SUICIDIOS HISTÓRICOS (III). DOS POETAS Y UN PRESIDENTE: SILVA, GARCÍA Y
ARENAS.
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Albert Camus, en su
ensayo filosófico titulado El Mito de Sísifo, se refiere a que “no hay más que
un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.” Tal vez el gran
novelista, filósofo y dramaturgo francés fue muy absoluto en su juicio al
respecto, aunque para ello se apoyara en parte en las reflexiones del poeta
griego Píndaro.
Lo cierto es que
se hace difícil tan siquiera aproximarse a juzgar los por qué de la suprema
decisión de los suicidas. No basta para clarificar ideas en torno a ese tema,
tan humano y a la vez misterioso, colocarse en el pedestal de la filosofía.
Los ejemplos que
describo a continuación son pruebas elocuentes de los meandros que tiene la
mente.
José Asunción Silva Gómez
José Asunción
Silva Gómez fue un poeta colombiano que en la madrugada del domingo 24 de mayo
de 1896, en la calle 14 No.13 de un barrio bogotano, decidió desvincularse de
la vida terrenal cuando apenas tenía 30 años de edad.
Dicen que estaba
abrumado por deudas y otras muchas dificultades e incomprensiones que considero
innecesario enumerar aquí.
Algunos de sus
biógrafos han escrito que cerca de su cadáver había un ejemplar del libro
titulado El Triunfo de la muerte, autoría del periodista, poeta y novelista de
los Abruzzos italianos Gabriele D Annunzio.
Tal vez lo había
leído con alguna delectación morbosa antes de auto infligirse un balazo en el
corazón, poniendo así término a sus pesares.
Como en muchos
suicidios famosos, en el de José Asunción Silva no dejó de haber controversia,
especialmente en los primeros 50 años de su trágica muerte. Se tejieron y
destejieron mil y una versiones sobre su trágica decisión, de la cual él no
dejó ninguna nota.
Uno de sus
biógrafos, Enrique Santos Molano, dice que lo que hubo fue un asesinato, y basa
esa afirmación un tanto estrambótica en una serie de detalles que desgrana y
trata de explicar para conducir a su hipótesis sin elementos probatorios que la
sustenten.
Así escribió
Santos Molano, embistiendo como un moloso a todos los que tenían una opinión
diferente a la suya sobre el tema: “No hay tal depresión del poeta, ni un
suicidio anunciado…Nunca hubo crisis de nervios en Silva, era un hombre
aplomado, la locura súbita es descartada. No hay tales amores incestuosos…las
pruebas circunstanciales recogidas en esta investigación me han dejado con la
convicción absoluta de que Silva no se disparó sino que le dispararon.”1
Silva escribió
muchos poemas, entre ellos más de 20 que por su calidad han superado el tiempo
y se mantienen entre los mejores de América. También cultivó brevemente la prosa
con su novela titulada De Sobremesa.
Su poemario
inicial lo tituló Poesías. Esa obra
sería luego prologada por nada más y nada menos que Miguel de Unamuno, un
nombre sonoro en las letras y la intelectualidad hispanoamericana de finales
del siglo antepasado y las 3 primeras décadas del siglo 20.
Unamuno escribió
que la originalidad de Silva estaba en el fondo, en la forma, en el tono y en
el ritmo interior. Y subió el pendón de su admiración hacia el poeta bogotano
así: “Silva canta como un pájaro, pero un pájaro triste, que siente el
advenimiento de la muerte a la hora en que se acuesta el sol.”2
A pesar de que
no llegó a madurar su gran potencial poético está considerado en la historia de
la literatura latinoamericana como uno de los principales impulsadores del
Modernismo que, en su esencia y autenticidad, fue uno de los mayores aportes de
las letras de esta región al mundo.
Se celebran, sin
ningún pero en el camino, sus rimas como “agua/fragua/piragua”, en su poema Paisaje Tropical. Y en Serenata
descuelga la consonancia con “narra/barra/guitarra.” Parte de esa cualificación
poética la describió en el 1942 Fernando Vallejo al analizar el universo
poético del poeta bogotano suicida en su ensayo titulado La Muerte de Silva.3
Hay un amplio
consenso entre los estudiosos de la historia poética latinoamericana de que
Silva fue el que colocó por primera vez el erotismo en la poesía colombiana
cuando divulgó poemas así: “Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus
besos/Temblabas y eras mía, temblabas y eras mía bajo el follaje espeso.”
En algunos
círculos a Silva se le conocía como el ilustre cachaco, por descender de bogotanos,
y por su propio nacimiento en la capital de Colombia.
