sábado, 16 de julio de 2022

ABRAHAM LINCOLN (anécdota)

 

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

ABRAHAM LINCOLN (anécdota)

En la abultada biografía de Abraham Lincoln hay una miríada de anécdotas  producidas en las diferentes facetas de su esplendente personalidad: abogado de intensa actividad, político, legislador, combatiente en la guerra de Secesión,  decimosexto presidente de los EE.UU., abolicionista de la esclavitud, etc.

En su condición de abogado en ejercicio, mucho antes de ser primer mandatario de su país, le correspondió llevar el mismo día y ante el mismo tribunal dos asuntos contenciosos muy parecidos.

En ambos casos hizo planteamientos diferentes, pues en uno actuó como acusador, defendiendo al demandante, y en el otro estaba en la barra de la defensa de un acusado.

En el primer lance el tribunal acogió su tesis sobre los agravios sufridos por su cliente. Le dio ganancia de causa en todos los aspectos planteados y Lincoln se sintió eufórico por esa victoria procesal.

Tres horas más tarde estaba en la barra de enfrente, representando a un comerciante demandado por sus hechos personales.

Lincoln hizo piruetas verbales para convencer al mismo juez que conoció el caso anterior sobre la inocencia de su cliente, pero en su segundo discurso forense eran evidentes las contradicciones con la forma expresiva que argumentó en horas de la mañana.

Concluidos los debates, y antes de dictar su fallo, el juez actuante, dejando de lado lo que en Derecho se conoce como la casuística, le preguntó de manera algo socarrona a Lincoln sobre su ambivalencia jurídica.

Quien luego se convirtió en una figura histórica de alcance mundial le dio una respuesta que se convirtió en un clásico del anecdotario judicial mundial:

-“Magistrado, esta mañana pude tener errores conceptuales, pero ahora, en este segundo caso estoy seguro que tengo la razón.”

Luego de 133 años de su muerte una anécdota surgida en el 1998, por un escándalo sexual en la Casa Blanca (suceso Clinton-Lewinsky), hizo reaparecer en la escena pública estadounidense la sagacidad  que tuvo Lincoln como abogado:

Entonces se hizo popular una comparación anecdótica: Lincoln nunca mentía. Nixon nunca decía verdad y Clinton no reconoce diferencia entre verdad y mentira.

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