EMPERATRIZ SISSI E INDIRA GANDHI, DOS FAMOSAS MUJERES VÍCTIMAS DE
MAGNICIDIOS
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
El ejercicio de la política, visto en panorámica
general, es un terreno difícil de transitar, por escabroso y lleno de trampas.
Para las mujeres, que generalmente tienen un nivel de
decencia personal superior a los hombres, son aún más esquivos los vericuetos y
atajos que hay que vadear para sobresalir en la actividad pública vinculada con
los negocios estatales desde la atalaya de una vida partidaria.
La realidad es esa y no otra. En cualquier lugar del
mundo, ahora y antes, nunca ha tenido asiento seguro aquella expresión del
ilustre dominicano Juan Pablo Duarte, cuando escribió desde Caracas, Venezuela,
el 29 de octubre de 1869: “La política no es una especulación; es la ciencia
más pura y la más digna, después de la filosofía, de ocupar las inteligencias
nobles.”1
Dos mujeres con una existencia protagónica en la
historia de la humanidad fueron víctimas de magnicidios. Las causales de esos
asesinatos partieron del eje central de sus actividades públicas en las
sociedades en que participaban como figuras públicas.
Emperatriz Sissi
Cuando el 24 de diciembre de 1837 nació una hermosa
niña en la ciudad de Múnich, en la región de Baviera, Alemania, en el seno de
una familia católica con linaje monárquico por las dos ramas, le pusieron por
nombre Isabel Amelia Eugenia, pero pasó a la historia con varios apelativos,
entre ellos Duquesa de Baviera, Isabel de Austria y Emperatriz Sissi.
También está registrada en la historia con el
sobrenombre de Isabel de Baviera; pero no se le debe confundir con su tocaya la
Isabel de Baviera coronada el 22 de agosto de 1389 como reina regente de
Francia, al comprobarse la demencia de su esposo, el rey Carlos VI.
Por vínculo matrimonial fue la Emperatriz consorte de
Austria desde que tenía 16 años, hasta su trágica muerte, es decir que ejerció
esa alta dignidad durante 44 años. Pero también fue reina en Hungría, Croacia,
Galicia, Bohemia, Lombardía y otros territorios europeos que estaban bajo la mano
imperial de su esposo.
Estaba unida en matrimonio desde 1854 con su primo, el
emperador Francisco José I de Austria; en su época uno de los hombres más poderosos del mundo y
quien confesó estar “enamorado como un cadete” de ella.
Un hecho familiar que incluyó la muerte por enfermedad
de su pequeña hija Sofía Federica, aún infante, provocó en Sissi, entonces con
apenas 20 años de edad, una depresión que marcaría su vida hasta su día final.
Desde el 1857 el boato imperial no pudo devolverle una
auténtica alegría. La famosa frase “la procesión va por dentro” se le podía
aplicar a ella.
Pero todavía estaba por llegar en la vida de Sissi un
golpe mayor. Ocurrió el 30 de enero del año 1889, cuando en un coto dedicado a
la práctica de cinegética, situado en el pequeño pueblo de Mayerling, a unos 20
kilómetros de la capital austríaca, se produjo la extraña y trágica muerte de
su hijo, el archiduque Rodolfo, heredero del trono del imperio austro-húngaro,
que abarcaba amplios territorios de Europa.
Hubo muchas conjeturas sobre esa muerte sorpresiva. Hoy
sigue prevaleciendo la hipótesis de que ese joven de 30 años fue víctima de una
conjura de los servicios secretos austríacos y/o franceses.
Dicho lo anterior a pesar de que 126 años después de
esa tragedia, vale decir el 31 de julio del año 2015, autoridades vinculadas
con los archivos históricos de Austria divulgaron varias cartas supuestamente
escritas por la baronesa Mary Vetsera, amante del referido archiduque, y cuyo
cuerpo inerte también fue encontrado en el aludido lugar, en las cuales se lee
la confección del suicidio de ambos.2
Esa inesperada desgracia funcionó en Sissi como una
despabiladora, cercenando la pavesa que daba el esplendor que podía quedar en
su existencia. A partir de esa pérdida personal la emperatriz siempre vistió de
negro, en señal de duelo, y se hizo huraña, alejándose cada vez más de sus
deberes conyugales y de todo lo que significara el rigor de los compromisos
imperiales, en concordancia con su alta investidura.