Su valía en la
literatura no sólo está consignada en su aparición en muchas de las principales
antologías sobre la poesía del siglo pasado, sino también porque su nombre
figura desde hace muchas décadas en los principales análisis sobre las letras
hispanoamericanas, y específicamente sobre el Modernismo.
El escritor y
político argentino Alberto Ghiraldo escribió en el 1932 un ensayo sobre la
producción literaria del insigne poeta nicaragüense Rubén Darío, y al referirse a los precursores del
Modernismo hace mención de manera destacada y reiterada de José Asunción Silva
Gómez.
En efecto, así
se expresó Ghiraldo hace ahora 88 años desde su cátedra en Madrid: “Gutiérrez
Nájera en Méjico, José Asunción Silva en Colombia, Julián del Casal en Cuba, y
José Martí y Rubén Darío en América toda y en España, son los autores…de un
movimiento que ha dado por resultado el actual modernismo, o sea esa
sensibilidad de estilo de que están impregnados los poetas sucesores del romanticismo…”4
Es posible que
Rubén Darío se inspirara en la trágica figura de Silva cuando le dedicó un
poema a los poetas: “Y el mundo a carcajadas se ríe del poeta y le apellida
loco, demente, soñador, y por el mundo vaga cantando solitario, sin sueños en
la mente, sin goces en el alma, llorando entre el recuerdo de su perdido
amor…Prosigue, triste poeta, cantando tus pesares; con tu celeste numen sé
siempre bueno y fiel.”
Tan importante
ha sido siempre la poesía brotada de las profundidades del alma de José
Asunción Silva, que en una ocasión sirvió de guarida emocional a Pablo Neruda
cuando llegó a dar una conferencia a los miembros de un sindicado de cargadores
de productos agrícolas en el mercado popular más grande de Santiago de Chile.
Así se expresó
el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda: “Cuando entré a aquella sala destartalada
sentí el frío del Nocturno de José Asunción Silva, no sólo por lo avanzado del
invierno, sino por el ambiente que me dejaba atónito. Sentados en cajones o en improvisados
bancos de madera, unos cincuenta hombres me esperaban.”5
El gran
dominicano Pedro Henríquez Ureña hace más de una mención del poeta Silva en sus
estudios métricos. Dice que en eso de crear pie silábico Silva fue precursor de
Rubén Darío.
Henríquez Ureña,
considerado uno de los más eminentes intelectuales del siglo 20 en todo el
continente americano, se expresó así: “Probablemente, Silva precedió a Darío
también en la afición al eneasílabo.”6
Algunos exégetas
de la icónica novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, han
situado a José Asunción Silva como uno de sus personajes, haciendo una
vinculación del frustrado balazo en una zona cercana del corazón que se hizo el
coronel Aureliano Buendía y el plomazo mortal del poeta bogotano.
Esa conexión la
hacen aprovechando los dos tiempos (el histórico y el místico) que aparecen en
esa obra del genio del poblado de Aracataca, en el mar Caribe que baña una
parte de Colombia.
Alan García Pérez
El
abogado, político, orador y escritor Alan
Gabriel García Pérez está en la larga y accidentada historia del Perú como uno
de sus personajes más emblemáticos.
Nació
en la costa peruana, específicamente en su principal ciudad, Lima, el 23 de
mayo de 1949. Tuvo un largo ejercicio en la vida pública de ese país que forma
parte del Altiplano andino.
Se
suicidó de un balazo en la cabeza en su domicilio limeño la mañana del 17 de
abril del 2019, hace ahora menos de dos años, cuando fiscales y policías fueron
a capturarlo, con una orden de detención preliminar, por sus presuntas
vinculaciones con actividades criminales patrocinadas por una empresa brasileña
que corrompió a centenares de políticos, empresarios y cabilderos en varios
países de América Latina.
Alan
García era uno de los políticos de estos tiempos con mayor formación académica,
habiéndose educado en universidades peruanas, españolas y francesas, tal y como
se comprueba al leer su extenso curriculum vitae.
Fue
presidente del Perú durante dos períodos no consecutivos: Desde el 28 de julio
de 1985 hasta el 28 de julio de 1990 y desde el 28 de julio del 2006 hasta el
28 de julio del 2011.
También
fue diputado y senador. Escribió varios libros de historia y de doctrina
política. Poseía una depurada y persuasiva oratoria. Era un pensador.
En
su primer período gubernamental tuvo fuertes enfrentamientos con los organismos
financieros internacionales, lo cual provocó que la República del Perú sufriera
una desconocida hiperinflación, lo cual
hizo que la moneda se devaluara, con un altísimo costo para su estructura
industrial y comercial y el consecuente constreñimiento económico para la
población.
