PANDEMIAS EN LA HISTORIA (1)
(Publicado 2-mayo-2020)
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
La enfermedad que desde hace varios meses
tiene bajo pánico a la humanidad, llamada coronavirus (la covid-19), fue
declarada por la Organización Mundial de la Salud, el 11 de marzo del año en
curso, con la categoría de pandemia, por haberse diseminados sus mortíferos
efectos a casi todos los países.
Los médicos y científicos de diferentes
ramas sanitarias explican en estos tiempos sus causas y consecuencias, que se
hacen cada vez más terroríficas por no existir vacunas ni medicamentos capaces
de detener su avasallante progresión contra la población humana.
Las noticias sobre el coronavirus están en
las parrillas de programación de los medios informativos locales, nacionales e
internacionales, motivo por el cual resultaría sobrante cualquier opinión sobre
el tema en esta columna.
Pero sí considero de interés hacer un
viaje explicativo sobre las pandemias que en el pasado han azotado a muchos
pueblos del mundo, incluyendo la tierra que desde el 1844 lleva el nombre de
República Dominicana.
Lo que sí me permito señalar es que ha
quedado demostrado ahora, en medio de la desgracia que se cierne sobre la
humanidad, que ningún país estaba preparado para enfrentar con pleno éxito las
contingencias de una pandemia como la actual.
El antropólogo, arqueólogo y paleontólogo
catalán de Gerona Eudald Carbonell i
Roura, con fama de ser riguroso en sus reflexiones y reconocido en los más
exigentes centros científicos del mundo, en una entrevista de hace apenas unas
semanas concedida al periódico español Público, se refirió al oportunismo de la
geopolítica que aflora en momentos históricos, puntualizando que muchos
virólogos y epidemiólogos han recibido en los últimos días más dinero “que en
toda su vida investigando.”
Con
la carga de su sapiencia declaró Carbonell que
la pandemia de la Covid-19: “Es absolutamente responsabilidad de los
humanos porque no hemos sido capaces de tener un protocolo universal ante una
pandemia como esta. Estos protocolos universales hace años que deberían estar
hechos ante la aparición de otras epidemias.”1
Los
indígenas de América y las pandemias
En su ensayo titulado Las Grandes Epidemias
en la América Colonial, el famoso rector de la Universidad de León y eximio
ensayista, Miguel Cordero del Campillo, (considerado hasta el mes de febrero
pasado cuando falleció, a los 95 años, como uno de los más grandes expertos
mundiales en asuntos de parasitología), resaltó como uno de los principales
factores de las muchas y grandes desgracias sufridas por los indígenas de
América, a partir de finales del siglo XV, la transmisión de enfermedades por
parte de los españoles, entre ellas viruela, gripe, sarampión, sífilis, tifus y
otras.2
Junto con esas enfermedades, que se
convirtieron en pandemias, hay que agregar que los trabajos forzados y las
matanzas de etnias indígenas completas tuvieron un papel de principalía en la
hecatombe producida por los conquistadores y colonizadores de la América
Española. Igual ocurrió con los ocupantes ingleses, franceses, portugueses y
holandeses.
La
gripe en Santo Domingo
De las muchas enfermedades epidémicas
(algunas con niveles de pandemia) que en el transcurso de los siglos han sido
calamidades en la América que cubre desde el río Bravo, en México, hasta
Ushuaia, en el archipiélago de Tierra del Fuego, en La Argentina, se considera
como pionera a la gripe.
Los expertos en virología indican que fue
provocada por el denominado virus A, y que surgió aquí en Santo Domingo. La
trajeron los españoles en el segundo viaje de Colón.
Bartolomé de Las Casas al referir al tema
dice que la gente sufría “calenturas terribles”, quedando incapacitadas para
cualquier labor.
En su historia general y natural de Indias
el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo escribió que murieron tantos indios a
causa de la gripe que se optó por no contarlos. Y da cuenta de que también
murió un mogollón de españoles.3
De esa epidemia también comentó Pedro
Mártir de Anglería, capellán y asesor de varios reyes, entre ellos de la reina
Isabel La Católica.
Ese erudito nacido en la Lombardía italiana
nunca pisó América, pero desde su privilegiada posición de consejero y miembro
del Consejo de Indias tuvo informaciones privilegiadas sobre el llamado nuevo
continente.
Gracias a sus conversaciones e
indagaciones con viajeros, conquistadores y jefes coloniales, amén del acceso
que tenía a informes recibidos por la Corona de España, el referido autor pudo
escribir ampliamente sobre muchas facetas referentes a América.
