sábado, 4 de abril de 2020

DUARTE EN EL ALMA DOMINICANA (2)


DUARTE EN EL ALMA DOMINICANA (2)
                                                (26-enero-2020)
                             POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
 Este 26 de enero se cumplen doscientos siete (207) años del nacimiento de Juan Pablo Duarte. Nació ese día del 1813.
Resaltar algunos aspectos de su vida como patriota, que nunca se aprovechó de su papel sobresaliente en la sociedad de su época para obtener ventajas personales, es una manera justiciera de vincularlo con el alma dominicana, y un recordatorio de la frase histórica del arzobispo Tomás de Portes e Infante: “salve el padre de la Patria”, cuando lo recibió en la rada de Santo Domingo, el 15 de marzo de 1844.
Mientras más cosas ocurren en la República Dominicana en contravención al pensamiento de Duarte, más se confirma aquella frase impactante que repetía hasta su muerte en el 1975 el eminente médico, filósofo y académico Fabio A. Mota en el sentido de que Duarte era todavía un desterrado. Algo de eso aún se percibe en este año 2020.Hay que combatir con perseverancia esa apatía, esa falta de sintonía con los quereres patrióticos del prócer por antonomasia del pueblo dominicano.
                       DUARTE Y EL USO DEL PODER
La dimensión social de las estructuras del poder siempre será un tema de interés humano, tomando en cuenta las variadas implicaciones que conlleva su ejercicio. Muchos encumbran más allá de cualquier juicio equilibrado la potestad de hacer que los demás obedezcan, dejando de lado otros aspectos que son anexos a toda función de autoridad.
Juan Pablo Duarte estaba persuadido de todo lo que es posible hacerse desde el poder, tanto  en lo positivo como en lo negativo. Por eso se preocupó de crear para la República que soñaba fundar un marco teórico que sirviera para mantener un contrapeso entre  las funciones  de autoridad y el colectivo humano encarnado en la sociedad.
En su proyecto de Constitución o Carta Magna, redactado antes de proclamarse la Independencia Nacional, Duarte sostenía que:
 “Todo poder dominicano está y deberá estar limitado por la ley y esta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca.”1
La realidad dominicana, penoso es decirlo, nunca ha sido como quiso Duarte. Al contrario, los resortes del poder históricamente han sido utilizados para aprovechamiento individual y de grupos que se encaraman en el lomo de las instituciones  públicas. También se produce en las ramificaciones de la esfera privada.
                               DUARTE Y LA PATRIA
La línea de pensamiento y de acción de Duarte, vale decir el centro de su interés, giraba en torno a la libertad del pueblo dominicano. Al examinar su hoja de vida se comprueba que desde muy temprana edad ya él se preparaba para la gigantesca tarea que estaba por venir.
El conocido incidente con el capitán de un barco que lo trasladaba hacia los Estados Unidos, en su ruta hacia Europa, con tan solo 16 años de edad, es revelador de lo que se anidaba en la mente de Duarte cuando con gallardía le dijo que él era dominicano, aunque el pasaporte dijera haitiano.
Pudiendo vivir en medio de comodidades materiales, aquí o en cualquier otro lugar del mundo, prefirió afrontar todas las adversidades.
 “Es oportuno decir  que Duarte, de familia pudiente, dio todo lo de ésta, con lo suyo, por la libertad de la patria, sin pensar en restitución ni en recompensa, recogiendo en cambio ingratitudes.”Así lo describió el gran jurista e historiador Manuel Ubaldo Gómez.2  
 Duarte concibió “en hora feliz la idea separatista que había de transformar un pueblo esclavo en nación libre e independiente…”, como correctamente escribiera de él José Gabriel García.3
La calidad humana de Duarte, su grandeza, desprendimiento y gran valer se comprueban porque diferente a muchos de sus contemporáneos no buscaba botín de guerra y prefirió el sacrificio a contemporizar con aquellos que se sabía maquinaban contra la patria.
Partiendo de esa realidad incontestable el fundador y presidente de honor del Instituto Duartiano, Jorge Tena Reyes, en conferencia pronunciada en el 1976, señaló que “el aspecto sustantivo, la raíz biológica del ideario de Duarte, va más allá de las causas inmediatas que lo provocaron: la dominación haitiana.”Explicaba así  el referido historiador la tendencia independentista y liberal del pensamiento y la acción de Duarte.4
 Lo que podemos llamar con propiedad el paisaje del alma de Duarte estaba poblado de ideas de bien común, teniendo eso sí como eje central su permanente interés por la soberanía de su pueblo.
El Padre de la Patria fue víctima permanente de las malquerencias de aquellos que nunca creyeron en la capacidad del pueblo dominicano para enfrentar con determinación a los que pretendieron en horas aciagas destruir su espíritu de libertad.

