sábado, 28 de noviembre de 2020

SUICIDIOS HISTÓRICOS (III):SILVA, GARCÍA Y ARENAS

 

SUICIDIOS HISTÓRICOS (III). DOS POETAS Y UN PRESIDENTE: SILVA, GARCÍA Y ARENAS.

 

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

 

Albert Camus,  en  su ensayo filosófico titulado El Mito de Sísifo, se refiere a que “no hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio.” Tal vez el gran novelista, filósofo y dramaturgo francés fue muy absoluto en su juicio al respecto, aunque para ello se apoyara en parte en las reflexiones del poeta griego Píndaro.

Lo cierto es que se hace difícil tan siquiera aproximarse a juzgar los por qué de la suprema decisión de los suicidas. No basta para clarificar ideas en torno a ese tema, tan humano y a la vez misterioso, colocarse en el pedestal de la filosofía.

Los ejemplos que describo a continuación son pruebas elocuentes de los meandros que tiene la mente.

José Asunción Silva Gómez

 

José Asunción Silva Gómez fue un poeta colombiano que en la madrugada del domingo 24 de mayo de 1896, en la calle 14 No.13 de un barrio bogotano, decidió desvincularse de la vida terrenal cuando apenas tenía 30 años de edad.

Dicen que estaba abrumado por deudas y otras muchas dificultades e incomprensiones que considero innecesario enumerar aquí.

Algunos de sus biógrafos han escrito que cerca de su cadáver había un ejemplar del libro titulado El Triunfo de la muerte, autoría del periodista, poeta y novelista de los Abruzzos italianos Gabriele D Annunzio.

Tal vez lo había leído con alguna delectación morbosa antes de auto infligirse un balazo en el corazón, poniendo así término a sus pesares.

Como en muchos suicidios famosos, en el de José Asunción Silva no dejó de haber controversia, especialmente en los primeros 50 años de su trágica muerte. Se tejieron y destejieron mil y una versiones sobre su trágica decisión, de la cual él no dejó ninguna nota.

Uno de sus biógrafos, Enrique Santos Molano, dice que lo que hubo fue un asesinato, y basa esa afirmación un tanto estrambótica en una serie de detalles que desgrana y trata de explicar para conducir a su hipótesis sin elementos probatorios que la sustenten.

Así escribió Santos Molano, embistiendo como un moloso a todos los que tenían una opinión diferente a la suya sobre el tema: “No hay tal depresión del poeta, ni un suicidio anunciado…Nunca hubo crisis de nervios en Silva, era un hombre aplomado, la locura súbita es descartada. No hay tales amores incestuosos…las pruebas circunstanciales recogidas en esta investigación me han dejado con la convicción absoluta de que Silva no se disparó sino que le dispararon.”1

Silva escribió muchos poemas, entre ellos más de 20 que por su calidad han superado el tiempo y se mantienen entre los mejores de América. También cultivó brevemente la prosa con su novela titulada  De Sobremesa.

Su poemario inicial lo tituló Poesías.  Esa obra sería luego prologada por nada más y nada menos que Miguel de Unamuno, un nombre sonoro en las letras y la intelectualidad hispanoamericana de finales del siglo antepasado y las 3 primeras décadas del siglo 20.

Unamuno escribió que la originalidad de Silva estaba en el fondo, en la forma, en el tono y en el ritmo interior. Y subió el pendón de su admiración hacia el poeta bogotano así: “Silva canta como un pájaro, pero un pájaro triste, que siente el advenimiento de la muerte a la hora en que se acuesta el sol.”2

A pesar de que no llegó a madurar su gran potencial poético está considerado en la historia de la literatura latinoamericana como uno de los principales impulsadores del Modernismo que, en su esencia y autenticidad, fue uno de los mayores aportes de las letras de esta región al mundo.

Se celebran, sin ningún pero en el camino, sus rimas como “agua/fragua/piragua”, en su  poema Paisaje Tropical. Y en Serenata descuelga la consonancia con “narra/barra/guitarra.” Parte de esa cualificación poética la describió en el 1942 Fernando Vallejo al analizar el universo poético del poeta bogotano suicida en su ensayo titulado La Muerte de Silva.3

Hay un amplio consenso entre los estudiosos de la historia poética latinoamericana de que Silva fue el que colocó por primera vez el erotismo en la poesía colombiana cuando divulgó poemas así: “Desnuda tú en mis brazos fueron míos tus besos/Temblabas y eras mía, temblabas y eras mía bajo el follaje espeso.”

En algunos círculos a Silva se le conocía como el ilustre cachaco, por descender de bogotanos, y por su propio nacimiento en la capital de Colombia.

