así podrá ocurrir con las siguientes, descubrir un filón inagotable de fertilidad informativa sobre la historia, la cultura, las vivencias y los esfuerzos humanos de muchos hombres y mujeres que con su tenacidad y su buen comportamiento contribuyeron en el pasado, de manera positiva, a darle características singulares a su región nativa.
Pero el autor de esta obra tampoco escatima esfuerzos para resaltar la valía de las personas oriundas de Villa Jaragua que aún viven y que con sus acciones positivas forman parte luminosa de esa legión de hombres y mujeres que han engrandecido a su patria chica.
Con el escalpelo de su temple, y con la bondad y sabiduría kantiana de su mirada escrutadora, el autor hunde su experiencia (acumulada desde que era muy joven y fue destinado a brindar como docente el pan de la enseñanza en una escuela primaria de Villa Jaragua hasta su presente otoñal) para obsequiar a los lectores esta obra que encanta desde su mismo título hasta la última palabra que la nutre.
Los que tengan el privilegio de leer este libro podrán saborear las alegrías y jocosidades de un pueblo que siempre ha pujado por mantener su identidad, desde su ubicación en un carrillo del lateral norte del Lago Enriquillo.
Al mismo tiempo quienes lean Villa Jaragua: perfil histórico y cultural, descubrirán sorprendentes acontecimientos propios del barro humano que explican, una vez más, los paralelismos que en América Latina hacen permanente el realismo mágico colocado en el mapa mundial por la pluma rutilante de García Márquez, con los muchos Macondo esparcidos con sus matices desde el Río Bravo hasta el archipiélago de Tierra del Fuego, en el fondo austral que apodan el Fin del Mundo.