En
uno de sus relatos, contenido en el primero de los 8 libros que el ilustrado
lombardo mencionado tituló Décadas, se refirió a la mortandad causada por la
fiebre en diferentes lugares de la tierra entonces llamada Indias, y
particularmente en el arco de las Antillas . Así lo dejó anotado: “había indios
muertos a cada parte”. No dijo quién se lo dijo, pero parece que el tufo llegó
hasta Sevilla, pues también sostuvo que “el hedor era muy grande y pestífero.”4
El
cólera en la literatura
El cólera es una de las enfermedades
andariegas que han recorrido gran parte de la geografía de la humanidad. Los
especialistas han reconocido su existencia por la diarrea y la deshidratación
que provoca el consumo de agua infectada por la bacteria que la produce,
anidada en los excrementos.
Esa dolencia existe en el mundo desde hace
al menos 2,500 años, de conformidad con las descripciones que hizo Hipócrates,
el célebre historiador de la medicina de la Grecia Antigua. Muchos años después
diferentes viajeros que anduvieron por la India, Indonesia y otros lugares de
Asia también dejaron constancia de la presencia devastadora del cólera en esos
lugares.
Los registros históricos de enfermedades
en el mundo contienen el dato de que la primera pandemia de cólera se produjo
en el año 1817.A partir de esa fecha el mundo ha padecido varios ataques
masivos de ese mal que se ha convertido en endémico en zonas con condiciones
sanitarias deficientes.
Gabriel García Márquez en su obra El amor
en los tiempos del Cólera, ambientada en pueblos cercanos a los ríos Magdalena
y su afluente Cauca, al narrar la historia de Fermina Daza, Juvenal Urbino,
Florentino Ariza, Jeremiah Saint-Amour y otros, y especialmente al
referirse a la fama de su personaje de
ficción el médico Urbino, afincado en la costa caribeña de Colombia, escribió:
“…El doctor Juvenal Urbino se dio a conocer en el país por haber conjurado a
tiempo, con métodos novedosos y drásticos, la última epidemia de cólera morbo
que padeció la provincia. La anterior, cuando él estaba todavía en Europa,
había causado la muerte a la cuarta parte de la población urbana en menos de
tres meses, inclusive a su padre, que fue también un médico muy apreciado.”5
Fiebre
amarilla
La
fiebre amarilla fue una de esas mortíferas enfermedades que causaron una
miríada de muertes en esta parte del mundo.
Unos dicen que el nombre le vino por el
color amarillo que tomaba la piel de los españoles que sufrían del mal que los
mayas identificaban como vómito de sangre y que atribuían a un castigo de los
espíritus sobrenaturales que formaban el altar de sus deidades.
El gran médico y científico cubano, nacido
en la hermosa e histórica ciudad de Camagüey, la de los tinajones, Carlos
Finlay Barrés, hijo de un galeno inglés y una dama española, fue quien
descubrió que el mosquito aedes aegypti era el transmisor o vector epidemiológico
de la fiebre amarilla.
Investido con su autoridad en la materia Finlay definió ese padecimiento así: “Es una
enfermedad infecciosa aguda y contagiosa, caracterizada clínicamente por
fiebre, albuminaria, hemorragias, hematemesis o vómitos negros e ictericia.”6
Dos historiadores de la medicina, autores
del libro titulado Colonialismo, trasiegos y dualidades: la fiebre amarilla,
reproducen lo que escribió sobre su propia experiencia un médico e investigador
inglés de apellido Pinckard, quien fue una de las víctimas sobrevivientes en el
1806 de ese mal: “la luz era intolerable y las pulsaciones de la cabeza y los
ojos eran sumamente dolorosas, produciendo la sensación de que 3 ó 4 garfios
estuvieran enganchados en cada globo ocular…ningún sitio, ninguna posición,
daba un momento de respiro.”7
La
viruela en Santo Domingo
Dicen los médicos, y también se recoge en
la sabiduría popular de los pueblos, que la viruela se contagia por tos, saliva
y roce de piel. Debido a su alta morbilidad, especialmente en los niños, llegó
a matar a muchos y los que sobrevivían a sus ataques generalmente quedaban con
lesiones permanentes, incluyendo ceguera y cardenales en la piel.
Según así lo registra el máximo organismo
rector de la salud en el mundo la viruela fue erradicada, desde hace 40 años,
de la tablilla de enfermedades que afectan a los seres humanos.
En un informe que le dirigieron al rey
Fernando V los curas de la orden de los jerónimos Luis de Figueroa y Alonso de Santo Domingo,
la viruela llegó a la colonia de Santo Domingo con los contingentes de esclavos
africanos.
En el año 1518, cuando aún estaba en curso
un ataque de viruela, o como se dice ahora en los tiempos del coronavirus
cuando “la curva de contagios no se había aplanado”, ya había matado a una
tercera parte de los indígenas del Santo Domingo español.8
El
sarampión
El sarampión es una enfermedad que ataca principalmente
a los niños. En el pasado atacó a muchos pueblos del Caribe y arrasó con gran parte de la
población infantil y con adultos con un sistema inmunológico deficiente, que
era el caso de los taínos y otros grupos indígenas.
Los especialistas de la medicina reseñan
que las características del sarampión
son tos seca, ardor y dolor de garganta, resfrío y otras patologías.
