HAITÍ: INVADIDO EN EL 1915 (1 de 2)
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Haití ha sido ocupado en diversas
ocasiones: tropas francesas, inglesas, alemanas y norteamericanas han pisado su
suelo.
Es una especie de ritornello de su
convulsa historia. Un caso parecido al castigo impuesto al rey Sísifo de la
mitología griega, empujando una piedra que siempre caía antes de llegar al tope
de una montaña.
Quizás sea el país latinoamericano que
más se asemeja al uróboro, el concepto representado por un simbólico dragón
girando sobre sí mismo, para siempre volver a morderse la cola.
Hace pocos días el político que ejerce
nominalmente como primer ministro de Haití ha pedido que su país sea ocupado
por tropas extranjeras, ante el acoso de grupos de malhechores fuertemente
armados que tienen acorralado a su gobierno de plastilina y bajo terror al
pueblo.
Un informe del embajador de los EE.UU.
en Haití, Arthur Bailly Blanchard, fechado el 22 de febrero de 1915, hace ahora
107 años, no podía ser tan parecido (con sus gruesos matices) con la realidad
de hoy.
Así escribió el referido diplomático
desde la capital haitiana: “La ciudad ha estado prácticamente sin comida y sin
agua durante los últimos tres días y los revolucionarios han detenido el
ingreso de todos los alimentos y han cortado el suministro de agua, una
situación que han declarado que se mantendrá mientras el presidente Théodore
siga en el cargo.”
Por muchos motivos ahora es oportuno
recordar algunos detalles relacionados con la invasión que en el 1915 hicieron
tropas estadounidenses que penetraron primero por el puerto de Leogane, llamada
por los haitianos la ciudad de Anacaona.
En el 1915, como antes y después, han
sido brutales los enfrentamientos entre diversos grupos de las élites haitianas
que siempre han usado sus peones y alfiles en el tablero del ajedrez político y
económico.
Desde el 1911 la violencia se incrementó
en Haití a niveles espantosos. Había un crecimiento vertiginoso del desorden, la
inseguridad y el pánico.
El punto de partida de ese caos fue el
derrocamiento el 3 de agosto de dicho año del presidente Francois Antoine
Simon, nacido en la sureña ciudad de Les Cayes.
Fue expulsado del poder por el general
Cincinnatus Leconte, nativo de la norestana comunidad de Juana Méndez
(Ouanaminthe) y bisnieto de Jean-Jacques Dessalines, primer gobernante haitiano
y cuyo nombre también tenía.
Cincinnatus Leconte había sido designado
por el congreso haitiano para gobernar por siete años, pero sólo sostuvo el
bastón de mando durante 358 días.
En el 1912 Leconte perdió la vida cuando
una potente explosión destruyó el Palacio Nacional de Haití, cuya arquitectura
era de estilo renacentista.
Vale decir que ese Cincinnatus en nada
se parecía a su tocayo de la Antigua Roma, quien fue un hombre de muchas
virtudes y notable sabiduría militar y política.
En poco menos de un lustro, hasta que
llegaron con sus fusiles y bayonetas los marines americanos, se sucedieron 6
hombres en la presidencia haitiana.
Los EE.UU. alegaron que la ocupación
militar de Haití en el 1915 era para salvar al pueblo. Hay pruebas a borbotones
que demuestran lo contrario.
Los hechos de entonces están plasmados
en la historia. El objetivo allí del presidente estadounidense Woodrow Wilson y sus socios era proteger y expandir sus
intereses económicos y geopolíticos.
Esa acción basada en el músculo del
poder militar contó con la complicidad
de la llamada burguesía haitiana, integrada esencialmente por mulatos de Puerto
Príncipe y de pueblos situados al sur de la capital de Haití.
La mayoría de los negros se opusieron,
especialmente los que vivían en el norte montañoso y los del Departamento
Central, con Charlemagne Péralte a la cabeza, el venerado héroe nacido en la
ciudad de Hincha, quien nunca cesó su lucha contra los invasores de su país.
Fue asesinado el 1 de noviembre de 1919, luego de ser traicionado por un sujeto
cercano a él.
Uno de los más profundos análisis de
aquella invasión, que duró 19 años, lo hizo el gran intelectual haitiano
Gerard-Pierre Charles al explicar que:
“El año 1915 marca una fecha importante
en la historia de Haití y en la evolución del sistema sociopolítico. Es el fin
de ciento once años de independencia formal.”
Añadió Charles que esa independencia “se
fue disolviendo por el entreguismo de las clases dirigentes locales y los
apetitos expansionistas de los Estados Unidos.”(Haití. La crisis
ininterrumpida. P13).
Está documentalmente probado que tras
bambalinas los EE.UU. también atizaban la violencia que desde el 1911 sufría el
pueblo haitiano. Aplicaron en toda su extensión el viejo refrán: “a río
revuelto, ganancia de pescadores.”
En febrero de 1915, cuando todavía
ejercía la presidencia Joseph Davilmar Théodore, (a quien el gobierno de los
EE.UU presionaba para que le cediera el manejo de las finanzas, las aduanas y
los ferrocarriles) el jefe del barco de transporte de tropas USS Hancock, que
se movía en aguas cercanas a Haití con elementos del Quinto Regimiento de la infantería
de Marina, conociendo la actitud nacionalista y el espíritu combativo del
médico Rosalvo Bobo, escribió a sus superiores previniéndoles sobre dicho
personaje.
Roger Gaillard, el historiador y académico haitiano que más escribió sobre la
ocupación militar de su país en el 1915, divulgó muchos documentos reveladores
de lo anterior. Uno de esos documentos desclasificados lo envió el aludido jefe
de marines diciendo lo siguiente: “El hombre que, en el actual gobierno, es
probablemente el más opuesto a los Estados Unidos, es el doctor Bobo, ministro
del interior.”
Como se ve, con el tejemaneje de fuerzas
externas y colaboradores internos que formaban la élite mulata, aquella época
trágica llevó a Haití a padecer los rigores de otra “travesía del desierto.”
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