La
decisión del presidente Alan García de
sólo pagar la deuda internacional hasta el 10% de las entradas que recibía el
país por sus exportaciones creó un enorme disgusto en el Fondo Monetario
Internacional, poderoso organismo que le fue cerrando las puertas para que la
tierra de Santa Rosa de Lima y Chabuca Granda no tuviera acceso a las fuentes
económicas externas.
Su
casa política fue el Partido Aprista Peruano, fundado y dirigido hasta su
muerte por el filósofo, antropólogo, economista y brillante líder político
Víctor Raúl Haya de la Torre.
El
fundador de la plataforma política donde se formó Alan García estaba exiliado
en México, (donde llegó expulsado de su tierra por el presidente Augusto
Bernardino Leguía, por ser un férreo opositor a su gobierno dictatorial
conocido como el Oncenio).
Fue
en México que Haya de la Torre creó dicho partido, en el 1924. Originalmente lo llamó Alianza Popular
Revolucionaria Americana, con el objetivo de diseminar por toda América Latina
movimientos políticos y sociales que sirvieran de escudo protector para enfrentar
las políticas expansionistas y de imposición económica y militar de los EE.UU.
Los
padres de Alan García también formaron parte del grupo de fundadores de ese
histórico partido que se convirtió en una escuela política para muchos
dirigentes latinoamericanos que veían en Haya de la Torre una figura fuera de
serie, por su inteligencia, honestidad y tenacidad.
Precisamente
el suicida García Pérez fue uno de los alumnos más cercanos de Haya de la
Torre, del cual escribió lo siguiente: “Estaba en un campamento juvenil del
partido a orillas del río Rímac. No me separaba ni cinco metros de este
semidiós y me sentía como en la Capilla Sixtina. Era imponente, un vasco
antiguo, blanco y con barba, con una enorme cabeza que para mí solo podía ser
sinónimo de una maciza inteligencia.”7
Cuando terminó
su primer gobierno fue objeto de una tenaz persecución de parte de su sucesor
Alberto Fujimori. Éste renunció casi 8 años después, vía fax desde Japón, envuelto en un mayúsculo escándalo de robos y crímenes. García retornó a su país
y después de un primer fracaso electoral volvió a ganar las elecciones
presidenciales, culminando su segundo mandato, como indico más arriba, el 28 de
julio del 2011.
Reinaldo Arenas Fuentes
Reinaldo Arenas
Fuentes fue un novelista, poeta, ensayista y dramaturgo cubano, nacido el 16 de
julio de 1943 en un pequeño pueblo de nombre poético, Aguas Claras.
Tuvo una vida
siempre trillada al borde del precipicio de su propia existencia, tal y como lo
relata él mismo en una de sus obras esenciales. Fue contrario a la dictadura
batistiana, apoyó en principio al gobierno instaurado en Cuba desde 1959 y
luego se convirtió, por una miríada de motivos, en un disidente con categoría
de peligro.
En su pentagonía
novelística versada sobre la Revolución Cubana Reinaldo Arenas Fuentes desgaja,
con no poco desparpajo, su entusiasmo inicial, su desilusión, desengaño y finalmente su abierto enfrentamiento con los
comandantes que en el 1959 destruyeron el entramado de latrocinio y crímenes
que hasta entonces encabezaba el que en una ocasión fue llamado por alguien de
los servicios secretos estadounidenses como “un sargento llamado Batista”.
Reconocidos
sodomistas, locas regias les llamó Arenas, le abrieron en su tierra natal un
expediente de sodomía (tipificado de crimen en el código penal cubano, con los
matices de lo que fue una real cédula impuesta en el 1516 por el rey español
Carlos V). Eso formaba parte del largo rosario de acusaciones en su contra por
ser contestatario al régimen político de su país.
Por razones
políticas más que personales padeció durante largos meses (1974-76) en La Habana los suplicios de las mazmorras del
Castillo del Morro, también en Villa Marista y otra cárcel situada en un sector
llamado Flores. El narra con precisión milimétrica los horrores que vivió junto
a otros en esos lugares. (Antes de que Anochezca, páginas 203-248).
Finalmente pudo
irse de Cuba como parte del éxodo conocido como el Mariel, que se produjo en
1980, y donde se coló con auténticos disidentes una morralla humana que en
cierto modo representaba parte de la hez social habanera.
Su salida de
Cuba no fue fácil para él. Tuvo que transformarse metafóricamente en una
especie de harina de centeno, cebada, yuca, trigo, maíz o avena, pues para
abordar uno de los barcos cambió su apellido Arenas por Arinas, o sea que salió
al exilio del que no retornó como Reinaldo Arinas. Era el surrealismo caribeño
otra vez en su máxima expresión.
Reinaldo Arenas
se suicidó en la ciudad de New York,
EE.UU., el día 7 de diciembre de 1990, cuando tenía 47 años de edad. Había
desarrollado una vida intensa en muchas vertientes de su existencia.
