domingo, 10 de julio de 2022

TRUJILLO (anécdotas)

                                 TRUJILLO (anécdotas)

                        POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Como todos los gobernantes truculentos, Rafael Trujillo, a pesar de sus modales pesados, fue una fábrica de producir anécdotas. Algunas cómicas y otras con ribetes trágicos.

Una de las anécdotas más famosas y recurrentes durante la llamada Era de Trujillo fue conocida como “los tres golpes.”  Era un pedido con voz de mando que hacían en pueblos y campos patrullas militares a cualquier transeúnte.

Esos llamados tres golpes eran la credencial del partido de gobierno, la cédula de identidad personal y el carnet del servicio militar obligatorio.

Muchos dominicanos fueron apresados o calificados como desafectos por no cargar con dichos documentos, los cuales para el régimen de fuerza tenían más importancia que un devocionario para un fiel.

Otro situación anecdótica de aquella época que merece recrearse era la actitud de Trujillo de colocar a marionetas suyas como presidentes de la República. Eso sí, él mantenía las riendas del poder.

Una anécdota que se hizo popular sobre ese tema se le atribuye al presidente gomígrafo (el primero de varios) Jacinto Peynado, alias Mozo, quien cuando alguien solicitaba su intervención para solucionar algún problema le decía: “Vaya a la mansión presidencial y procure hablar con la autoridad.”

Otra anécdota de política criolla, la cual recorrió rápidamente gran parte del mundo, fue protagonizada por residentes dominicanos en los Estados Unidos de Norteamérica, con motivo de una larga visita realizada a ese país por Trujillo en los meses de enero, febrero y marzo del 1953.

Durante ese tiempo un inmenso ataúd pintado de negro, cargado por exiliados, entre ellos Nicolás y Lucy Silfa, mortificó al despótico gobernante cuando fue a la Casa Blanca, en Washington; al edificio de la ONU, en New York; así como a otros lugares. 

Ese féretro se convirtió en su terror y amargó su viaje a las dos principales ciudades por donde pasan los ríos Potomac y Hudson.

José Labourt, ensayista y periodista nativo de Vicente Noble, se refirió de esta manera a ese hecho anecdótico que adquirió fama internacional:

“El ataúd, cargado por 62 dominicanos exiliados, simboliza la muerte del novelista Andrés Requena y la desaparición de miles de vidas en la República Dominicana.”(Trujillo: Seguiré a caballo.P.229).

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