sábado, 13 de marzo de 2021

LA REVOLUCIÓN DE LOS ITALIANOS

 

LA REVOLUCIÓN DE LOS ITALIANOS

 

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

 

En lo que desde el 27 de febrero de 1844 es la República Dominicana se produjo, 36 años antes de su independencia, un movimiento armado llamado La Reconquista, encabezado por un dueño de hatos de ganado vacuno y haciendas agropecuarias llamado Juan Sánchez Ramírez.

El objetivo de los insurgentes era doble: expulsar a los franceses que mediante el Tratado de Basilea, firmado en el año1795, ocupaban a título de colonia la parte oriental de la isla de Santo Domingo y devolverle a España el control sobre esta tierra ubicada en un punto central del mar Caribe.

El derrocamiento de las autoridades francesas, que avasallaban al pueblo dominicano en proceso de formación, no significó ningún alivio para la población, que al contrario veía como su miseria y se incrementaba por la mala administración de los nuevos dueños.

Esa etapa de la historia del pueblo dominicano, que se extendió desde julio de 1810 hasta diciembre de 1821, fue bautizada como La España Boba.

Como era de esperarse la precariedad económica y la sofocación social trajo como resultado un enorme disgusto en el grueso de la población que sufría una disminución progresiva en su de por sí ya difícil situación.

Ese panorama era el mejor caldo de cultivo para que espíritus inquietos comenzaran a vislumbrar alguna posibilidad de rebelarse contra los causantes de la agudización de los males que les afectaban.

El primer conato de rebelión que se produjo en el llamado período de La España Boba fue en el 1810.

Se le denominó conspiración de los italianos, porque el principal acusado había nacido en Italia y tenía vínculos de amistad y de negocios con otras personas de su misma procedencia.

Los participantes reales, y otros que eran inocentes pero fueron implicados en la conjura contra el capitán general de la colonia, brigadier Juan Sánchez Ramírez, sufrieron los rigores de un seudo proceso judicial que tuvo para ellos consecuencias fatales.

Los oficiales militares Emilio Pezzi, Galo y Gazotti, italianos residentes aquí desde hacía varios lustros, fueron encarcelados y se les consideraba como los principales promotores de acciones conspirativas.

Posteriormente se comprobó que los dos últimos no estaban implicados en el intento de asonada. Sus nombres no figuran en el expediente acusatorio sobre el caso, aunque la historia no registra su destino posterior.

Junto con el capitán Emilio Pezzi fueron sometidos a un proceso judicial el teniente de la Séptima compañía de morenos Santiago Foló y los señores José Ricardo Castaños, Juan José Ramírez y Cristóbal Huber.

Los cuatro primeros acusados arriba mencionados fueron condenados a muerte, con mandato de profanar sus cadáveres. El procesado Huber fue penado a diez años de presidio y trabajos públicos. A todos se les confiscaron sus bienes. 

La sentencia draconiana sobre ellos, que en gran medida simbolizó lo que fue La España Boba en materia judicial, fue dictada el 25 de septiembre de 1810. Al pie de la misma aparecen las firmas de Juan Sánchez Ramírez, Leonardo y José Joaquín del Monte y Domingo Díaz Páez.

Esa decisión judicial decía en parte lo siguiente:

“Fallo que, haciendo justicia, debo condenar y condeno a la pena de muerte en la horca pública a los referidos Santiago Foló, José Ricardo Castaños y Juan José Ramírez, y a Emilio Pezzi a ser pasado por las armas…que se les ponga a los cadáveres una inscripción en el pecho en letras grandes que diga: Así castiga la justicia al que es traidor a la Patria; y que sus cabezas, separadas de los cuerpos por el ministro ejecutor después de estar seis horas pendientes en el patíbulo a vista de todo el pueblo, se pongan para condigno castigo y ejemplar escarmiento de todos en picotas elevadas.”1 

Los condenados a muerte Foló, Castaños y Ramírez fueron ahorcados y Pezzi fue fusilado. Los verdugos ejecutaron a los presidiarios el mediodía del domingo 28 de septiembre de 1810.

Las notas del legajo de dicho expediente revelan que ese fue un día de mucha lluvia en la ciudad de Santo Domingo. Eso determinó que aunque los castigados a la pena capital fueron sacados de la celda a las diez de la mañana tuvieron que esperar dos horas para que el público pudiera presenciar el macabro hecho de su muerte.

Así fue porque el escarmiento para la población formaba parte del ius puniendi, o potestad punitiva que se arrogaron Sánchez Ramírez y los demás firmantes de la sentencia mencionada.

Relatos del pasado dicen que ese amago de rebelión protagonizada por el italiano Pezzi, y otras que también fracasaron, fueron minando la salud del capitán general colonial Juan Sánchez Ramírez.

Lo que ese hecho no afectó fue su enfermiza adhesión al imperio español, tal y como se desprende de sus últimas comunicaciones.

Bajo los rigores que provocaron el sobrenombre de La España Boba, y luego de haber dominado  con terror escalofriante la denominada rebelión de los italianos, Sánchez Ramírez, ya en la antesala de su muerte, (así dijo: “desde el lecho en que estoy postrado y sufriendo los rigores de una grave y penosa enfermedad…”) seguía aferrado a su sampiterna creencia de que España era la salvación del pueblo dominicano. 

Buscando, entre otras cosas, sacar a la colonia de la postración económica en que estaba, y que le valió el susodicho mote de La España Boba, el capitán general Sánchez Ramírez le dirigió al rey Fernando VII, el 13 de enero de 1811, una comunicación cargada de zalemas en la cual resaltaba el supuesto aprecio y la digna confianza que a su decir le había prodigado a él dicho soberano por “la Reconquista de esta vuestra Isla, en unión de mis amados compatriotas.”

Luego de exponer un largo relato de todo lo que hizo, “pasando de villa en villa y de lugar en lugar”, conquistando combatientes y exponiéndose a todos los peligros para la Reconquista, Sánchez Ramírez concluyó recordándole al Borbón que apodaban “el rey Felón”, que: “Por último, tremoló el Real Pabellón de España en esta capital y sonó el augusto y respetable nombre de Fernando VII entre festivas aclamaciones.”2

La conocida como rebelión de los italianos, al margen de su fracaso, dejó un mensaje de insumisión que siempre ha acompañado al pueblo dominicano, víctima casi permanente de gobiernos indolentes unos y abiertamente abusivos otros.  

Bibliografía:

1-Sentencia dictada el 25 de septiembre de 1810. Referencia: Conspiración de los italianos.

2-Carta de Juan Sánchez Ramírez al rey Fernando VII. 13 de enero de 1811.

Publicado el 13-marzo-2021.

 

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