LA ROMANA: CAÑA, TURISMO, INDUSTRIAS Y MÁS
POR
TEÓFILO LAPPOT ROBLES
SOBRE
EL NOMBRE DE LA ROMANA
No pocas veces surgen
controversias sobre el origen de los nombres de pueblos y comarcas dominicanas.
La ciudad de La Romana no es la excepción.
En efecto, algunos
documentos históricos, y especialmente la tradición oral, sostienen que el
nombre de esa dinámica ciudad del Este del país surgió por la costumbre de
personas que iban a vender y comprar productos a un negocio situado en las
cercanías del viejo muelle de la desembocadura del río Dulce, en el cual había
un instrumento de pesar llamado balanza romana.
Se dice que las
expresiones voy a la romana o vengo de
la romana se popularizaron y que de ahí nació el topónimo de esa hoy
pujante ciudad oriental.
Otros documentos, tal
vez de más rigurosa objetividad, echan por la borda esas aseveraciones, pues La
Romana figura mucho antes de existir el aludido negocio de la familia Ravelo,
con su referida balanza como símbolo comercial.
Es seguro que lo del
pueblo llegó por el nombre del río (que luego lo identificaron con su actual
nombre de río Dulce). Las pruebas de que fue así están a borbotones.
En un ensayo sobre
estadística, escrito en el año 1800, Pierre Lyonnet, un agente forestal
francés, que viajó en dos ocasiones al lado español de la isla de Santo
Domingo, escribió que “al este del Ozama comienza una llanura regada por los
ríos Macorís, Soco, Cumayasa, La Romana e Higüey, y todos ofrecen un puerto más
o menos grande.”1
Sobre el mismo tema un
ilustre geógrafo dominicano dejó asentado para la historia que “Cumayasa y La Romana no son ríos, sino dos
abras o estuarios formados por el mar.El puerto de Cumayasa tiene buen
fondeadero y una entrada fácil y limpia; en su fondo desemboca el Arroyo Hondo.
El puerto de La Romana tiene un magnífico fondeadero, muy protegido pero con
entrada estrecha y peligrosa. El abra de La Romana tiene toda la apariencia de
la desembocadura de un río y contribuye más a que lo parezca, el hecho de que
en el fondo de ella desemboca un arroyuelo insignificante, el Yerba Buena.”2
Sin embargo,
reproduciendo las opiniones divergentes sobre esa ciudad del oriente del país,
es necesario indicar que el célebre franciscano capuchino Fray Cipriano de
Utrera, en sus ideas complementaciones a un libro fundamental para conocer
nuestro más remoto pasado, observa que: “ en una partida de pago hecha el 6 de
octubre de 1659, por la cantidad de 930 reales al patrón y marineros de la
balandra Rey, por el despacho de ella con un oficial de tropa que fue a
reconocer La Romana, por la noticia que se tuvo de hallarse en ella una
balandra quemada”.3
En una detallada
relación de embarcaderos y puertos del país Schomburgk, el ilustrado cónsul
inglés que estuvo 10 años en República Dominicana, menciona en el 1852 a La
Romana como “un lugarejo”. Es decir, que para esa época ya había una comarca
donde hoy está emplazada esa vibrante y cosmopolita ciudad.
Refiriéndose
a la amplia planicie que se extiende desde el río Ozama hasta Cabo Engaño, un
comisionado del Congreso estadounidense llegado al país en 1871 (para evaluar
la posibilidad de materializar la anexión que gestaban los mandatarios
Buenaventura Báez y Ulises Grant) y quien resultó ser gran escudriñador de la
geografía dominicana y de nuestro pasado, dejó escrito esto : “Los productos
recolectados en esta región se embarcan en el romántico puerto de La Romana,
situado en la costa, con capacidad para convertirse en un puerto bien
acondicionado para la expedición de los numerosos productos que allí se
producen.” 4
En
lo que los investigadores están contestes es que todo el lado sur de la
provincia de La Romana forma parte de los Llanos Costeros del Caribe, los
cuales tienen una gran riqueza piscícola y facilidades de conexiones marinas y
aéreas con Sudamérica y Europa.
EL
PUEBLO DE LA ROMANA Y SU ANTIGUO PUERTO
Versiones históricas sitúan
la apertura al comercio internacional del puerto de La Romana para el año 1852.
Los que interactuaban
en ese fondeadero eran personas que se trasladaban de otros lugares,
especialmente de Higüey, El Seybo y San Pedro de Macorís. De ahí que en los
primeros mapas sobre el país, publicados en Francia en el 1846, no aparece La
Romana como pueblo, sino como un río.