Muchos años antes de la muerte del archiduque Rodolfo,
Austria y Hungría se unieron (junio de 1867) y Sissi se convirtió en la
emperatriz consorte del poderoso imperio austro-húngaro. Ese hecho transformó
su vida, pues ella tenía una especial predilección por el país de los magiares,
al extremo de que desde entonces duraba más tiempo en Hungría que en Austria.
Varios de los biógrafos de la emperatriz Sissi
coinciden en señalar cuatro de sus características más sobresalientes:
a) Hermosa. Condición que realzaba practicando
deportes, largas caminatas y gimnasia, así como con el cuidado de su luenga
cabellera, tratada diariamente con “una mezcla de huevo y coñac.”
b) Inteligencia. Lo cual demostraba con sus
actuaciones tratando asuntos de alto interés colectivo en los mandos de poder
del imperio del cual formaba parte principalísima, así como por sus escritos
sobre diversos temas.
c) Cultura. Era una lectora voraz, amaba las bellas
artes y era políglota, dominando cinco idiomas. El griego, por ejemplo, lo
aprendió para conocer la cultura de Grecia en los textos originales, siendo su
personaje favorito en la mitología griega Aquiles, el héroe por antonomasia de
ese pueblo guerrero, magníficamente descrito por Homero en la Ilíada.
Sus muchos viajes por diferentes lugares de Europa la
ayudaron a formarse un criterio amplio sobre las costumbres, los rasgos culturales
y las diferentes expresiones humanas de los pueblos que visitaba.
d) Como contestataria, con un inocultable espíritu de
rebeldía, estuvo muy avanzada con relación a los cánones sociales de su época.
Eso le generaba malquerencias,
especialmente entre los allegados a la corte imperial que presidía su esposo.
En cambio, muchos de sus contemporáneos, y luego las generaciones siguientes, valoraron
su actitud de oposición a muchas cosas que mantenían anquilosada a la sociedad
europea de entonces.
En su epistolario y notas
diversas se observan detalles demostrativos de que Sissi no soportaba la
mojigatería que predominaba en la segunda mitad del siglo XIX en los refinados
salones de la aristocracia de Europa, especialmente en lo referente a la vida
protocolaria imperial y a las restricciones impuestas al individuo como ser
pensante. Ella era devota de la libertad.
La Emperatriz Sissi expresó
dicho sentimiento en un poema cuya parte final dice así: “Mi nostalgia crece
día a día y tú, libertad, me volviste la espalda./ Desperté de una embriaguez
que tenía presa mi alma,/ y maldigo en vano ese momento en que a ti, libertad,
te perdí.”3
El magnicidio de Sissi se
produjo el 10 de septiembre de 1898, en una de las riberas del gigantesco lago de agua
dulce Leman, en cuya punta sur está edificada la ciudad de Ginebra, Suiza.
Tenía 60 años de edad. Está enterrada en la cripta imperial de Viena, Austria.
El magnicida fue identificado
como Luigi Lucheni, un italiano nacido en París, con experiencia militar en
Etiopía, de quien se dijo que era un anarquista portador de un elevado nivel de
resentimiento social que descargaba su furia interna hacia todo lo que
significara la clase alta, sentimiento que tuvo un crecimiento exponencial
cuando en mayo de 1898 el rey italiano Humberto I sofocó de manera sangrienta
protestas de obreros en Milán, al norte de Italia.
Según los
registros levantados al producirse el crimen, la Emperatriz Sissi no figuraba
originalmente en la agenda criminal del tal Lucheni; pero sin embargo clavó con furia un objeto punzante (una lima
usada en carpintería) en el corazón de su víctima.
El anarquista y asesino mencionado fue condenado a
cadena perpetua. Al cabo de 12 años de encierro se ahorcó, según el parte
emitido en la ocasión por las autoridades que lo custodiaban.
