sábado, 4 de abril de 2020

RÍO HAINA

  •                                         RÍO HAINA
                               POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
  • A pocos minutos de salir de la ciudad de Santo Domingo se atraviesa
  • el río Haina, otrora un verdadero tesoro ecológico, tanto por su
  • configuración como por la importancia de la mismidad de su
  • cuerpo de agua y, además, por la hermosa historia que lo acompaña
  • desde antes de que aquí llegaran los colonizadores españoles.
  • Muchos acontecimientos de nuestra historia ocurrieron
  • en sus riberas y en su estuario. Siendo breve bastaría citar los
  • enfrentamientos que en el entorno de este río Haina libraron los
  • indios taínos y los conquistadores españoles. Sin olvidar que estos
  • últimos, con el apoyo de lanceros criollos, en quienes ya germinaba
  • lo que luego sería el concepto de dominicanidad, frustraron en
  • el 1655, en la cuenca del este cinturón de agua dulce, los deseos
  • imperiales del terrible gobernante inglés Oliverio Cromwell al
  • derrotar de manera convincente (con ruidos o no de cangrejos) a
  • los miles de combatientes que, bajo el mando bicéfalo del general
  • Robert Venables y del almirante William Penn, pretendieron
  • imponer los dominios de “la Pérfida Albión” en el Caribe insular.
  • Luego serían los españoles, en condición de tropas de
  • ocupación, como resultado de la Anexión, los que sufrirían varias
  • derrotas en ambas riberas de este río. Una de ellas ocurrió la tarde del
  • 28 de julio del 1864, en el entonces llamado paseo de La Angostura,
  • cuando fueron pulverizados por los restauradores dominicanos, al
  • frente de los cuales estaba el coronel Eusebio Evangelista.
  • El río Haina fue también el lugar donde el temible y
  • tristemente célebre general de origen mallorquín Valeriano Weyler
  • Nicolau tuvo una de sus más sonadas derrotas, llegando él mismo
  • a proclamar que en este importante curso de agua sufrió “el más
  • difícil momento de su accidentada carrera militar”. Así lo transmite
  • el historiador Alcides García Lluberes en su ensayo Los apuros de
  • Weyler en Santo Domingo, publicado en la revista Clío, en el año
  • 1954.
  • Más detalles de esa derrota del referido guerrero, quien luego
  • fue premiado con el marquesado de Tenerife, se constatan en la
  • página 423 del libro Hojas de Servicios del Ejército Dominicano,
  • recopilación publicada en el año 1968 por el historiador Emilio
  • Rodríguez Demorizi, quien se nutrió de los asientos del archivo
  • militar de España.
  • Al cruzar por encima del río Haina, sobre el puente presidente
  • Troncoso, al observar la ensenada en forma de bolsa formada
  • allí cuando se produce su encuentro con el Mar Caribe, recordé que
  • Jorge Luis Borges, en su clásica obra Historia Universal de la Infamia,
  • dice del Mississippi que “es río de pecho ancho...Es un río de
  • aguas mulatas...”
  • La asociación vino porque en la ría que allí se produce, al
  • confluir el Haina con el bravío Mar Caribe, esta hinchada corriente
  • natural de agua dulce también exhibe con frecuencia una inconfundible
  • turbidez, como la que en muchos tramos presenta el río
  • Mississippi de Norteamérica.
  • A unos tres kilómetros antes de formarse la ría, con su
  • espectáculo de penetración del líquido marino en la cuenca del río
  • Haina, creando ondulaciones de agua salada y salobre, están las
  • ruinas del complejo arquitectónico del ingenio azucarero Engombe,
  • inicialmente llamado Santa Ana, creado en el siglo XVI. Fue uno de
  • los primeros en América. Forma parte de los principales atractivos
  • culturales y ecológicos de esta zona.
  • En los alrededores de ese ingenio azucarero todavía quedan
  • algunos yambos coronados de pomarrosa. Es un área protegida
  • desde el 24 de junio de 1993, en virtud de lo que se indica en el
  • Decreto 183-93. El 20 de marzo del año 2002 pasó a formar parte
  • del Parque Mirador del Oeste.
  • Unos cientos de metros más adelante del referido puente
  • están los dos puertos de Haina (el oriental y el occidental), por
  • donde entra una gran cantidad de mercadería extranjera para
  • comercializarse en el país, y por donde se exporta mucha de
  • nuestra producción industrial, agropecuaria y de diversos géneros
  • de mercancías artesanales de facturación criolla.
  • En el pasado remoto, como expresión de un gran tráfico
  • fluvial, con una estiba portuaria muy activa, funcionó en este lugar
  • un sistema de flotas y galeones regenteado por los colonizadores
  • españoles.
  • Este cuerpo de agua dulce siempre ha sido importante,
  • incluso para fines literarios. El escritor, investigador y erudito
  • escocés Charles Mackenzie escribió en el lejano 1830 una obra
  • titulada Notas sobre Haití, cuya primera edición en español fue
  • publicada aquí en el 2016, correspondiente al catálogo del Archivo
  • General de la Nación. Dicho autor, al refiriéndose al río Haina,
  • dejó esta sorprendente nota: “...Cruzamos en un bote ferry, que
  • corre sobre un cable extendido a través del río. El río es profundo y
  • rápido, con tiburones de un inmenso tamaño retozando sin ninguna
  • restricción”...” (Ver página 214, edición del 2016).
  • Desde hace varias décadas este gran río está muy contaminado.
  • Su lecho es un depósito no sólo de lodo y limo, sino también de
  • todas las inmundicias que puedan ser imaginadas. Lo peor es que
  • no se observa ninguna iniciativa gubernamental para su rescate y
  • saneamiento. A pesar de que la Ley 164-00, de Recursos Naturales y
  • Medio Ambiente, es muy clara sobre lo que debe hacerse ante casos
  • como éste.
  • Cerca del lado oeste del río Haina están la dinámica comunidad homónima y también los pobladitos de Barsequillo, La Pared, El Carril y Hatillo.

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