Es evidente que el
proceso de formación de La Romana se origina en su antiguo puerto. Sus
principales acontecimientos embrionarios se vincularon en términos políticos y
económicos en torno a la actividad portuaria que allí se desarrollaba.
Hace más de 60 años un
gran geógrafo dominicano escribía sobre La Romana lo siguiente: “Su magnífico
puerto habilitado, sostiene un creciente intercambio comercial con el exterior.
El progreso de esta ciudad en estos tiempos ha sido enorme, debido a su auge
comercial.” 5
Pero volviendo atrás en
el tiempo se observa que mediante decreto del 28 de agosto de 1855 se ordenó
que el puerto de La Romana recibiera durante 90 días mercancías extranjeras
exentas del pago de impuestos de importación. Fue una decisión preventiva ante
la hambruna que se avizoraba por los efectos del ciclón San Ceferino, que había
causado estragos en el país. El listado de dichos productos se limitaba a
bacalao, frijoles, arenques, harinas de trigo y maíz, azúcar parda, sal marina,
tablitas, cebollas, macarelas y arroz.
El 13 de diciembre de
1855 el Poder Ejecutivo, a cargo del Vicepresidente y General de División
Manuel de Regla Mota, declaró el estado de sitio en todo el territorio
nacional, con motivo de una nueva oleada invasora de los haitianos, y al día
siguiente emitió un decreto mediante el cual cerraba al comercio exterior el
puerto de La Romana y otros situados en los litorales Sur y Norte del país. Esa
disposición cesó el 17 de marzo de 1856.
DIVISIÓN
TERRITORIAL DE LA ROMANA
La
provincia de La Romana tiene tres municipios. La cabecera provincial, de igual
nombre, Guaymate y Villa Hermosa, acompañados de sus correspondientes
secciones, parajes, bateyes, sectores y lugares.
Guaymate,
cuyo nombre se deriva de un árbol que abundaba en la zona y que los lugareños
llamaban guamate, es un municipio cañero y ganadero. El grueso de su población
se dedica a esas labores agropecuarias y al comercio. Por el origen étnico de
la mayoría de su población, arracimada en decenas de bateyes, los bailes del
ga-ga tienen gran aceptación en Semana Santa y en otras celebraciones
religiosas.
Villa
Hermosa está al oeste de la provincia. Es de reciente creación. Antes se le
llamaba Los Mulos y con la promulgación, el 21 de julio del 2004, de la Ley
201-04, fue elevada a Municipio con su nombre actual. Al ser una especie de
desprendimiento del otrora extrarradio del municipio de La Romana no hay
visualmente una clara frontera física entre ambas localidades.
Esa
realidad hace recordar a muchos lugares en Estados Unidos de Norteamérica y
otras partes del mundo que solo las barras de una estación de peaje o el borde
de una acera en el casco urbano determinan el límite entre una ciudad y otra.
Ejemplos: Newark y Jersey City. Barcelona y L´ Hospitalet de Llobregat.
EL TURISMO EN LA
ROMANA
La Romana es uno de los
principales polos turísticos del país, con el añadido de que famosos personajes
extranjeros han establecido en esa provincia su segundo hogar para pasar
grandes temporadas de diversión.
El buque insignia del
ocio allí es el complejo hotelero llamado Casa de Campo, creado en la década de
los años 70s del siglo pasado. Está en
el litoral del Mar Caribe y en las cercanías del navegable río Chavón, el cual
divide las provincias La Altagracia y La Romana.
La marina de Casa de
Campo está cerca de dicho río. Es un turismo de alto consumo. Muchos llegan en
sus aviones privados o en sus imponentes yates, sin escatimar nada para rendir
tributo al hedonismo.
A parte de su hotel
cinco estrellas, en Casa de Campo hay cientos de villas propiedad de adinerados
dominicanos y extranjeros que han convertido ese lugar en una especie de coto
cerrado, y aunque no sea en realidad una réplica de la desaparecida ciudad
griega situada en el Golfo de Tarento, (en su apogeo bajo control de Grecia) de
nombre de Sibaris, ciertamente allí muchos
practican el sibarismo.