El periodista español Torcuato Luca de Tena y
Álvarez-Ossorio, al referirse como nota histórica al magnicidio de “la víctima
coronada”, escribió en su famosa revista Blanco y Negro lo siguiente: “Había
llegado para ella el reposo eterno por el camino del martirio.”4
Todo lo relacionado con la vida y muerte de Isabel de
Baviera es fuente de atracción histórica y turística. Los lugares donde ella vivió,
especialmente Austria, Hungría, Baviera, Suiza y la isla griega de Corfú,
bañada por el mar Jónico, se han convertido en sitios de visitas masivas de
gentes de muchos lugares del mundo, unos atraídos por simple curiosidad y otros
por diversos motivos culturales e históricos.
Relatos, novelas, cuentos, poemas, dramas, obras
musicales, vals, películas, largometrajes, ensayos, historietas y canciones se
han dividido la apreciación disímil formada sobre la famosa emperatriz
austrohúngara.
Mientras hay autores que han forjado una hagiografía
de ella, otros la describen como un ser vanidoso, avaro y con una larga estela
de complejos.
Muy pocos han buscado motivos y razones en el fondo de
un ser atormentado por circunstancias que sobrepasaron sus posibilidades
humanas de buscar un punto de equilibrio en su vida.
Indira Gandhi
El magnicidio de la primera ministra de India Indira
Gandhi se produjo el 31 de octubre de 1984. El motivo visible de ese trágico
hecho tuvo su raíz clavada en conflictos religiosos y en afanes separatistas de
seguidores del sijismo, una religión
minoritaria con su principal activismo en el noroeste de ese inmenso país, particularmente
en el estado de Punyab, una zona fronteriza con Pakistán y Cachemira, en cuyas
montañas que forman parte del Himalaya ella había pedido que depositaran sus
cenizas, como así ocurrió.
Sus asesinos fueron dos guardaespaldas suyos,
fanáticos de la referida creencia religiosa, a los cuales se negó a despedir de
su cuerpo de seguridad, a pesar de los cruentos enfrentamientos que en la
ocasión tenían el gobierno que ella presidía y los principales líderes sijs.
El asesinato de la famosa primera ministra del gigante
país de Asia meridional fue una venganza anidada desde hacía tiempo en la mente
de los timoneles del sijismo, que se potenció cuando se llevó a cabo la
denominada Operación Estrella Azul, ordenada por ella contra el Templo Dorado,
el principal lugar de oración de los sijs.
La BBC de Londres, en su edición del 31 de octubre de
1984, al referirse al asesinato ese día de Indira Gandhi, reprodujo sus
palabras dichas en la víspera del magnicidio ante cientos de sus partidarios,
en un mitin de reivindicación de su política estatal fundada en la unidad del
pueblo indio: “No me importa si mi vida va en el servicio de la nación. Si
muero hoy, cada gota de mi sangre vigorizará la nación.”5
Sus magnicidas, que habían comido y bebido durante
años junto a ella, le infirieron decenas de balazos que convirtieron su cuerpo
en un colador. Ambos fueron de inmediato abatidos por otros escoltas de la
lideresa asesinada.
Señalado lo precedente se impone hacer un breve
recorrido por la vida pública y privada
de Indira Gandhi, para constatar la poderosa personalidad que se cubría
en sus finos modales y su apariencia de timidez.
Vida y hechos de Indira Gandhi
Su nombre original era Indira Nehru. Nació el 19 de
noviembre de 1917, en la ciudad de Allahabad,
en el estado de Uttar Pradesh, situado
en el centronorte de la India.
Sus padres fueron Kamala Kaul Nehru y Jawaharlal
Nehru, a este le decían el pandit por ser un brahman o sacerdote de gran
erudición. Fue un patriota que luchó por la independencia de su país y un
político brillante que se desempeñó como primer ministro de la India desde el
1947 hasta el 1964. Se le reconocía su autoridad como experto en literatura
sánscrita. Fue una figura clave en momentos dramáticos para el pueblo indio.
Indira Gandhi fue educada en prestigiosos centros
universitarios de la India, Inglaterra y Suiza, con el marcado designio de que
tuviera funciones estelares en la vida pública de la India, como en efecto así
fue.