                     PERSECUCIONES CONTRA DUARTE

Duarte fue el progenitor de la Independencia dominicana. El juramento de los integrantes de la sociedad secreta La Trinitaria era el baremo en que descansaba su pensamiento enfilado a liberar al pueblo dominicano del yugo que lo oprimía. Pero cuando los ocupantes del territorio nacional desataron la feroz persecución contra los trinitarios y sus adeptos a él le correspondió ser el primogénito de sus tenazas.
 Los registros históricos confirman que en julio de 1843 Duarte era la persona más perseguida por órdenes de Charles Hérard.
En las numerosas proclamas de Santana, Duarte era uno de sus objetivos de ataques favoritos.
Leonidas García Lluberes, en su obra Crítica Histórica, recoge una soflama del llamado chacal de Guabatico, de julio de 1844, en la cual ese controversial personaje consideraba que los ideales enarbolados por el fundador de la nacionalidad dominicana eran “aspiraciones criminales”, al tiempo que lo calificaba de anarquista. Se atrevió incluso a calificar los buenos deseos del fundador de La Trinitaria en favor de la Patria como un “proyecto elaborado de antemano por el General Duarte y sus partidarios tendiente a sustituir el pabellón dominicano con la bandera de Colombia.”5 
El funesto 3 de marzo de 1845 toda la familia de Duarte fue deportada del país, por órdenes del entonces presidente de la República Pedro Santana, en otra inicua acción que justifica, como muchas otras, que éste personaje esté en el lado tenebroso del pasado dominicano.
 Ya antes, el 22 de julio de 1844, los conservadores que controlaban la Junta Central Gubernativa habían decidido declarar a Duarte como “traidor e infiel a la Patria.”6 
Cuando se inauguró el Congreso Constituyente que elaboró en San Cristóbal la Carta Magna, la promulgada el 6 de noviembre de 1844, Tomás Bobadilla y Briones, que actuaba a la sazón como empollador del siniestro pensamiento santanista, lanzó dardos envenenados contra Duarte, calificándolo de:“joven inexperto, que lejos de haber servido a su país, jamás ha hecho otra cosa que comprometer su seguridad y libertades.”7
Se sabe que esos maltratos contra Duarte y su familia no fueron excepciones de sevicia, pues alrededor del mundo hay miles de ejemplos de acoso contra los que se enfrentan a los que oprimen pueblos. Sería muy largo mencionar los casos más sonoros.
Pero como Juan Pablo Duarte y su familia fueron víctimas de abusos, antes y después de la Independencia Nacional, y, además, eran de origen judío sefardita por la rama paterna, mencionaré un solo ejemplo parecido, por su doble afinidad: la persecución que hizo el rey de Siria Antíoco IV contra el pueblo judío, por razones religiosas, y de manera particular el martirio con horribles torturas incluidas, que sufrieron en la cárcel una madre y cuatro de sus hijos, tal y como se describe en el Libro Segundo de Macabeo. La semejanza no es casual, obedece a un patrón universal de la pesadez con que actúan muchos que a través de los siglos han controlado niveles de poder.8

