sábado, 24 de octubre de 2020

MÉXICO (II),MAGNICIDIOS

 

MAGNICIDIOS EN MÉXICO (II)

  

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

En las jornadas bélicas independentistas de México se produjeron los magnicidios de los curas Hidalgo y Morelos, quienes por su proceridad adquirieron la estatura de padres de la patria.

Sin embargo, un análisis detallado de los crímenes contra personalidades sobresalientes de ese país permite afirmar que la mayor parte de los magnicidios ocurridos en México se registraron en el marco de la revolución que comenzó allí el 20 de noviembre de 1910, cuando el pueblo en armas, acicateado por figuras destacadas de su historia, se rebeló contra la larga dictadura de Porfirio Díaz.

Lo que se produjo entonces en ciudades, pueblos, aldeas, caseríos y campos de México fue una especie de Armagedón en términos sociales y políticos; sin los matices que contiene dicho vocablo en el Apocalipsis.

Cuando comenzó la revolución mexicana hacía apenas 10 años que las masas populares francesas, con sus convulsiones en las calles, habían dado origen en términos sociológicos a la frase "acción directa."Así actuaron los grupos populares franceses para defender sus derechos machaconamente violentados por un poder obstinado en perpetuar las injusticias.

Aunque con un dejo de lamento por el uso de la violencia, el gran pensador español José Ortega y Gasset sostuvo muchos años después, en su esclarecedor ensayo titulado Por qué las masas intervienen en todo, y por qué sólo intervienen violentamente, que "es innegable que ella significa el mayor homenaje a la razón y la justicia."De inmediato agregó: "...en todo tiempo, cuando la masa, por uno u otro motivo, ha actuado en la vida pública, lo ha hecho en forma de "acción directa". Fue, pues, siempre el modo de operar natural de las masas."1

Lo que en México se conoce como la llamada Decena Trágica se abrió cuando en febrero de 1913 Victoriano Huerta y otros traidores derrocaron y asesinaron al presidente Francisco I. Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez.

Detrás de ese doble magnicidio ocurrieron otros clasificados con igual magnitud por la historia del país latinoamericano situado más al norte del continente llamado América.

La revolución mexicana no estuvo, y no podía estarlo, exenta de las tensiones con su poderoso vecino del Norte. La geopolítica permite comprobar que hubo en el pasado despojos territoriales y violaciones constantes de la soberanía de México por parte de los Estados Unidos de Norteamérica.

Es válida la digresión para decir que en la novela titulada Gringo Viejo el gran escritor, diplomático y académico mexicano Carlos Fuentes señala con gran realismo los conflictos fronterizos de EE.UU y México; incómoda situación que tal vez fue lo que motivó que Gringo Viejo escribiera como nota premonitoria que "ser un gringo en México; eso es eutanasia." Lo hizo antes de aventurarse a penetrar a la tierra vecina, acompañado con "su vieja amiga la muerte."

Esa importante obra está basada en la misteriosa presencia en las montañas y valles revueltos del norte de México, en la segunda década del siglo pasado, del septuagenario periodista y escritor estadounidense Ambrose Bierce, así como su misteriosa desaparición, tal vez en Zacatecas o en Chihuahua.

Esa convulsa etapa de la historia de México, que copó las dos primeras décadas del siglo pasado, también llevó a Fuentes a describir el escenario interior de los campos de batalla en que se convirtió una amplia franja de ese inmenso país; donde interactuaban "un viejo senador perfumado", como Carranza; y caciques rurales que éste odiaba por ser campesinos descalzos, iletrados y mascadores de tacos..."2

José María Morelos Pavón

José María Morelos Pavón nació el 30 de septiembre de 1765 en la tierra que luego fue bautizada en su honor con el nombre de Morelia. Por sus venas corría un torrente de rebeldía que lo llevó a ser una figura fundamental en la historia mexicana.

Fue Presidente del Supremo Gobierno mexicano durante un año y 12 días (22-octubre 1814-5-noviembre-1815).El día que se produjo su magnicidio desayunó con pan y café. Eran las 4 de la tarde del 22 de diciembre de 1815 cuando dos descargas de fusiles pusieron fin a su vida terrenal.

Morelos previamente pudo rezar el significativo salmo 51, tan invocado en el cristianismo en momentos de tribulaciones. Tenía 50 años de edad y un lustro de intensa lucha por la libertad de su país.

Días antes había sido capturado junto con doscientos combatientes que le seguían por la Sierra Madre del Sur, con rumbo hacia la costa del Pacífico Mexicano.

