SAN
ANTONIO DE GUERRA, PUEBLO GUERRERO
POR
TEÓFILO LAPPOT ROBLES
Municipio
San Antonio de Guerra
La fundación del
poblado San Antonio de Guerra comenzó en los tiempos coloniales. Algunos sitúan ese acontecimiento
en el año 1606. Entonces, y por mucho tiempo, era un caserío rural
perteneciente a la comunidad de San José de Los Llanos.
Durante casi dos siglos
y medio existió sin ninguna normativa legal, con relación a su composición geográfica. Entonces se le
identificaba como Los Llanos Abajo.
Fernando Arturo de
Meriño, en su papel de geógrafo, que no de Arzobispo y zahorí de la política
criolla, en un libro publicado en el 1867 sobre geografía física del país se
refería al espacio que entonces cubría San Antonio de Guerra, ubicándolo entre
La Caleta, el caño de Mojarra, los ríos Ozama, Azuí y Yabacao, hasta
encontrarse con el sitio conocido como Las Mazamorras.1
Mediante el Decreto No.214,
emitido el 15 de octubre del 1849, el pueblo
San Antonio de Guerra fue declarado común de Santo Domingo; así se
mantuvo hasta el 3 de mayo del 1944,
cuando se produjo su desintegración comunal, al disponer la Ley 573 que esa
aldea y sus áreas rurales se distribuyeran entre el Distrito de Santo Domingo y
Bayaguana.2
Luego se le degradó a
sección del Distrito Nacional. Posteriormente fue elevado a Distrito Municipal del Municipio Santo Domingo
Este, gracias a la Ley 163-01, la cual contiene las motivaciones congresuales
para esa importante decisión.3
El 24 de Febrero del 2004, en virtud de la Ley
106-04, San Antonio de Guerra adquirió su actual condición de Municipio de la
Provincia Santo Domingo. Esa nueva categoría administrativa estuvo sustentada
por los congresistas, entre otras razones por lo que indican los párrafos
tercero y cuarto del tramo explicativo de dicha Ley, que en resumen dicen que
se trata de “un vasto territorio, manifiesta un desarrollo sostenido en lo
económico, cultural, social y poblacional, que lo hace merecedor de ser elevado
a la categoría de Municipio…tiene una gran actividad comercial…varios proyectos
habitacionales privados, agricultura de todos los géneros, granjas avícolas,
porcinas y ganaderas…”4
El Municipio San Antonio
de Guerra está acompañado en sus 273 kilómetros cuadrados por el Distrito Municipal Hato Viejo y las
secciones Estorga, El Mamón, El Toro, La Joya, Enjuagador, Mata de Palma, Bella
Vista, así como decenas de parajes, tales como Mata Vaca, La Mojarra, El Fao,
La Piedra, Capacito, Proyecto Cabreto, Santa María, La Picadora, Juana
Jico, El Peje, Los Perros, La Batata,
Santa Lucía, El Mamey, La Corcovada, Los Cocos, Las Parras, La Jagüita y otros.
En el pasado reciente
hubo allí grandes plantaciones de caña de azúcar. Se observa una notable
ganadería vacuna y caballar. Algunos equipos de beisbol de los Estados Unidos
de Norteamérica tienen en esa zona academias para entrenar sus peloteros.
Pero ni el fomento de
la ganadería ni otras actividades
productivas que allí se realizan ofrecen aportes significativos para animar la
economía de sus habitantes.
Es necesario señalar
que miles de seres humanos que habitan el Municipio San Antonio de Guerra, y de
manera especial sus áreas rurales, presentan un lastimoso cuadro de miseria.
Languidecen en medio de una permanente crisis existencial generada por falta de
oportunidades para romper el marco de estrechez en que mal viven. No se ven
suficientes acciones gubernamentales para ayudarlos a paliar esa calamitosa realidad.
Al recorrer las calles
del poblado cabecera de ese municipio, y más aún al entrar por sus diferentes
campos (que en el pasado fueron epicentro de enconados encuentros armados para
consolidar la libertad del pueblo dominicano) se palpa en los rostros famélicos
de gran parte de sus moradores que es una verdad inconmovible, aplicable a lo
que se vive allí, lo que sostiene el
periodista argentino Martín Caparrós:
“El hambre es la
expresión más indiscutible de la pobreza…nadie discute que pasar hambre es lo
peor que te puede pasar. El hambre es la pobreza que no admite opiniones, no
admite dilaciones.”5
Sánchez,
Luperón, Cabral, Santana, Tenares y Manzueta en Guerra
Algunos de los
principales líderes políticos y militares de la segunda mitad del siglo XIX
dominicano estuvieron presentes en acciones armadas en San Antonio de Guerra,
especialmente en la gloriosa Guerra de Restauración, así como también en las
muchas luchas libradas entre las diversas facciones caudillistas que entonces
dividían a los dominicanos.
