MARÍA TRINIDAD SÁNCHEZ
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
El primer magnicidio que registra la historia de la
República Dominicana se produjo el 27 de febrero de 1845, en siniestra
coincidencia con el primer aniversario de la Independencia Nacional.
La víctima fue la heroína y mártir María Trinidad
Sánchez, quien nació en la ciudad de Santo Domingo el 16 de junio de 1794, es
decir que a la hora de su trágica muerte tenía 50 años de edad.
Fue fusilada por órdenes del déspota Pedro Santana, en
medio de la lucha que libraban conservadores y liberales por controlar el poder
en la recién nacida República Dominicana.
El historiador Carlos Nouel Pierret, de profunda
raigambre conservadora, prefirió atribuir tan horrendo crimen a una
“responsabilidad colectiva”. Era una manera de no establecer la carga histórica
de nadie en particular.
Así se han tejido muchas mentiras y se han ocultado
culpabilidades sobre hechos del pasado dominicano.
La realidad era que sólo el presidente Santana tenía
potestad para ordenar ese magnicidio, haciendo uso y abuso del fatídico
artículo 210 que él obligó a injertar en la Constitución del 6 de noviembre de
1844, como un traje a su medida para convertir sus abusos en material de
impunidad.
El asesinato de
María Trinidad Sánchez, disfrazado de mandato judicial, fue el comienzo de
muchos crímenes contra todos los que no se prosternaban ante la voluntad cerril
del hombre que 16 años después entregó la soberanía nacional a España, en la
nefasta Anexión.
En la enciclopédica obra Historia de la Cultura
Dominicana su autor, Mariano Lebrón Saviñón, señala que el 27 de febrero de
1845 junto a María Trinidad Sánchez “murieron su sobrino Andrés Sánchez,
herrero de oficio; el alférez de artillería Nicolás de Bari y el albañil
venezolano José del Carmen Figueroa, quien lidió en la independencia
dominicana.”
Y dice más al respecto el ilustre médico, poeta,
escritor y lingüista Lebrón Saviñón: “María Trinidad Sánchez murió con
entereza. Rechazó el perdón que se le ofrecía al precio de delatar a sus compañeros
de conspiración…”1
Diversas crónicas de antaño registran que en la
víspera del fusilamiento de María Trinidad Sánchez un poderoso personaje del
gobierno (Tomás Bobadilla Briones), más como añagaza que como sincero quid pro
quo, se le acercó a la heroína para ofrecerle el perdón de su vida a cambio de
que ella delatara a sus compañeros de conspiración.
Frente a esa indecorosa propuesta la respuesta tajante
de ella finalizó así: “Ellos son más útiles que yo a la causa de la República.
Prefiero que los ignoren y se cumpla en mí la sentencia.”
María Trinidad Sánchez tuvo una destacada
participación en las actividades de La Trinitaria, cantera de donde surgió el
proceso que culminó con la Independencia Nacional.
Ella fue una fervorosa seguidora de los ideales de
Juan Pablo Duarte y valedora de su sobrino, el patricio Francisco del Rosario
Sánchez, así como de otros patriotas que organizaban al pueblo para alumbrar la
República Dominicana.
La primera heroína y mártir dominicana desafió, con
sus hechos comprobados, las órdenes emitidas por el presidente del país (Haití)
ocupante del nuestro, el general Charles Riviére-Hérard.
Protegió a
todos los perseguidos que pudo y realizó tareas organizativas en medio de los
enemigos, con graves riesgos de su vida.
María Trinidad Sánchez también participó en la
confección del lienzo tricolor que simboliza la dominicanidad, conjuntamente
con Concepción Bona, María de Jesús Pina e Isabel Sosa.
El primero que escribió sobre el talante decidido de
María Trinidad Sánchez fue el trinitario José María Serra, quien en unos
apuntes memoriosos consignó los ingentes esfuerzos desplegados por esa gran
dominicana para que los sueños de Duarte y sus partidarios se convirtieran en
realidad.
Describe Serra que en sus afanes patrióticos, antes y
después del trabucado de Mella en la Puerta de la Misericordia, ella “en sus
propias faldas conducía pólvora.”2
Es importante
señalar, para mejor entender el contexto socio-político-religioso y cultural en
que ella se desenvolvió, que además de su devoción religiosa María Trinidad
Sánchez tenía conocimientos generales que sobrepasaban a los de la mayoría
de los hombres y mujeres de entonces,
tal y como coinciden todos sus biógrafos.
En efecto, el reputado historiador Vetilio Alfau Durán
en su obra Mujeres de la Independencia al referirse a ella apunta lo siguiente:
“Mujer de bastante instrucción para su época, a ella debió su sobrino Francisco
del Rosario Sánchez su iniciación en los estudios elementales.”3
Como María Trinidad Sánchez era una católica de
acrisolada fe en sus creencias, y se le reconocía haber leído textos
filosóficos y religiosos en el convento e Iglesia de Santa Clara, bajo la
orientación de las Monjas Clarisas, es permitido pensar que en los momentos
supremos de su vida, previo a su fusilamiento, bien pudo ella reflexionar
acerca de lo que en la obra titulada Meditaciones se atribuye al filósofo y
emperador romano Marco Aurelio Antonino (siglo II) sobre la vida, las actitudes
de los seres racionales, los valores humanos, la proyección del alma más allá
del espacio terrenal y la muerte misma como un punto que convoca a meditar
sobre lo humano y lo divino.
Al parecer tomando notas de unos manuscritos de Juan
Francisco Sánchez sobre los momentos postreros de la heroína y mártir, el
historiador Roberto Cassá señala en el tomo I de su obra Personajes Dominicanos
lo siguiente:
“Los integrantes del pelotón de fusilamiento
intentaron evadir la carga de fusilar a una mujer, por lo que desviaron las primeras
dos descargas, lo que prolongó la agonía y puso de relieve una entereza
estoica.”4
Diversas crónicas recogen el dato de que el traje de
María Trinidad Sánchez se incendió con la descarga de plomo que finalmente le
hicieron los fusileros encargados de cometer el magnicidio.
Una provincia situada en el nordeste del país fue
bautizada con su nombre. Calles, escuelas, institutos y barrios diseminados por
todo el país también se denominan María Trinidad Sánchez. Es un justo
reconocimiento a su valía en la lucha patriótica que libró antes y después de febrero de 1844 y
en el año que le siguió.
Bibliografía:
1-Historia de la cultura dominicana. Editora Amigo del
Hogar, 2016.P 217.Mariano Lebrón Saviñón.
2-Apuntes para la historia de los trinitarios. Primera
publicación 1887.P21.José María Serra.
3-Mujeres de la Independencia. Editora Alfa y
Omega,2009.P28. Vetilio Alfau Durán.
4- Personajes Dominicanos. Tomo I. Editora Alfa y
Omega,2013.P268. Roberto Cassá.
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