            DUARTE DE FRENTE CONTRA LA CORRUPCIÓN

Al analizar el Ideario de Duarte se comprueba que él abominaba de todo lo que fuera perjudicial para la patria y con su estilo característico denunciaba los robos  y ventajas obtenidos desde los poderes públicos. Habló, por ejemplo, de “dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca”, de conservar las riquezas colectivas y de sed de justicia.
A más de 140 años de su muerte todavía en la República Dominicana, por la que tanto Duarte se sacrificó, la corrupción no da señales de desaparecer, al contrario, las señales son de un crecimiento exponencial de ese flagelo que afecta al cuerpo social dominicano.
Conectado directamente con lo que Duarte criticaba es pertinente señalar que el prestigioso periódico The New York Times divulgó en un reportaje de investigación, el 30 de diciembre del año 2019, hace apenas un mes, que “la lucha contra la corrupción se ha estancado en América Latina…”9
Sobre los amagos de lucha en América Latina y la zona del Caribe contra ese mal de muchos pueblos el referido gran diario estadounidense expresó, con una descarga de pesimismo, que “esa era ha terminado.”

             DUARTE COMO AGLUTINADOR DE FUERZAS

Duarte sabía que para triunfar, y no fracasar como Núñez de Cáceres y su independencia efímera, tenía que realizar una profunda, amplia y delicada labor de aglutinamiento de fuerzas diversas. Así lo hizo, aunque algunas puertas se le cerraron.
José Joaquín Pérez Saviñón, quien fue presidente del Instituto Duartiano, expuso sobre lo anterior lo siguiente: “ …no escatimó esfuerzos, tocó todas las puertas; iglesia católica, masonería, la escuela de la  Atarazana, las cátedras con el Padre Gaspar Hernández, el ejército secreto de La Trinitaria, La Filantrópica, La Dramática, la Guardia Nacional y hasta los revolucionarios haitianos de la Reforma. Toda una labor  ciclópea armando pieza a pieza con trabajo constante, esa República cuya epopeya empezó el 27 de febrero y que ya sería para siempre.”10

                              EL RETRATO DE DUARTE

  En el 1880 el Ayuntamiento de la ciudad de Santo Domingo decidió traer desde Caracas, Venezuela, los restos mortales de Juan Pablo Duarte y ordenar la confección de un retrato suyo para que su imagen fuera conocida por los munícipes.
El retrato de Duarte finalmente llegó al  puerto de la ciudad de Santo Domingo el 13 de febrero de 1883. Así lo informó en dicha fecha el custodio de tan valiosa joya artística, J. Prudencio Diez.11
Lo trajeron desde Venezuela en la goleta Leonor. Así también se llamaba la que lo condujo desde Curazao, en el 1844.
El embalaje que contenía el icónico retrato de Duarte fue cubierto por la bandera dominicana. Fue un acto de gratitud tardío, pero necesario.
Mediante  oficio No.336, de fecha 14 de febrero de 1883, el entonces ministro de Guerra y Marina, General Alejandro Woss y Gil,  le informó al ministro de Interior y Policía lo siguiente: “ En contestación al oficio de Ud., fecha de hoy, tengo el honor de participar á Ud. que he dado al Comandante del puerto instrucciones para que pase personalmente a bordo de la goleta Leonor, con el objeto de recibir el retrato de D. Juan Pablo Duarte que deberá entregar en tierra, con la veneración debida, á la memoria del héroe, á la Comisión de miembros del Ayuntamiento, diputada á ese efecto.”12

                                            RESTOS DE DUARTE
  
Duarte  falleció en la capital venezolana el 15 de julio de 1876. Firmaron su acta de defunción los señores Miguel Piña, en calidad de Jefe Civil, y su secretario Andrés Socarrás.
Se consignó en su registro de difunto que el fallecimiento se produjo a las 3 de la madrugada del referido día. Fue enterrado a las 9 de la mañana del día siguiente.