Otro atractivo para el
turismo nacional y extranjero que tiene La Romana es la hermosa villa Altos de
Chavón. Fue creada en el 1982, como una réplica de un pueblo griego del siglo
XVI. Tiene un museo con piezas del arte de los tainos. También una escuela de
diseño que ha ido creciendo en fama con el paso del tiempo, talleres para
artistas de diversas disciplinas, restaurantes, la iglesia San Estanislao,
construida en piedras coralinas, y otras obras de gran impacto visual. Para la
inauguración de su anfiteatro, el 20 de agosto de dicho año, cantó allí el
mundialmente famoso Frank Sinatra. Luego de su estreno todas las actividades
artísticas realizadas en ese anfiteatro han sido resonantes éxitos.
Altos de Chavón es una
especie de extensión del complejo turístico Casa de Campo. Este último posee
afamados campos de golf que atraen a grandes figuras mundiales de ese deporte.
El llamado Dientes de Perro figura entre los mejores del mundo.
Un pilar fundamental en
el turismo romanense es su aeropuerto internacional, ubicado cerca del referido
complejo hotelero. Está en la sección Caletón. Diariamente aterrizan y despegan
aviones cargados de turistas de muchas partes del mundo.
Como parte integral del
referido complejo turístico está la Playa Minita, dotada por la naturaleza de arena
blanca con piedras coralinas que la protegen contra la fuerza avasallante del
agua bravía del mar Caribe.
Fuera del área
reservada a los bañistas, en esa playa se practican infinidad de deportes acuáticos. Es de uso privado para los
huéspedes de Casa de Campo.
La Romana también tiene uno de los mejores clubes de caza y pesca del
país, lo cual junto con la cabalgata son
buenos complementos para la cartilla turística que se ofrece a los visitantes.
Playa Caleta está en el
distrito municipal del mismo nombre. Es de acceso público. Se caracteriza por
una mezcla casi simétrica de arena blanca y piedras. Ahí hay venta de pescado,
arroz y frituras. Frecuentada principalmente por los romanenses y turistas de otros lugares del
país.
Además del referido río
Chavón, que tiene un recorrido de 90 kilómetros, en el litoral de La Romana
también desembocan los ríos Dulce (antes Romana) y Cumayasa, ambos de curso
corto, apenas unos 30 kilómetros. Son una porción importante de los puntos de
interés turístico de esa provincia.
Como parte del turismo
de esta zona del oriente dominicano es
pertinente decir que en la desembocadura del río Dulce hay un muelle donde
atracan semanalmente cruceros cargados de miles de turistas que recorren el
Caribe.
En un área cercana a la
desembocadura del río Chavón quedan petroglifos demostrativos del arte pre
colombino de los tainos y de otros grupos étnicos que llegaron a esa tierra
desde su hábitat antrópico en el río Orinoco, hace más de cuatro mil años. El
humanista dominicano Marcio Veloz Maggiolo, y otros examinadores experimentados,
han realizado allí magníficas investigaciones arqueológicas y espeleológicas
que han sido divulgadas en libros esenciales para conocer las manifestaciones
artísticas de los aborígenes.
CAÑA
Y ZONA FRANCA
Mucho
antes que el turismo diera fama internacional a La Romana, el cultivo de la
caña y su proceso de industrialización con el azúcar y el furfural era la base
principal de sustentación económica de esa provincia.
La
actual gran empresa diversificada que es el Central Romana era en sus comienzos
una subsidiaria de la South Porto Rico Sugar Company, establecida en La Romana
en el 1911. Luego su propiedad ha ido pasando a otros grupos económicos.
Ese
emporio azucarero también tiene desde hace muchas décadas una de las mejores
crianzas de ganado vacuno para la producción de carne.
Dada
la relativa pequeñez del territorio romanense ambas actividades agropecuarias
están en otras circunscripciones de la región Este.
Las
dramáticas arbitrariedades cometidas en esos cañaverales contra los obreros
agrícolas y fabriles, ya en parte superadas, han sido reseñadas en la prensa
nacional, así como en novelas, ensayos, poemas y documentales.
El bodeguero Daniel Comprés tal vez sea el
personaje de ficción que mejor refleja los abusos de todo tipo que ocurrían en
los bateyes cañeros: “Yo me preguntaba: ¿Esta es mi tierra? ¿Por qué esta isla
que debió ser de paz se ha tornado en un pantano semejante? ¿Por qué nos matan
así? Y mi vista desolada, al buscar el horizonte, chocaba con las grandes
chimeneas del central, que se elevaban siempre imponentes, por encima de todo…”
6
La
Romana también tiene muchas industrias, decenas de las cuales están
concentradas en una de las más grandes
zonas francas del país, instalada a
finales de la década de los años 60s del siglo pasado. La mayoría de estas
últimas son maquiladoras y por lo tanto con escasa incidencia en el desarrollo
de los romanenses.
