sábado, 8 de octubre de 2022

OVANDO EN LA HISTORIA DEL CARIBE (2 DE 3)

 

OVANDO EN LA HISTORIA DEL CARIBE (2 DE 3) 

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES 

El gobernador colonial Nicolás de Ovando (que lo era de la isla Española y de todas las Indias) fue el primero en traer a esta parte del mundo negros esclavos. Lo hizo desde España, en el 1502.

Esos cautivos eran llamados ladinos, por su conocimiento del idioma castellano, además de estar “aculturados y cristianizados.”

Ellos fueron la avanzada de los millones que años después serían traídos desde África a este lado del océano Atlántico.

Posteriormente Ovando refunfuñaba enviando comunicaciones a sus superiores en la metrópoli porque los esclavos negros (que ya eran numerosos) huían a los bosques, en claras expresiones de rebeldía. Alegaba que con eso “enseñaban malas costumbres” a los indios.

Esa desobediencia que causaba alarma a Ovando fue el germen de la primera rebelión formal que hicieron los esclavos negros en la isla Española, en una plantación de caña de Diego Colón; de acuerdo al relato del cronista Gonzalo Fernández de Oviedo en su obra Historia General y Natural de las Indias. 

Al examinar los documentos que existen sobre sus 7 años dirigiendo el gobierno en la isla Española se comprueba que Ovando tenía de sobra herramientas mentales para ordenar crímenes espantosos a mansalva, para la codicia, para favorecer a sus colaboradores más cercanos y también para mantener a raya a los que pudieran ser sus adversarios.

Para abultar su fortuna personal apartaba para sí importantes cantidades de dinero de los tributos de los habitantes bajo su gobierno. También se hizo dueño de casas, solares, hatos ganaderos, trapiches, grandes retales de tierra para cultivos diversos, minas de oro, etc.

En la Recopilación de Leyes de los Reinos de Indias que se hizo en el 1680 se estableció sin ningún rodeo que “el derecho de alcabala pertenece al rey y se manda cobrar en las indias”; pero es evidente que en el caso del gobierno de  Ovando (1502-1509) había facilidades para que él se cebara.

Pero su huella como gobernante también quedó fijada fundando pueblos de un extremo a otro de la isla. A su tarea de constructor se debe, por ejemplo, el perfil arquitectónico de la zona más antigua de la ciudad de Santo Domingo.

La capital dominicana fue originalmente fundada por Bartolomé Colón en la ribera oriental del río Ozama, el 5 de agosto de 1498.

Esa entonces pequeña población estaba formada básicamente por unas decenas de chamizos, pero luego de uno de los acostumbrados ciclones que azotan la zona del Caribe quedó tan maltrecha que un día cualquiera del 1503  Nicolás de Ovando ordenó su traslado al margen occidental de dicho río.

A partir de esa decisión comenzó el proceso de construcción de obras como el hospital san Nicolás de Bari, considerado el primero de América. En fin, la ciudad de Santo Domingo cambió el pobre paisaje arquitectónico que tenía hasta que Ovando arribó a ella el 15 de abril de 1502, en la nao Santa María de la Antigua, al frente de una armada de 32 embarcaciones.

Varios de los edificios cuya construcción fue ordenada por Ovando, con paredes y techos de piedra, aplicando las técnicas de cantería, siguen en pie después de más de 500 años.

Por esa faceta de su vida fue calificado como “el verdadero colonizador y uno de los hombres más extraordinarios que ha pasado por América.”(Historia de la Cultura Dominicana.P.113.Mariano Lebrón Saviñón).

Entre los pueblos que ordenó fundar Ovando cabe mencionar San Juan de la Maguana, Azua, Puerta Plata,  Higüey, Cotuí, El Seibo y San Cristóbal, en el hoy territorio dominicano; así como  Bayajá, Yaguana, Jacmel, Cabo Haitiano, Hincha y Les Cayes, en la parte que ahora es la República de Haití. 

Varios de esos pueblos, llamados por algunos como ovandinos, tenían el mayor movimiento portuario del Caribe insular. Santo Domingo y Puerto Plata eran  los más activos en el siglo XVI.

Tal vez imbuido por esa actitud de hacedor de pueblos que tenía ese férreo gobernante colonial fue que Joaquín Balaguer, en su poema titulado Nicolás de Ovando, lo califica de “titán creador”, “merecedor de una imperial corona”, pero concluye diciendo que toda la gloria que logró al fundar “once ciudades” la mancilló “al llevar a la horca a Anacaona.” En la Isla inocente, otro de sus poemas, dicho autor puntualizó que: “…después Ovando trajo el martirio.”(Obras Selectas. Tomo III.Pp.370 y 641).

Ovando ostentó el título nobiliario de Comendador de Lares de la Orden Militar  de Alcántara. A partir del 20 de agosto de 1502 fue ascendido a Comendador Mayor de la misma.

Cuando murió, con 51 años de edad, fue enterrado como si hubiera sido un santo varón en el convento de San Benito de la ciudad de Alcántara, en su Extremadura natal.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario