domingo, 10 de julio de 2022

 ULISES HEUREAUX, LILÍS (anécdotas)

POR TEÓFILO LAPPOT 

Del sátrapa dominicano Ulises Heureaux, alias Lilís, se puede decir que fue  un hombre ingenioso, socarrón, inteligente, calculador, frío y con una malicia capaz de romper cualquier barrera.

Cuando a sus oídos llegaba una información impactante, que para cualquier otra persona provocaba gran preocupación, él sin mucha expresividad sólo atinaba a decir “¡Ay Santa Bárbara!”

A veces, cuando surgían problemas nacionales mayúsculos que parecían desbordar su condición de gobernante, Lilís buscaba consejos de algunos de los considerados sabios de la capital dominicana.

Cuando sus opiniones no se ajustaban a lo que en realidad él quería, les decía a sus asistentes más cercanos que esos hombres de levita y leontina: “saben de todo, pero no entienden de nada.”

Ulises Heureaux era un ser cuyas acciones de gobierno surcaban el terreno fangoso del mal, pero también se le deben atribuir hechos chocantes con su práctica malsana, siendo el ejemplo más claro de eso sus sentimientos de solidaridad antillanista.

Como una prueba elocuente de su capacidad de desdoblamiento figura en los registros de su itinerario como gobernante que en el 1895 colaboró para que Máximo Gómez y José Martí pudieran realizar a Cuba su viaje de lucha independentista, aunque les advirtió a Federico Henríquez y Carvajal y a Jaime Vidal que no podían revelar a nadie su ayuda.

Así surgió esta anécdota de amplitud caribeña: “El General Heureaux acaba de atenderles y complacerles en todo, pero procuren que esto no lo sepa el Presidente de la República.”

Al duro gobernante nacido en Puerto Plata y muerto en Moca se le atribuye haber dicho que no leería su historia, insinuando con ello que no le importaba de cara al futuro lo que se dijera sobre sus hechos de gobierno.

El escritor costumbrista sanjuanero Emigdio Osvaldo Garrido Puello, en su obra titulada Narraciones y Tradiciones, narra una anécdota protagonizada por Lilís, centrada en dos amigos suyos del llamado “sur profundo.”

 Nombró a su cúmbila el general Andón de Nova como jefe comunal de Las Matas de Farfán y a su también seguidor el general Victoriano Alcántara, alias Ampallé, en calidad de jefe militar de Bánica.

Ambos generales eran enemigos entre sí. Nova era un hombre valiente, pero tenía un dejo de ingenuidad que finalmente marcó su trágico destino.

Al enterarse Lilís que el referido Ampallé estaba organizando una trama criminal contra su rival  alertó a este de lo que se fraguaba en su contra, pero Nova no tomó ninguna medida de precaución y poco después cayó fulminado en una emboscada.

Al recibir la información de que Alcántara mató con alevosía a Nova Lilís, en una suprema demostración de su extraña personalidad, dijo con su sorna característica: “Se perdió un amigo; hay que conservar el otro.”

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