Su valía en la literatura no sólo está consignada en su aparición en muchas de las principales antologías sobre la poesía del siglo pasado, sino también porque su nombre figura desde hace muchas décadas en los principales análisis sobre las letras hispanoamericanas, y específicamente sobre el Modernismo.

El escritor y político argentino Alberto Ghiraldo escribió en el 1932 un ensayo sobre la producción literaria del insigne poeta nicaragüense Rubén Darío,  y al referirse a los precursores del Modernismo hace mención de manera destacada y reiterada de José Asunción Silva Gómez.

En efecto, así se expresó Ghiraldo hace ahora 88 años desde su cátedra en Madrid: “Gutiérrez Nájera en Méjico, José Asunción Silva en Colombia, Julián del Casal en Cuba, y José Martí y Rubén Darío en América toda y en España, son los autores…de un movimiento que ha dado por resultado el actual modernismo, o sea esa sensibilidad de estilo de que están impregnados los poetas sucesores del romanticismo…”4

Es posible que Rubén Darío se inspirara en la trágica figura de Silva cuando le dedicó un poema a los poetas: “Y el mundo a carcajadas se ríe del poeta y le apellida loco, demente, soñador, y por el mundo vaga cantando solitario, sin sueños en la mente, sin goces en el alma, llorando entre el recuerdo de su perdido amor…Prosigue, triste poeta, cantando tus pesares; con tu celeste numen sé siempre bueno y fiel.”

Tan importante ha sido siempre la poesía brotada de las profundidades del alma de José Asunción Silva, que en una ocasión sirvió de guarida emocional a Pablo Neruda cuando llegó a dar una conferencia a los miembros de un sindicado de cargadores de productos agrícolas en el mercado popular más grande de Santiago de Chile.

Así se expresó el Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda: “Cuando entré a aquella sala destartalada sentí el frío del Nocturno de José Asunción Silva, no sólo por lo avanzado del invierno, sino por el ambiente que me dejaba atónito. Sentados en cajones o en improvisados bancos de madera, unos cincuenta hombres me esperaban.”5

El gran dominicano Pedro Henríquez Ureña hace más de una mención del poeta Silva en sus estudios métricos. Dice que en eso de crear pie silábico Silva fue precursor de Rubén Darío.

Henríquez Ureña, considerado uno de los más eminentes intelectuales del siglo 20 en todo el continente americano, se expresó así: “Probablemente, Silva precedió a Darío también en la afición al eneasílabo.”6

Algunos exégetas de la icónica novela Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez, han situado a José Asunción Silva como uno de sus personajes, haciendo una vinculación del frustrado balazo en una zona cercana del corazón que se hizo el coronel Aureliano Buendía y el plomazo mortal del poeta bogotano.

Esa conexión la hacen aprovechando los dos tiempos (el histórico y el místico) que aparecen en esa obra del genio del poblado de Aracataca, en el mar Caribe que baña una parte de Colombia.

Alan García Pérez

El  abogado, político, orador y escritor Alan Gabriel García Pérez está en la larga y accidentada historia del Perú como uno de sus personajes más emblemáticos.

Nació en la costa peruana, específicamente en su principal ciudad, Lima, el 23 de mayo de 1949. Tuvo un largo ejercicio en la vida pública de ese país que forma parte del Altiplano andino.

Se suicidó de un balazo en la cabeza en su domicilio limeño la mañana del 17 de abril del 2019, hace ahora menos de dos años, cuando fiscales y policías fueron a capturarlo, con una orden de detención preliminar, por sus presuntas vinculaciones con actividades criminales patrocinadas por una empresa brasileña que corrompió a centenares de políticos, empresarios y cabilderos en varios países de América Latina.

Alan García era uno de los políticos de estos tiempos con mayor formación académica, habiéndose educado en universidades peruanas, españolas y francesas, tal y como se comprueba al leer su extenso curriculum vitae.

Fue presidente del Perú durante dos períodos no consecutivos: Desde el 28 de julio de 1985 hasta el 28 de julio de 1990 y desde el 28 de julio del 2006 hasta el 28 de julio del 2011.

También fue diputado y senador. Escribió varios libros de historia y de doctrina política. Poseía una depurada y persuasiva oratoria. Era un pensador.

En su primer período gubernamental tuvo fuertes enfrentamientos con los organismos financieros internacionales, lo cual provocó que la República del Perú sufriera una desconocida hiperinflación,  lo cual hizo que la moneda se devaluara, con un altísimo costo para su estructura industrial y comercial y el consecuente constreñimiento económico para la población.