Afortunadamente es un achaque en declive gracias a la vacunación de los
infantes.
El sarampión llegó a América por el puerto
de Santo Domingo. Los inventarios de
la historia de enfermedades consignan
que fue propagada en el 1495 por los integrantes de la expedición de españoles
que encabezó el conquistador Juan de Aguado.
Siete años después, cuando Nicolás de
Ovando llegó a ejercer en La Española su sangriento mandato de gobernador
colonial, en el 1502, se mantenían los
efectos mortíferos del sarampión,
aunque con menos virulencia que la viruela. Esta última era llamada por los
indígenas la gran lepra.
El sarampión fue, como las demás
epidemias, aliada biológica de los conquistadores, tal y como bien lo relató el
historiador y sacerdote franciscano Fray Gerónimo de Mendieta, en su obra
Historia Eclesiástica Indiana, varios de cuyos 46 capítulos los dedicó al Santo
Domingo colonial.9
El tifus
Los infectólogos clasifican la enfermedad
denominada tifus en dos grupos: epidémico y endémico. El primero lo causa la
picadura de una pulga inficionada por la bacteria que lo produce y el segundo
por heces de un piojo afectado que penetran al cuerpo humano por una herida,
por la boca o por los ojos.
Con la invención de los antibióticos, a
partir del 1945, cuando el genial científico británico Alexander Fleming
descubrió la penicilina, las infecciones vinculadas con el tifus recibieron un verdadero
mazazo. Su nivel de letalidad se redujo considerablemente.
Pero en el pasado el tifus produjo miles
de muertos en muchos lugares del mundo.
Un personaje de ingrato recuerdo en la
historia colonial que murió de tifus fue el conquistador español Juan Ponce de
León. Su deceso se produjo en el año 1526.
Ponce de León había sido un fiero leonés
que participó en la matanza de los indígenas del rebelde Cacicazgo de Higüey.
Al morir se desempeñaba como juez residente en México, que entonces era llamado
por los españoles Nueva España.
En
la correspondencia del conquistador Hernán Cortés dirigida al rey Carlos V
aparece la información de dicha muerte. Para la ocasión murieron miles de
personas, tanto españoles como indígenas. Pero la muerte de Ponce de León
levantó un mar de dudas, llegándose a difundir que fue envenenado por órdenes
de Cortés, por desavenencia entre ellos.10
El erudito Fernando Colón, con acceso a
los después perdidos cuatro diarios de viajes de su padre, relató que el
Almirante Cristóbal Colón fue afectado de tifo en una travesía por el mar
Caribe, entre Jamaica y Santo Domingo.
Otros también informaron sobre problemas
de salud del famoso genovés al servicio de la Monarquía Española, así como de
muchos de los personajes que formaron
parte del proceso de conquista y colonización que hizo España en América.
Uno de los cronistas de la época colonial
más autorizados para abordar temas de salud fue el doctor Diego Álvarez Chanca,
que era el médico encargado de la salubridad de los que integraban el segundo
viaje de Colón a las para entonces llamadas Indias. Ese viaje traía a cientos
de personas y animales, en 5 naos y 12
carabelas.
En
una carta que remitió en el año 1494 a las autoridades del cabildo de Sevilla,
Álvarez Chanca comentó desde las costumbres culinarias de los taínos hasta las
condiciones de salud de Colón y muchos de sus acompañantes.
También hubo en los tiempos coloniales en
América dengue, lepra, paludismo, salmonelosis, parotiditis y otras. Con
diferentes alcances en sus designios mortíferos.
Bibliografía:
1-Periódico Público.
12-abril-2020.Entrevista a Eudald Carbonell i Roura.
2- Las Grandes Epidemias en la América
Colonial. Ensayo publicado en el 2001.Miguel Cordero del Campillo.
3-Historia general y natural de Indias. Impresa
en Madrid, edición de 1959. Gonzalo Fernández de Oviedo.
4-Décadas del Nuevo Mundo, edición de
México, 1964. Pedro Mártir de Anglería.
5-El amor en los tiempos del cólera. Editorial
Oveja Negra, 1985.P64. Gabriel García Márquez.
6-Ponencia sobre la fiebre amarilla. Conferencia
sanitaria internacional, Washington, D.C., febrero 1881. Carlos Finlay Barrés.
7-Relato que figura en la obra
Colonialismo, Trasiegos y Dualidades: la fiebre amarilla. Publicación en octubre
2007. José Tuellsa y Paloma Massóc.
8-Historia general y natural de Indias.
Impresa en Madrid, España, edición de 1959. Gonzalo Fernández de Oviedo.
9-Historia eclesiástica indiana. Edición
de México, 1945. Fray Gerónimo de Mendieta.
10-Cartas de Relación. Publicación hecha
en Madrid, España, 1985.Hernán Cortés.
(Publicado 2-mayo-2020)
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