GENERAL ODRÍA, UN DICTADOR DEL PERÚ
POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES
El
general Manuel A. Odría fue un duro militar de Perú, descendiente de vascos,
italianos y franceses. Se subió al poder en el 1948, luego de derrocar al presidente
constitucional José Luis Bustamante Rivero, un jurista y escritor arequipeño de
gran integridad moral.
El
régimen represivo de Odría se mantuvo durante 8 años (“el ochenio”). Fue una
calamidad para Perú.
Esparció
el terror en el llano, en la costa, en los pueblos de las montañas, collados y
cañadas andinas y hasta en caseríos de la amazonía peruana.
La
corrupción del general Odría, y su círculo más cercano, así como la capacidad
de producir anécdotas con sabor político, parecían no tener límites.
Mientras
tenía un estado de terror colectivo el dictador Odría convirtió el palacio de
gobierno, también llamado Casa de Pizarro, en una especie de licorería. Allí
eran frecuentes las fiestas con gran libación de vinos y licores extranjeros
así como el pisco peruano, una bebida famosa hecha a base de diferentes cepas
de uvas.
Supo
combinar, como elementos contrapuestos, el rigor militar que imprimió a su
gobierno de fuerza con el hedonismo que se vivía puertas adentro de la casa
presidencial. Sin duda que Odría fue en eso de los placeres un discípulo
aventajado del griego Aristipo de Cirene, el viejo.
Se
deleitaba con las marchas militares, pero también con merengue, son,
guaracha, danzón y la variada música
típica de las montañas andinas del centro del Perú, zona de donde era oriundo.
En
el anecdotario peruano hay cientos de páginas sobre el derroche de fiestas
(incluido el besamanos) que auspiciaban por cualquier motivo “el general de la
alegría” (como irónicamente apodaban a
Odría) y su esposa María Delgado.
Una
de las anécdotas más famosas sobre dicho personaje se refiere a su inmensa y
extraña suerte para que le “regalaran” inmuebles, mientras ejercía con puño de
hierro el mando del Perú.
Varias
fueron las casas y haciendas que ingresaron a su patrimonio inmobiliario por
presuntas donaciones, entre ellas el célebre Fundo Odría, un inmenso cortijo
lleno de frutales.
En
la novela Conversación en la Catedral Mario Vargas Llosas hace una radiografía
no completa del dictador Odría, describiendo sus hechos violentos y también sus
chascarrillos. Presenta, además, un amplio anecdotario del represor Alejandro
Esparza Zañurta (Cayo Mierda en esa obra), uno de los hombres fuertes de aquel
régimen.
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