Morelos Pavón cayó por la superioridad numérica y armamentística que en la zona tenían las tropas españolas al mando del virrey y primer Conde de Calderón, Brigadier Félix María Calleja. Amén de que en esa ocasión no fue efectiva su famosa táctica de descarga ciega de infantería, por diversos factores que incluían aspectos particulares de la orografía del lugar.

En los papeles amarillentos que recogen su historia hay dos caricaturas de procesos judiciales en su contra. En un juicio militar las autoridades coloniales españolas lo acusaron de todo lo que quisieron para culminar declarándolo traidor e imponerle la pena de muerte.

En plena concordancia con lo anterior, al evacuar una sentencia de degradación contra el patriótico sacerdote Morelos, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (tal y como figura en la obra Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana) apostilló lo siguiente: "Como a hijo ingrato, te echamos de la herencia del señor."3

La realidad de la vida de José María Morelos se puede resumir diciendo que fue un sacerdote católico que nunca abandonó su creencia religiosa; a pesar de las decisiones que en su contra tomaron ciertos superiores eclesiásticos al servicio del poder imperial, y de la abominable condena que le impuso la Inquisición. También fue un patriota integérrimo que usó su poder para proteger a los desvalidos y un ingenioso militar forjado en el fragor de los combates, a los que acudía en persona, en pro de las buenas causas para el pueblo mexicano.

El nivel de eficacia del cura Morelos Pavón en la distribución de tropas y armas en los escenarios de guerra fue tan sobresaliente que Napoleón Bonaparte, al conocer sus hazañas bélicas, dijo este elogio clamoroso: "Con cinco generales como Morelos, conquistaría el mundo." Así lo consigna el historiador Carlos Herrejón Peredo en su libro titulado Morelos. Revelaciones y Enigmas.4

La de Napoleón no fue una opinión antojadiza, pues Morelos participó en cinco campañas militares sucesivas y sin pausas que lo convirtieron en un experto en tácticas de combate, pero también ha sido valorado por la posteridad como un formidable estratega; que es una categoría superior en el arte de la guerra.

El 14 de septiembre de 1813, casi en el ecuador de su agitado lustro de lucha por la independencia de su tierra, en el escenario de un congrego celebrado en la colorida y folclórica ciudad de Chilpancingo, el patriota José María Morelos y Pavón publicó un documento que sintetiza en 23 párrafos su pensamiento sobre diferentes situaciones que entonces prevalecían como un lastre en la vida de los pueblos de la América situada desde México hacia abajo, incluyendo muchas islas.

Él tituló el referido documento como Sentimientos de la Nación. A partir de su publicación se convirtió en un libro fundamental para conocer no sólo la parte más sustantiva de su pensamiento político, sino también detalles esenciales de su vida guerrera en la manigua.

En el referido texto el ilustre patriota mexicano señala, en resumen apretado, su voluntad de liberar a la América bajo el yugo español, eliminando cualquier expresión monárquica; conceptualiza sobre la soberanía como atributo del pueblo, el cual delega el ejercicio de las funciones públicas mediante los poderes ejecutivo, legislativo y judicial. Apuntala la igualdad humana, y por ende la erradicación de la esclavitud. Aboga por cerrar la brecha de desigualdad entre ricos y pobres y así otras opiniones de elevado nivel en la escala de la dignidad humana.5

Ese padre de la patria mexicana, víctima de magnicidio, nació en una familia depauperada que muy temprano en su edad lo introdujo en la rupestre cotidianidad de la agricultura de subsistencia. También fue arriero por los andurriales de la antigua Valladolid mexicana donde nació.

En esos menesteres el horizonte para su desarrollo como ser humano era muy angosto. Un día cualquier decidió echar a un lado la azada y las bestias de carga y trillar otros caminos, primero en los estudios y el ejercicio sacerdotal y posteriormente en la ruta de la liberación de su país.

José María Morelos fue ordenado sacerdote en el 1795 y pocos años después se le asignó la parroquia del pueblo de Carácuaro, en la región conocida como Tierra Caliente, desde donde se acrecentó su interés por las reivindicaciones sociales, económicas y políticas del pueblo llano.

El personaje que más lo marcó en su lucha por la independencia de los mexicanos fue el cura Hidalgo, con quien se reunió el 20 de octubre de 1810 en una aldea llamada Charo, donde recibió el largo título de "General de los ejércitos americanos para la conquista y nuevo gobierno de las provincias del sur, con autoridad bastante."