El anuncio oficial en el país de la muerte de Duarte se publicó en el medio de comunicación gubernamental La Gaceta, en el 1876.
Se hizo mediante un texto del Ministro de Relaciones Exteriores, Manuel de Jesús Galván, en los siguientes términos: “…Su memoria tiene derecho absoluto a las lágrimas y a la veneración de todos los dominicanos.”13
Los venerables huesos del padre de la patria dominicana fueron exhumados del camposanto Tierra de Jugo y posteriormente llevados al pasillo central, frente al altar de la iglesia Santa Rosalía, de Caracas, Venezuela,  antes de trasladarlos al país.
Los huesos de Duarte llegaron a la ciudad de Santo Domingo el 24 de febrero del año 1884. Entonces gobernaba el país Ulises Heureaux, en la etapa democrática (1882-1884) de su largo ejercicio presidencial, pues luego se transformaría en un despiadado dictador.
Bajo la reverencial mirada de miles de dominicanos Monseñor Fernando Arturo de Meriño dijo en la ocasión, al pronunciar la oración fúnebre en prez de Duarte: “Padre de la Patria, en el Señor y en ella descansa en paz.”14
Es pertinente señalar que el 19 de febrero de 1875 el entonces Presidente de la República Ignacio María González le escribió una carta a Juan Pablo Duarte en la cual le decía, entre otras cosas, que lo invitaba a volver a la República “que concibió y creó el patriotismo de Usted...vuelva a la patria, al seno de las numerosas afecciones que tiene en ella, a prestarle el contingente de sus importantes conocimientos y el sello honroso de su presencia.” 15
 El Padre de la Patria pudo haber fallecido aquí si el conjunto de circunstancias que concurrían en su entorno, a la fecha de la referida invitación para que retornara al lar nativo, hubieran sido diferentes.

MALDAD HISTÓRICA

El 26 de enero de 1957 el médico, historiador y ensayista Guido Despradel Batista pronunció su discurso de ingreso como miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Historia.
El tema escogido por Despradel Batista para esa solemne ceremonia fue la figura histórica de Juan Pablo Duarte, del cual ponderó sus virtudes y sacrificios, haciendo una depurada apología del fundador de la nación dominicana.
En su brillante pieza oratoria tuvo el valor y la responsabilidad de no mencionar el nombre del tirano Trujillo, lo que desató la ira de éste, con el acicate de sus cortesanos que lo estimulaban para que tomara medidas drásticas contra el orador y la institución que lo acogió.
En su obra Escritos y Apuntes históricos, Vetilio Alfau Durán señala que como Despradel Batista “no hizo mención, como no debía hacerlo, del César entonces imperante, se le impuso a la institución su retiro. Poco después el mismo mandante desalojó de la Academia a todos sus componentes, los cuales retornaron después de la muerte del tirano.”16 

Ese ilustre hombre de ciencias y letras vegano fue expulsado de la referida Academia Dominicana de la Historia el 29 de enero de 1957, es decir, tres días después de dar a conocer su enjundioso ensayo sobre Duarte.
Dicha arbitraria expulsión quedó sin efecto 53 años después, el 21 de julio del año 2010, tal y como consta en el Acta de la Asamblea Ordinaria de Miembros de la indicada institución. Así fue reintegrado de manera póstuma como Académico de Número de esa entidad.17

                                OPINIONES SOBRE DUARTE

El triunfo de la idea principal de Juan Pablo Duarte, de fundar la República Dominicana, hizo de él desde que comenzó su andadura patriótica una figura cimera en la historia del país.
Antes de proclamarse la Independencia Nacional surgieron rivalidades que lo colocaban a él como el centro de los ataques más virulentos no sólo de los ocupantes haitianos, sino también por grupos reducidos pero hegemónicos de criollos que intrínsecamente tenían propósitos ajenos a la libertad del pueblo dominicano, aunque los disimularan con palabras y escaramuzas variopintas.