Los nubarrones
de la impotencia física (por los efectos del sida que padecía) y sentimental
por las añoranzas de su patria, habían hecho estragos en él y ya no podía
asimilar los sabores de la vida.
El gran escritor
cubano Guillermo Cabrera Infante, una de las plumas más célebres de América
Latina, al referirse a Reinaldo Arenas y a su obra literaria pintó este
estremecedor cuadro: “Su pansexualismo es, siempre, homosexual. Lo que lo hace
una versión cubana y campesina de un Walt Whitman de la prosa y, a veces, de
una prosa poética que es un lastre de ocasión en ocasión.”8
El poeta Arenas
fue uno de esos seres con una marca distintiva en su vida; de los que pueden
ser localizados en su mismidad como se hace con las huellas que dejan en su
desplazamiento por tierra mojada las gallinas recentinas para llegar al lugar
donde acurrucan sus polluelos.
En la lectura de
su autobiografía novelada titulada Antes de que Anochezca el lector capta que
Arenas era un pensador que reflexionaba sobre Nuestra Señora de la Caridad,
también llamada la virgen del Cobre, y su hermoso santuario situado a unos 18 kilómetros
al oeste de la gran ciudad de Santiago de Cuba; pero también incursionaba en
juicios sobre la santería, con la religión yoruba y sus orishas más famosos
como Obbatalá, Yemayá, Oshún y paro de contar.
Sin embargo, él
nunca encontró acomodo ni en un lado ni en el otro. Ello dicho sin que
predominara en su ser una creencia específica sobre otras vertientes de la
religiosidad.
Reinaldo Arenas
comienza el capítulo final de la referida autobiografía con estas reveladoras
palabras: “Los sueños y también las pesadillas han ocupado gran parte de mi
vida. Siempre fui a la cama como quien se prepara para un largo viaje: libros,
pastillas, vasos de agua, relojes, una luz, lápices, cuadernos. Llegar a la
cama y apagar la luz ha sido para mí como entregarme a un mundo absolutamente
desconocido y lleno de promesas, lo mismo deliciosas que siniestras.”9
Cuando se leen
las obras de Reinaldo Arenas, y se conoce su trayectoria vital, a uno le asalta
la impresión de que a él la vida le fue peor que la muerte, en diapasón con una
de las célebres reflexiones del neurólogo austriaco Sigmund Freud.
La última prueba
de lo anterior quedó demostrada en uno de los papeles que él dejó no publicados. Fue su nota de despedida,
en la cual, entre otras cosas, dijo: “Queridos amigos: debido al estado
precario de mi salud y a mi terrible depresión sentimental que siento al no
poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi
vida…Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza…Cuba será
libre. Yo ya lo soy.”10
Más explícito no
podía ser el escritor colombiano José Guillermo Ángel (Memo Ánjel) cuando escribió
de Arenas lo siguiente:
“Literatura que consume, sexo pasivo y política, conforman la trilogía del
escritor cubano Reinaldo Arenas. Y no por partes sino juntas, como una
llamarada creada por un adicto a todos los fuegos, los del infierno y las velas
de las iglesias.”11
Bibliografía:
1-El corazón del
poeta.Biografía de Silva.s/p de imprenta,1942. Enrique Santos Molano.
2- Prólogo a
José Asunción Silva, Poesías.Salamanca, España, marzo de 1908. Miguel de
Unamuno.
3-La muerte de
Silva, Bogotá, 1942. Credencial Historia No.76.Fernando Vallejo.
4-Prólogo del
libro “Rubén Darío.Obras poéticas completas.”Madrid, España,1932. Alberto
Ghiraldo. Reimpresa en R.D. por editora Alfa y Omega,1986.
5- Confieso que
he vivido. Editora Mediasap Group, 1974.P277.Edición dominicana patrocinada por
El Siglo,1974.Pablo Neruda.
6-Obras
completas, tomo III. Estudios métricos. Editora Universal, 2003.Pp431 y
432.Pedro Henríquez Ureña.
7-Víctor
Raúl Haya de la Torre visto por Alan García.
8- La destrucción del sexo. El País, 29 de mayo de 1992. Guillermo Cabrera
Infante.
9-Antes de que
Anochezca. Impresora Grafos, Barcelona, España.4ta.edición,2004.P335. Reinaldo
Arenas.
10-Nota de
despedida, New York, EE.UU. Diciembre 1990. Reinaldo Arenas.
11-Reinaldo
Arenas contra Fidel: sin vida en la isla y sin nada por fuera de la isla.
Madrid. El Mundo.2016. Memo Ánjel.
Publicado el 28 de
noviembre del 2020.www.Diario Dominicano.