Luego del referido nombramiento Morelos nunca cesó de combatir contra los colonialistas españoles. Según iba conquistando territorios tomaba decisiones de envergadura social como ocurrió el 13 de julio de 1811, en el pueblo Tixtla, en el hoy estado de Guerrero: "A partir de hoy se entregarán las tierras a los pueblos para su cultivo, sin que puedan arrendarse..." O cuando el 4 de septiembre de 1812 ordenó en Chilapa que "los indios no deben pagar diezmos ni primicias de los frutos propios de este reino."6

Morelos prefería que lo identificaran como Siervo de la Nación. Ese calificativo era en sí la antítesis de lo que era un siervo en el feudalismo de la Edad Media. Por eso en más de una ocasión lanzaba escribió este apotegma de hondo impacto: "La nación lo larga las armas, hasta concluir la obra..."7

León Trotsky

Uno de los magnicidios de más impacto a nivel mundial ocurrió en la ciudad de México. Ni la víctima ni el victimario eran mexicanos, pero el hecho quedó marcado con huellas indelebles en su historia.

Se trata del asesinato de León Trotsky, una trascendental figura histórica que fue el primer presidente del denominado Soviet Militar Revolucionario, órgano que acumulaba todo el poder en la inmensa Rusia y varios de los países cercanos que absorbió, al triunfo de la revolución de octubre de 1917.

Trotsky fue el principal creador del poderoso Ejército Rojo; pero como este trabajo no es para hacer apología de su vida paso a señalar que las contradicciones con Stalin llegaron a su culmen en el 1929. Ese año, luego de muchas vejaciones, fue expulsado de la Unión Soviética.

En su largo y amargo exilio tuvo que soportar con impotencia el suicidio de una hija, así como el asesinato de dos hijos y de su hermana. Su primera esposa sometida a una larga agonía, en un campo de concentración siberiano donde ni siquiera podía ver los bosques achaparrados ni la taiga típica de la zona.

Después de mucha peripecia por países europeos, en todos los cuales recibió el hostigamiento por orden de Stalin, Trotsky llegó a México el 9 de enero de 1937.

Fue invitado a vivir allí por el presidente Lázaro Cárdenas, quien envió el tren presidencial con una exquisita delegación encabezada por la famosa pintora Frida Kahlo (de origen judío como Trotsky) a buscarlo al puerto de Tampico, en tierra de Tamaulipas.

Trotsky fue asesinado (tenía 60 años de edad) el 20 de agosto de 1940.La orden fue impartida directamente por el terrible Stalin, con la supervisión del tenebroso Lavrenti Beria, jefe de todos los servicios policiales soviéticos. Ambos, juntos con otros que integraban la camarilla moscovita, fueron responsables de la muerte de millones de personas.

El magnicida de Trotsky fue un siniestro sujeto catalán de vida accidentada llamado Ramón Mercader del Río, agente del servicio de seguridad soviético, quien logró ganarse su confianza, pudiendo penetrar a su casa, situada en la demarcación territorial de Coyoacán, el perímetro central de ciudad México.

Mercader llegó hasta allí sin violencia previa, con la fría calma de un asesino profesional. Logró la cercanía con el dirigente nacido en tierra ucraniana, en el Este de Europa, gracias al noviazgo que tuvo con Sylvia Ageloff, una filósofa y políglota estadounidense, del círculo íntimo del más grande líder del exilio soviético, ajena ella a la intención criminal de su amante.

Tal vez se repetía por enésima vez aquello en que algunos filósofos fatalistas coinciden con una dosis de machismo: "la mujer y el oro lo pueden todo."

El matador de Trotsky le clavó un piolet que le destrozó la nuca. El frío hierro penetró hasta el cerebro del pensador, escritor y político, quien murió al día siguiente, luego de 12 horas de horrible agonía.

Cientos de libros se han escrito sobre Trotsky, y unos cuantos sobre su asesino. Algunos son francamente panfletos, otros libelos y pocos abordan esa tragedia con la objetividad requerida.

Considero oportuno referirme a una formidable investigación histórica sobre el magnicidio de Trotsky, convertida en la novela titulada El hombre que amaba los perros, autoría del prolífico y varias veces premiado escritor cubano Leonardo Padura. Esa obra abarca con profusión de detalles las biografías de la víctima y al victimario.

En efecto, Padura, el creador del detective de novelas policíacas Mario Conde, pone en boca de Ramón Mercader la siguiente reflexión que contiene en resumen su creada existencia paralela para alejar de sí el fantasma del abatimiento espiritual que le causaba la cárcel de Lecumberri, donde pasó 20 años de encierro, a pesar de los intentos soviéticos por lograr su escape:

"Si cumplía con la promesa de mantener la boca cerrada, pensó, sus jefes, y con ellos la Historia, lo recompensarían como lo que era; un hombre capaz de sacrificar su vida por la gran causa."8

Después de cumplir 20 años de prisión, Mercader vivió entre la URSS y Cuba, donde falleció el 18 de octubre de 1978, a los 65 años de edad. Tenía entre sus pertenencias más preciadas la Orden de Lenin y el título de Héroe de la Unión Soviética. Han circulado versiones de que los mismos soviéticos le provocaron una muerte lenta con polonio radioactivo.