 Duarte es sin quizás el dominicano más biografiado, pero al mismo tiempo es uno de los personajes cuyas opiniones y acciones son constantemente objeto de análisis de parte de diferentes historiadores, comentaristas y aficionados al pasado.
Sus hechos son abordados en diferentes vertientes por una amplia galería de opinantes que en muchas ocasiones los enfocan en función de su particular e interesada visión; no siempre en consonancia con la realidad de su parábola vital.

La etapa que más se ha difundido del Padre de la Patria es la correspondiente al  reclutamiento de adeptos, así como a la fundación de las sociedades La Trinitaria, La Filantrópica y La Dramática, acontecimientos anteriores al 1844; pero hay mucho más que decir de él, especialmente en el corto y dramático período que comenzó en marzo de 1844 hasta su expulsión de la tierra que liberó.
Duarte es como esas entradas del mar que los geógrafos llaman senos, de las cuales siempre brotan grandes enseñanzas y afloran mensajes envueltos en naturaleza de agua, aire y tierra que deben ser explorados.
Para hacer una exégesis de lo que significa la personalidad de Duarte en la historia del pueblo dominicano no hay que tener los cerebros portentosos de Ovidio, Horacio, Tácito o Virgilio, quienes legaron a la posteridad grandes obras biográficas sobre celebridades políticas, militares, de las artes y de las letras de la antigua Roma. Basta valorar en su justa dimensión su sacrificio y la manera en que gestionó su vida en aplicación  de la noción jurídica filosófica del procomún.

Pedro Troncoso Sánchez, quien fuera Presidente del Instituto Duartiano y de la Academia de Ciencias de la República Dominicana, en magistral conferencia dictada en el Instituto Tecnológico Dominicano, en el 1976, titulada La Influencia de Juan Pablo Duarte, dijo que:  “Desde el inicio de su lucha enarboló Duarte el principio de la independencia absoluta. Lo hizo resistiendo a la corriente dominante….” Más adelante sostiene dicho autor que “El independentismo puro como posición de principio, ha seguido una trayectoria lenta y penosa entre nosotros…” Explica que en el orden político el pueblo dominicano es cada vez más celoso de su soberanía, pero que le falta madurar en muchos otros aspectos de lo que significa la conciencia independentista.18

 Alguien que no apañaba nada que estuviera más allá de su cerrada creencia, pero que la acidez de su lenguaje no impedía calibrar la hondura de su visión sobre muchos temas, como fue sin ninguna duda Juan Isidro Jiménez Grullón, se refirió al “profundo sentido humano que latía en el alma del patricio.”  En una conferencia pronunciada en  el año 1976 indicó que “…del ideario de Duarte algo tiene vigencia: su nacionalismo radical, su anticolonialismo. ¡Pregonémoslo con fervor, convirtámoslo en bandera de la lucha inmediata!”19
Posteriormente, en medio de una controversia entre historiadores, desatada en el 1982, Jiménez Grullón se reafirmó en reconocer las virtudes de Duarte. Ponderó que su pensamiento era liberal, patriótico y anticolonialista.
 Pedro Henríquez Ureña, la prodigiosa mente dominicana que prestigia las letras universales, en un fervor trinitario cerrado y con más pasión que razonamiento, en un ensayo publicado en el 1932 calificó, en síntesis, a los trinitarios como los únicos héroes verdaderos que ha producido nuestra Patria. Al hacer un enunciado limitativo, algo inhabitual en él, cerró las puertas a otras proceridades dominicanas; que las hay.20
Federico Henríquez y Carvajal, en su reflexión titulada Evocación, al referirse al vivir muriendo de Duarte lo explicó así: “Así viviste-si eso es vivir- años i años, sin inútil queja i sin maldecir tu destino, ni dolerte tu infortunio, sino de la desventura de tu patria…nunca acibaraste con  la duda ni con la renuncia de tu amor al ideal i de tu culto a la patria!”21
Me permito expresar que Duarte estaba consciente de que el proceso independentista dominicano, diferente a otros países de América, no sería fácil. Así ocurrió, en razón de que desde 1822 la isla completa estaba bajo el control total de un aparato administrativo entrelazado por burócratas civiles y militares que fueron consolidando una clase dominante que tenía como objetivo perpetuarse en el poder para asegurar sus beneficios grupales e individuales.
Así lo confirmaron los ataques, incursiones e invasiones que durante más de diez años lanzaron contra la República Dominicana los haitianos desalojados del territorio nacional en febrero de 1844.
En su ensayo La Sociedad Haitiana de los Tiempos de la Independencia, Roberto Cassá, en diapasón con lo anterior, expone que: “El mayor logro político de Boyer posiblemente fue la incorporación a Haití de la parte Este de la isla, la antigua colonia española. La clase dominante haitiana tuvo interés en esta adquisición más por razones políticas y militares que económicas, aunque no hay que descartar estas últimas.”22
Frank Moya Pons califica a Duarte de  “un convencido patriota que no vaciló en vender los bienes de su familia para allegar fondos con qué pagar la lucha de su país…un reconocido líder político…un honrado militar…un político radical que  no transigió nunca con los enemigos de su patria…Duarte fue calumniado y vilipendiado por los que quedaron en el poder manejando a su antojo la República.”23