Se casó con el periodista, político y parlamentario
Feroze Gandhi, del cual tomó el apellido. Procrearon dos hijos. En pocos años
esa unión matrimonial zozobró en la práctica, aunque se mantuviera en los
documentos. Ella mismo confesó que “éramos dos individuos igualmente fuertes, igualmente
tercos: ninguno de los dos quería ceder”.
Ese vínculo conyugal comenzó con reservas del padre de
Indira, el pandit Nehru, así como del Mahatma Gandhi, muy allegado a la familia
de ella, y otras personas influyentes o no. Se alegaban varios motivos para
contrariar el casamiento. Uno de ellos era que el señor Gandhi era miembro
connotado de los parsis, un grupo religioso basado en las creencias del
reformador iraní Zoroastro.
A ese rompimiento aludió la novelista y periodista
italiana Paola Capriolo en su libro titulado Indira Gandhi: “La familia de
Indira será la India al completo, una nación frágil de fronteras desdibujadas;
su casa será el palacio del poder; sus hijos, los millones de indios que
buscaron en su sari cándido y sus ojos ardientes, una esperanza de salvación.”6
Antes de ser primera ministra de la India ocupó
funciones tan importantes como ministra de Relaciones Exteriores, ministra de
Interior, ministra de Defensa, ministra de Finanzas, y ministra de Información.
Su dilatada vida política, con roles estelares en
acontecimientos fundamentales en la historia no sólo de su país sino de gran
parte del mundo, la elevó a la categoría de estadista, bajo el biombo protector
de su poderosa agrupación política, el Partido Congreso Nacional Indio, del
cual fue lideresa por muchos años.
En su obra Entrevista con la historia la icónica
periodista italiana Oriana Fallaci dice de Indira Gandhi que: “En el fondo, era
la única verdadera reina de nuestro tiempo…Aquella mujer increíble que
gobernaba sobre casi quinientos millones de seres y que además había ganado una
guerra a los Estados Unidos y China.”7
Indira Gandhi se definía a sí misma como “demasiado
sincera. No pierdo el tiempo en floridas charlas. Piensan que soy fría, gélida,
dura. No sé fingir, me muestro siempre como soy. Nunca he pensado en las
consecuencias de un gesto necesario.”8
Su vida fue bastante convulsa. Disfrutó las mieles del
poder, pero también sufrió los avatares
propios de la política. Incluso estuvo en prisión más de una vez, siendo la
primera cuando apenas llevaba seis meses de casada.
No estuvo exenta de grandes controversias surgidas por
decisiones de gran envergadura política, militar y económica. En ocasiones
porque contravenían intereses nacionales e internacionales de grupos muy
poderosos.
Por motivos de alta política durante un tiempo
prescindió del poder legislativo y limitó severamente la dinámica interna del
aparato judicial de la India, gobernando por decreto. No fueron iniciativas
saludables, pues eran el reflejo directo de una especie de sanseacabó desde los
resortes del poder.
En varios momentos fue acusada de propiciar fraudes
electorales, tolerar la corrupción, alentar la represión contra sus adversarios
políticos, etc.
En el 1977, en medio de una gran tensión, fue
arrestada bajo graves acusaciones de intentar asesinar al liderazgo opositor en
pleno. Eso no se pudo probar. Además, había una atomización en el otro lado del
arcoíris político de la India, lo cual facilitó que ella retornara al poder
cuando muchos consideraban que su ciclo como gobernante había concluido.
En su primera
etapa como jefa del gobierno de la India se mantuvo en el poder durante 11
años, desde el 19 de enero de 1966 hasta el 24 de marzo de 1977. En ese mismo
enero la India y Pakistán estaban enfrascados desde hacía un par de semanas en
una de las varias guerras que han tenido y la economía estaba en mínimos, por
diversos factores internos y externos.
Luego de un agitado paréntesis de tres años volvió a
ocupar el sillón de primera ministra de su país; esa vez desde el 1980 hasta su
asesinato en el 1984, ocurrido tres meses después de ganar el último certamen
electoral en el que participó.
Sus gobiernos se caracterizaron por aplicar políticas
de industrialización del gigante asiático dominante en la península del
Indostán.