LA
ISLA CATALINA EN EL LITORAL DE LA ROMANA
Contrario
a lo que algunos creen, o hacen creer a los demás, las islas Saona y Catalinita
y el paradisíaco pobladito de Bayahibe pertenecen a la provincia La Altagracia.
La
hermosa isla Catalina sí forma parte del
gran conjunto de atractivos de la geografía correspondiente a la provincia La
Romana. Queda en su lado suroeste, frente al distrito municipal de La Caleta.
Cristóbal
Colón arribó a esa pequeña isla en el año 1494 y dejó sus impresiones de ella
en su diario de viaje.
Su
vegetación está formada en su mayor parte por árboles espinosos y manglares,
adaptados al permanente embate de la brisa marina. Allí se mueven patos, fregatas,
pelícanos, tijeretas y otras aves. Cardúmenes de peces multicolores se
mantienen nadando en forma circular por
sus aguas transparentes.
Fue declarada Monumento
Natural y tiene categoría de área protegida en virtud del Decreto No.309 de
1995. Mide algo más de 9 kilómetros cuadrados. Es rocosa y de clima seco (contrario
a lo que dijeron algunos cronistas del pasado, que la describieron como fértil
para la producción agrícola).
Aunque no hay personas viviendo en ella muchos
cruceros hacen parada en la isla Catalina. Los turistas pueden contemplar las
dunas, su particular vegetación, que incluye bosque enano, así como ver el aletear y el
vuelo de las aves que allí tienen su
hábitat y algunos hasta practican en el
lugar deportes submarinos.
De
la pequeña isla Catalina se ha escrito bastante, tanto por sus características
naturales como por su posición estratégica en un recodo del mar Caribe.
Un
historiador nuestro, en rol de geógrafo, dijo de ella: “Isla situada como a 5
kilómetros de la costa Sur entre el puerto de Cumayasa y La Romana, mide 10
kilómetros de largo de Este a Oeste por 5 de ancho de Norte a Sur y su terreno es
fértil y abundante en materias útiles. Tiene un buen fondeadero en 34 brasas en
la parte Noroeste cerca de una bahía en que los buques están protegidos por las
dos puntas sobresalientes de la isla.”7
En el 1988 el eminente
botánico dominicano Eugenio De Jesús Marcano Fondeur hizo un conteo de las
plantas que encontró en un viaje de investigación científica a la zona que
queda en la cercanía del litoral de la isla Catalina, más hacia fuera de los
farallones arropados por la sal de La Uvita: “Palo´e leche, almácigo, vera,
jobobán, guásuma, escobones, tamarindo, caimito de perro, uva de sierra, aroma,
higo, caya amarilla, bucida, chicharrón, guáyiga, violeta, limón agrio,
chachá”.8
La Catalina es una de las islas que motivaron la
creación de la Ley 166-07, del 22 de mayo del 2007, cuyo artículo 1 dice que: “Se
declara la República Dominicana como Estado Archipelágico”. En su artículo 2
expresa que: “El archipiélago de la República Dominicana está conformado en la
parte occidental de la isla de Santo Domingo o Hispaniola por un extenso
conjunto de 150 islas menores….” 9
LA ROMANA ANTE LA OCUPACIÓN ESTADOUNIDENSE
DEL 1916
El
hecho de ser un pueblo de surgimiento relativamente reciente (comparado con
otras comunidades del país) no le quita protagonismo social, político e
histórico a La Romana.
Esa
ciudad, ubicada en el centro-sur del Este dominicano, ha sido sitio de jornadas
de reivindicación nacional en múltiples ocasiones, y tal vez no sea un hecho
casual que su primer periódico surgiera en un año aciago para el país, pues la
soldadesca del “Norte revuelto y brutal”, por órdenes del presidente Woodrow
Wilson, había horadado el territorio criollo.
Dicho
combativo y combatido medio de comunicación “se llamó Los Mosqueteros, que vio
la primera luz el 26 de junio de 1916…Los Mosqueteros fue un clarín patriótico
contra la intervención y llegaron a publicarse diez ediciones”.10
El 30 de junio del 1922
se firmó el Memorandum del Entendimiento de Evacuación del país de las tropas y
el personal civil de los EE.UU, que fue la base del llamado Plan
Hughes-Peynado. Dicho acuerdo contenía una tremenda mediatización de la soberanía
nacional y contravenía los deseos del pueblo que se expresaba a través de la
Unión Nacional Dominicana, presidida por Emiliano Tejera, y que abogaba por la
salida del territorio criollo de los invasores de manera pura y simple, sin los
condicionantes que finalmente estos impusieron.