La decisión  del presidente Alan García de sólo pagar la deuda internacional hasta el 10% de las entradas que recibía el país por sus exportaciones creó un enorme disgusto en el Fondo Monetario Internacional, poderoso organismo que le fue cerrando las puertas para que la tierra de Santa Rosa de Lima y Chabuca Granda no tuviera acceso a las fuentes económicas externas.

Su casa política fue el Partido Aprista Peruano, fundado y dirigido hasta su muerte por el filósofo, antropólogo, economista y brillante líder político Víctor Raúl Haya de la Torre.

El fundador de la plataforma política donde se formó Alan García estaba exiliado en México, (donde llegó expulsado de su tierra por el presidente Augusto Bernardino Leguía, por ser un férreo opositor a su gobierno dictatorial conocido como el Oncenio).

Fue en México que Haya de la Torre creó dicho partido, en el 1924.  Originalmente lo llamó Alianza Popular Revolucionaria Americana, con el objetivo de diseminar por toda América Latina movimientos políticos y sociales que sirvieran de escudo protector para enfrentar las políticas expansionistas y de imposición económica y militar de los EE.UU.

Los padres de Alan García también formaron parte del grupo de fundadores de ese histórico partido que se convirtió en una escuela política para muchos dirigentes latinoamericanos que veían en Haya de la Torre una figura fuera de serie, por su inteligencia, honestidad y tenacidad.

Precisamente el suicida García Pérez fue uno de los alumnos más cercanos de Haya de la Torre, del cual escribió lo siguiente: “Estaba en un campamento juvenil del partido a orillas del río Rímac. No me separaba ni cinco metros de este semidiós y me sentía como en la Capilla Sixtina. Era imponente, un vasco antiguo, blanco y con barba, con una enorme cabeza que para mí solo podía ser sinónimo de una maciza inteligencia.”7

Cuando terminó su primer gobierno fue objeto de una tenaz persecución de parte de su sucesor Alberto Fujimori. Éste renunció casi 8 años después, vía fax desde Japón,  envuelto en un mayúsculo escándalo  de robos y crímenes. García retornó a su país y después de un primer fracaso electoral volvió a ganar las elecciones presidenciales, culminando su segundo mandato, como indico más arriba, el 28 de julio del 2011.

 

Reinaldo Arenas Fuentes

 

Reinaldo Arenas Fuentes fue un novelista, poeta, ensayista y dramaturgo cubano, nacido el 16 de julio de 1943 en un pequeño pueblo de nombre poético, Aguas Claras.

Tuvo una vida siempre trillada al borde del precipicio de su propia existencia, tal y como lo relata él mismo en una de sus obras esenciales. Fue contrario a la dictadura batistiana, apoyó en principio al gobierno instaurado en Cuba desde 1959 y luego se convirtió, por una miríada de motivos, en un disidente con categoría de peligro.

En su pentagonía novelística versada sobre la Revolución Cubana Reinaldo Arenas Fuentes desgaja, con no poco desparpajo, su entusiasmo inicial, su desilusión, desengaño y  finalmente su abierto enfrentamiento con los comandantes que en el 1959 destruyeron el entramado de latrocinio y crímenes que hasta entonces encabezaba el que en una ocasión fue llamado por alguien de los servicios secretos estadounidenses como “un sargento llamado Batista”.

Reconocidos sodomistas, locas regias les llamó Arenas, le abrieron en su tierra natal un expediente de sodomía (tipificado de crimen en el código penal cubano, con los matices de lo que fue una real cédula impuesta en el 1516 por el rey español Carlos V). Eso formaba parte del largo rosario de acusaciones en su contra por ser contestatario al régimen político de su país.

Por razones políticas más que personales padeció durante largos meses (1974-76) en  La Habana los suplicios de las mazmorras del Castillo del Morro, también en Villa Marista y otra cárcel situada en un sector llamado Flores. El narra con precisión milimétrica los horrores que vivió junto a otros en esos lugares. (Antes de que Anochezca, páginas 203-248).

Finalmente pudo irse de Cuba como parte del éxodo conocido como el Mariel, que se produjo en 1980, y donde se coló con auténticos disidentes una morralla humana que en cierto modo representaba parte de la hez social habanera.

Su salida de Cuba no fue fácil para él. Tuvo que transformarse metafóricamente en una especie de harina de centeno, cebada, yuca, trigo, maíz o avena, pues para abordar uno de los barcos cambió su apellido Arenas por Arinas, o sea que salió al exilio del que no retornó como Reinaldo Arinas. Era el surrealismo caribeño otra vez en su máxima expresión.

Reinaldo Arenas se  suicidó en la ciudad de New York, EE.UU., el día 7 de diciembre de 1990, cuando tenía 47 años de edad. Había desarrollado una vida intensa en muchas vertientes de su existencia.