Pero también es importante señalar que Indira Gandhi
nunca descuidó la seguridad de su país. En clave de defensa, ella dotó a la
India con bombas atómicas cuando en el 1974 se realizó secretamente la
operación nuclear subterránea que luego se conocería como “Buda Sonriente”, lo
cual se supo luego.
URSS y EE.UU.
La primera ministra Indira Gandhi sostuvo excelentes relaciones
con líderes de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas e incluso firmó un
acuerdo de amistad con ese Estado federal. Fue un convenio de gran aliento en
términos de seguridad, asistencia militar y ayuda económica para su nación.9
Estableció distancia con la política hegemónica de los
EE.UU., lo cual impulsó al poderoso país del norte de América a apoyar a
Pakistán, con un involucramiento pleno y directo en los conflictos bélicos con
la India.
No obstante el difícil alfabeto cirílico de los eslavos
rusos, Indira Gandhi se entendía mejor con el oso moscovita que con el águila
calva que planea sobre los cerezos florecidos de la Cuenca Tidal, en las
cercanías del río Potomac, a su paso por la ciudad de Washington.
Los EE.UU., en medio de la llamada Guerra Fría,
mantenían un encono contra Indira Gandhi por su tendencia prosoviética.
El rencoroso Richard Nixon escribió con acritud sobre
ella en su libro Líderes: “Indira Gandhi utilizaba su feminidad…La señora
Gandhi esperaba que se la tratase como a una mujer, y actuaba tan
implacablemente como un hombre.”10
Lo real es que Indira Gandhi fue una pensadora
política de gran calado y su capacidad como estratega tanto en lo político como
en lo militar nadie nunca ha puesto en duda.
En el lado contrario del referido brulote nixoniano están
las nutridas opiniones favorables que de ella tuvieron la mayoría de los
líderes mundiales que fueron sus contemporáneos, entre los que puedo citar al
alemán Willy Brandt, al chino Chu-En-Lai, al soviético Leonid Brézhnev, al británico
Edward Heath y al francés Georges Pompidou.
Indira Gandhi fue varias veces condecorada, tanto en
su país como en el exterior. En el 1984,
el mismo año de su magnicidio, se le concedió el premio Lenin de la Paz y en el
1985 el gobierno de Cuba le otorgó post mortem la Orden Nacional José Martí.
Bibliografía:
1-Carta a José Gabriel García, Caracas, Venezuela, 29
de octubre de 1869. Juan Pablo Duarte.
2-Cartas atribuidas a Mary Vetsera. Biblioteca
Nacional de Austria.31 de julio del 2015.
3- Poema sobre la libertad. Emperatriz Sissi.
4- Revista Blanco y
Negro, Madrid. 1898. Torcuato Luca de Tena y Álvarez-Ossorio.
5-Primera ministra de la India muere por disparos. BBC.
Londres. Reportaje. Edición del 31 octubre 1984.
6-Indira Gandhi. Editorial Laberinto, Madrid,
España,2011. Paola Capriolo.
7- Entrevista con la historia. Editorial Noguer,
Barcelona, España, 1986.Decimoséptima edición.P172. Oriana Fallaci.
8-Ibídem. P175 y 176.
9-- Tratado indo-soviético de amistad y cooperación. Agosto
de 1971.
10-Líderes.Editorial Planeta, Barcelona, España,1983.
P279.Richard M. Nixon.
Bibliografía complementaria:
a)Sissi, del mito a la historia. Matteo Tuveri, 2007.
b)Sissi. Emperatriz contra su voluntad. Barcelona,
España. Editorial Juventud, 1989. Brigitte Hamann.
c)Sissi, la triste vida de la última gran emperatriz
de Europa. National Geographic. Diciembre del 2018. Maria Pilar Queralt del Hierro.
d)Sissi, emperatriz rebelde. Editorial Grijalbo,
España,2017. Allison Pataki.
e)Guerra indo-pakistaní, 1971.
f)Tratado de amistad, cooperación y paz India-Blangladesh,19 de marzo de
1972. Publicado el 19-septiembre-2020.Diario
Dominicano.
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