Bibliografía:
1-Proyecto de Constitución. Juan Pablo Duarte.
2-Conferencia en La Vega, el 26 de febrero de 1932. Publicada en el Listín Diario el 14 de febrero de 1932. Manuel Ubaldo Gómez.
3-Rasgos biográficos de dominicanos célebres. Editora del Caribe,1971.P237. José Gabriel García.
4-La Trinitaria: su fundación, desarrollo y acciones. Conferencia inserta en el libro Duarte y la Independencia Nacional. Ediciones
Intec,1976.Editora De la Salle.P121.Jorge Tena Reyes.
5-Crítica Histórica. Editora Montalvo,1964.P193. Leonidas García Lluberes.
6-Bloque de Leyes editado en el 1880.Tomo I.Pp30-32.
7-Colección Centenario. Tomo 3.P15, editada en el 1944.
8-Libro Segundo de Macabeo, capítulo 7, versículos 1-14.
9- The New York Times. Edición 30 de diciembre del 2019.
10-Boletín del Instituto Duartiano No.26 enero-junio 2010.P6.José Joaquín Pérez Saviñón.
11- Comunicación de fecha 13 de febrero de 1883 dirigida a las autoridades dominicanas. J. Prudencio Diez.
12-Oficio No.336. Alejandro Woss y Gil, Ministro de Guerra y Marina. Bloque de Leyes de 1883.
13- Revista Clío No.110, abril-junio 1957.P158.
14-Papeles de Meriño, 1884.
15-Carta del Presidente de la República Ignacio María González a Juan Pablo Duarte. 19 de febrero de 1975.
16-Escritos y Apuntes Históricos.Editora Búho, 2009.P213.Vetilio Alfau Durán.
17-Clío No.180. Revista de la Academia Dominicana de la Historia.Julio-diciembre de 2010.
18-La influencia de Juan Pablo Duarte. Conferencia dictada en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo, 1976. Pedro Troncoso Sánchez.
19-La ideología revolucionaria de Juan Pablo Duarte. Conferencia inserta en el libro Duarte y la Independencia Nacional. Ediciones Intec,1976.Editora De la Salle. Juan Isidro Jiménez Grullón.
20-Revista Educación, año IV.No.13,S.D.1932.Pedro Henríquez Ureña.
21-Clío No.7. Enero-febrero 1934.P2. Federico Henríquez y Carvajal.
22-La sociedad haitiana de los tiempos de la Independencia, conferencia dictada en Intec, septiembre, 1976.Roberto Cassá.
23-Exaltación de Juan Pablo Duarte. Clío No.185. Enero-junio 2013. Frank Moya Pons.                                                
(Publicado el 26-enero-2020)

No hay comentarios:

Publicar un comentario