Los nubarrones de la impotencia física (por los efectos del sida que padecía) y sentimental por las añoranzas de su patria, habían hecho estragos en él y ya no podía asimilar los sabores de la vida.

El gran escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, una de las plumas más célebres de América Latina, al referirse a Reinaldo Arenas y a su obra literaria pintó este estremecedor cuadro: “Su pansexualismo es, siempre, homosexual. Lo que lo hace una versión cubana y campesina de un Walt Whitman de la prosa y, a veces, de una prosa poética que es un lastre de ocasión en ocasión.”8

El poeta Arenas fue uno de esos seres con una marca distintiva en su vida; de los que pueden ser localizados en su mismidad como se hace con las huellas que dejan en su desplazamiento por tierra mojada las gallinas recentinas para llegar al lugar donde acurrucan sus polluelos.

En la lectura de su autobiografía novelada titulada Antes de que Anochezca el lector capta que Arenas era un pensador que reflexionaba sobre Nuestra Señora de la Caridad, también llamada la virgen del Cobre, y su hermoso santuario situado a unos 18 kilómetros al oeste de la gran ciudad de Santiago de Cuba; pero también incursionaba en juicios sobre la santería, con la religión yoruba y sus orishas más famosos como Obbatalá, Yemayá, Oshún y paro de contar.

Sin embargo, él nunca encontró acomodo ni en un lado ni en el otro. Ello dicho sin que predominara en su ser una creencia específica sobre otras vertientes de la religiosidad.

Reinaldo Arenas comienza el capítulo final de la referida autobiografía con estas reveladoras palabras: “Los sueños y también las pesadillas han ocupado gran parte de mi vida. Siempre fui a la cama como quien se prepara para un largo viaje: libros, pastillas, vasos de agua, relojes, una luz, lápices, cuadernos. Llegar a la cama y apagar la luz ha sido para mí como entregarme a un mundo absolutamente desconocido y lleno de promesas, lo mismo deliciosas que siniestras.”9

 

Cuando se leen las obras de Reinaldo Arenas, y se conoce su trayectoria vital, a uno le asalta la impresión de que a él la vida le fue peor que la muerte, en diapasón con una de las célebres reflexiones del neurólogo austriaco Sigmund Freud.

La última prueba de lo anterior quedó demostrada en uno de los papeles que él  dejó no publicados. Fue su nota de despedida, en la cual, entre otras cosas, dijo: “Queridos amigos: debido al estado precario de mi salud y a mi terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida…Mi mensaje no es un mensaje de derrota, sino de lucha y esperanza…Cuba será libre. Yo ya lo soy.”10 

Más explícito no podía ser el escritor colombiano José Guillermo Ángel (Memo Ánjel) cuando  escribió  de  Arenas lo siguiente: “Literatura que consume, sexo pasivo y política, conforman la trilogía del escritor cubano Reinaldo Arenas. Y no por partes sino juntas, como una llamarada creada por un adicto a todos los fuegos, los del infierno y las velas de las iglesias.”11

 

Bibliografía:

1-El corazón del poeta.Biografía de Silva.s/p de imprenta,1942. Enrique Santos Molano.

2- Prólogo a José Asunción Silva, Poesías.Salamanca, España, marzo de 1908. Miguel de Unamuno.

3-La muerte de Silva, Bogotá, 1942. Credencial Historia No.76.Fernando Vallejo. 

4-Prólogo del libro “Rubén Darío.Obras poéticas completas.”Madrid, España,1932. Alberto Ghiraldo. Reimpresa en R.D. por editora Alfa y Omega,1986.

5- Confieso que he vivido. Editora Mediasap Group, 1974.P277.Edición dominicana patrocinada por El Siglo,1974.Pablo Neruda.

6-Obras completas, tomo III. Estudios métricos. Editora Universal, 2003.Pp431 y 432.Pedro Henríquez Ureña.

7-Víctor Raúl Haya de la Torre visto por Alan García.

8- La destrucción del sexo. El País, 29 de mayo de 1992. Guillermo Cabrera Infante.

9-Antes de que Anochezca. Impresora Grafos, Barcelona, España.4ta.edición,2004.P335. Reinaldo Arenas.

10-Nota de despedida, New York, EE.UU. Diciembre 1990. Reinaldo Arenas.

11-Reinaldo Arenas contra Fidel: sin vida en la isla y sin nada por fuera de la isla. Madrid. El Mundo.2016. Memo Ánjel.

Publicado el 28 de noviembre del 2020.www.Diario Dominicano.

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