Un versificador
identificado como El Cantor Romanés publicó en repulsa a dicho acuerdo un poema
titulado El Plan Peynado, que dice así: “¡Vaya con el Plan Peynado!/Mirado de
frente, es liso/Del lado izquierdo con rizo/al derecho, desgreñado/ I según me
han informado/ha descubierto Logroño/Que por detrás tiene moño/I moño tan
enredado/Que ni el Peine marca Welles/ Lo ha de dejar bien Peynado.”.11
Con ese poema de
protesta ese romanense anónimo apoyaba a la Comisión Nacionalista Dominicana en
Washington 1920-1921, cuyos miembros reivindicaron en la ciudad de Potomac el
derecho a la libertad plena de la República Dominicana “…intervenida y
ultrajada, pisoteada, puesta en sangrante cruz por el almirante Knapp y sus
secuaces…” 12
PERSONALIDADES
NATIVAS DE LA ROMANA
En la provincia de La Romana nacieron muchas
personalidades que han realzado la estima nacional de esa provincia. Imposible
es citarlos a todos. Para muestra ocho:
Francisco
Richiez Ducoudray, precursor de muchas
obras que a principios del siglo pasado le fueron dando el perfil de ciudad a
esa entonces comarca semi rural.
El
Teniente Amado García Guerrero, héroe y mártir de la gesta patriótica del 30 de
mayo de 1961, con la cual se puso fin a la tiranía trujillista.
Manuel
Antonio Mañaná Lappot, sobresaliente escultor. Hijo de Altagracia Lappot y
de Manuel Antonio Mañaná. Fue un artista
hecho y derecho. Creador de Ferroarte. Murió el 11 de febrero del 2003. Su
última exposición escultórica él la tituló sugerentemente De Mis Manos.
Celsa
Albert Batista, gran historiadora, maestra, doctora en Estudios
Latinoamericanos y ensayista de gran calado.
José
Antonio Rodríguez Duvergé, poeta, cantante y gestor cultural.
Fernando
Ureña Rib, poeta, pintor y narrador, fallecido a destiempo.
Nexcy
Ramona De León Ramírez, periodista y analista de pensamiento profundo.
Rafael
Jarvis Luis, economista, historiador y ensayista, su obra sobre La Romana es
clave para entender muchos aspectos de la idiosincrasia de sus moradores.
Bibliografía:
1-La
Era de Francia en Santo Domingo. Editora del Caribe 1955. pp 113-114.
2-Geografía
de la Isla de Santo Domingo. Cayetano Armando Rodríguez. s/p de imprenta.
pp 264, 265.
3-Del
valor de la Isla Española. Antonio Sánchez Valverde. Editado en Barcelona el 2
de
marzo de 1971. Nota No.11 de FCU al pie de
la p14.
4-Santo
Domingo, su pasado y presente. Editora Serigraf, junio 2012.p206. Samuel
Hazard,
publicado originalmente en inglés en el
1873.
5-Reseña
Geográfica, Histórica y Estadística de la República Dominicana. Editada en
1954.
Vicente Tolentino Rojas.
6-Over,
p210.Editora Taller. Veintidosava edición, septiembre 2003.Ramón Marrero Aristy
7-Diccionario
Geográfico-Histórico de Santo Domingo, inserto en Obras Completas,
v.5, p 405. AGN, agosto 2007. José Gabriel
García.
8-La
Naturaleza Dominicana. Región Este. t3.p 307.Editora Corripio, 1 de marzo 2006.
Félix Servio Ducoudray.
9-Ley
166-07, del 22 de mayo del 2007.
10-
Boletín del AGN, No.111, v.xxx. Enero-abril 2005.Vetilio Alfau Durán.
11- Reproducido en
Vetilio Alfau Durán en Anales. Escritos y Documentos.
Editora Corripio, 30 de mayo 1997.Página
729.
12-La
Comisión Nacionalista Dominicana en Washington. Imprenta La
Opinión, 1939. Fabio Fiallo. Insertado en el
libro Los intelectuales y la
intervención militar norteamericana,
1916-1924. Editora Centenario, julio
2017, pp 197-245.Editor Alejandro Paulino.
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