Venustiano Carranza

Venustiano Carranza nació en una familia del estado de Coahuila, en el noreste de México. Su padre gozaba del aprecio de Benito Juárez, uno de los líderes fundamentales de ese país, bajo el cual sirvió como militar y funcionario municipal.

Carranza fue presidente de México en dos ocasiones. La primera vez, siendo jefe del Ejército Constitucionalista, del 14 de agosto de 1914 al 30 de abril de 1917.

La segunda vez que llegó al solio presidencial fue bajo el abrigo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de febrero de 1917. En esa oportunidad ejerció el mandato desde el primero de mayo del referido año hasta su magnicidio ocurrido tres años después.

En su segunda etapa presidencial ganó con el 97.18% de los votos, en las elecciones federales celebradas el 31 de marzo de 1917.

Antes Carranza había desempeñado diferentes funciones como jefe municipal en Cuatro Ciénegas, su ciudad natal. También había sido gobernador y congresista a nivel nacional en representación de su estado Coahuila.

El presidente Carranza, también llamado el Barón de Cuatro Ciénegas, fue asesinado en la madrugada del 21 de mayo de 1920, mientras se protegía de un aguacero en un rancho rural de la parte montañosa del estado de Puebla, en la aldea de Tlaxcalantongo, por donde andaba con un grupo de sus funcionarios y seguidores, en ruta a Veracruz, luego de que un mes antes sus poderosos adversarios habían lanzado una proclama denominada el Plan de Agua Prieta, desconociendo su autoridad presidencial.

Tal vez para entender lo ocurrido en la vida política de Carranza habrá que ahondar más en ciertos detalles de su personalidad y escudriñar en qué quiso decir el historiador Fernando Benítez quien fue embajador de México en la República Dominicana, cuando escribió desde nuestro país lo siguiente: "No es fácil entender las mentalidades de los caudillos de la Revolución Mexicana: el pensamiento occidental de Carranza u Obregón, y no las mentalidades primitivas de Villa y Zapata."9

Lo cierto es que Carranza fue víctima de una celada tendida por el general José Rodolfo Herrero Hernández, quien había fingido ser un partidario suyo hasta pocas horas antes del trágico hecho en que perdió la vida el presidente mexicano.

El jacal donde se cubría Carranza fue agujereado por el impacto de decenas de balas disparadas por un pelotón de fusileros que encabezaba el citado magnicida Herrero Hernández.

Los tejemanejes de la confabulación cívico-militar envuelta en ese magnicidio permitieron que el principal asesino de Carranza quedara impune.

El primero de diciembre de 1934, con la llegada al poder del mítico general Lázaro Cárdenas, dejó de brillar la estrella de aquel militar indigno por traidor.

Los restos mortales de Venustiano Carranza reposan desde el 1942 en el monumento a la Revolución, no muy lejos del centro histórico de la capital mexicana.

Bibliografía:

1-La rebelión de las masas. Decimoctava edición. Editorial Espasa-Calpe, Madrid, España,1969.Pp76,80 y 81.José Ortega y Gasset.

2-Gringo Viejo. Pp 6,7,74,76 y 86. Editorial Fondo de Cultura Económica. México, 1986. Carlos Fuentes.

3-Sentencia contra Morelos, Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición,1815. Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana. Instituto Cultural Helénico,1985. Reproducción facsimilar de 1843.Carlos María Bustamante.

4- Morelos. Revelaciones y Enigmas. Editorial Debate,2019. Carlos Herrejón Peredo.

5-Sentimientos de la Nación. Chilpancingo,14 de septiembre de 1813. José María Morelos Pavón.

6-Decretos del 13 de julio de 1811 y 4 de septiembre de 1812, en los pueblos de Tixtla y Chilapa, respectivamente. José María Morelos Pavón.

7-Carta a un obispo.Cuautla,1812. José María Morelos Pavón.

8-El hombre que amaba los perros. Editorial Tusquets, Barcelona, España. Octava edición,2012. P520. Leonardo Padura.

9-1992. ¿Qué celebramos, qué lamentamos? Editora Taller.1992.P14. Fernando Benítez.

Publicado el 22 de agosto del 2020.Diario Libre.

 

 

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