Francisco del Rosario
Sánchez, Gregorio Luperón, José María Cabral, Eusebio Manzueta y Olegario
Tenares, entre muchos otros patriotas, brillaron en las acciones armadas que
tuvieron como escenario el territorio de Guerra.
Sánchez y Cabral, tal
vez obnubilados coyunturalmente, sirvieron brevemente al pérfido Báez, pensando
que podían frenar los designios proditorios que contra la República tenía
Santana. En esa condición tuvieron varios encuentros bélicos con los
santanistas, en los campos de la jurisdicción de Guerra.
Por esa zona del país
también estuvieron los generales anexionistas Antonio Abad Alfau Bustamante,
Juan Suero, Domingo María Lazala, Antonio Alfau Baralt y otros altos oficiales
que renegaron de su Patria y pusieron sus destrezas militares al servicio de
una potencia extranjera que ofendía la dignidad de los dominicanos con la
ocupación de su territorio.
Allí también estuvo en
son de guerra el que luego fue marqués de Tenerife, el tristemente célebre
general mallorquín Valeriano Weyler Nicolau, terrible personaje que llenó de
sangre a la República Dominicana y a Cuba. Por su baja estatura muchos lo
apodaban el enano trágico.
Tal vez fue en San
Antonio de Guerra que, por la reconocida preferencia sexual del macabro
Valeriano Weyler, un ingenioso dominicano compuso esta nota: “Mi querido
Valeriano, cuando te vayas de aquí te llamarán Valeri porque habrás perdido el
ano.”
En las hojas de
servicios del Ejército Dominicano, en el período de 1844 a 1865, figuran muchos
de los oficiales (unos patriotas, otros traidores y no pocos ocupantes
extranjeros) que combatieron en la jurisdicción del hoy Municipio de San
Antonio de Guerra.6
Río
Yabacao en la historia de Guerra
En un desfiladero
conocido como Paso del Muerto, en el área de influencia del Río Yabacao, en la
frontera norte del hoy municipio San Antonio de Guerra, fue herido el 19 de
marzo de 1864 (que era Jueves Santo) el general anexionista Juan Suero, alias
el Cid Negro. Murió en la noche de ese día en esa comunidad. La columna que
dirigía Suero salió en loca huida hacia Guerra, perseguida por el fuego
incesante de la metralla restauradora. Ya Suero estaba moribundo.7
Por las condiciones
excepcionales de ese personaje, que puso todo su bagaje como ducho militar al
servicio de intereses foráneos y en perjuicio de la tierra que lo vio nacer, el
lugar donde fue herido de muerte ha pasado a la historia dominicana con la elevada
significación que un hecho de esa magnitud tuvo para debilitar a los
anexionistas, que ya comenzaban a sentirse derrotados.
El General José de La
Gándara, uno de los jefes máximos de los interventores anexionistas, y a la
sazón Gobernador de la neo colonia de Santo Domingo Español, dijo al enterarse
de lo ocurrió en Guerra: “Creo en la existencia del Cid, desde que conocí a
Suero.” Obviamente se refería el militar e historiador aragonés a Rodrigo Díaz
de Vivar, aquel famoso conquistador castellano del siglo XI, cuyas hazañas
guerreras se resaltan en varias obras épicas, a quien llamaban El Cid
Campeador.8
Vicente
Celestino Duarte en Guerra
Fue en campos cercanos
a Guerra, así como en San José de Los Llanos y en la Sabana de Guabatico, donde
Vicente Celestino Duarte actuó como comisario pagador de las tropas
restauradoras.
El General Gregorio
Luperón, observando las diferentes vertientes de tácticas guerreras que
confluían en los muchos senderos y atajos que entonces habían en los campos que
cubrían las rutas de Los Llanos hasta Guerra, le solicitó a Vicente Celestino
Duarte (de quien elogiaba su gran valor) que por sus condiciones físicas y su
edad sexagenaria debía retirarse de las líneas de los combates, pero éste le
respondió así: “No, no me retiraré general. Que hay hoy gloria para todos los
dominicanos.”
Era el mismo Vicente
Celestino Duarte a quien luego Américo Lugo definió como “uno de nuestros
claros próceres cuyos méritos se olvidan a causa del gran valer de su hermano.”9
Capturan
en Guerra convoy con 200 anexionistas
Nadie, ni siquiera los más enconados
defensores de los anexionistas, han osado negar que en el poblado San Antonio
de Guerra y sus campos aledaños hubo fieros combates durante catorce días
consecutivos, del 3 al 17 de julio de
1864, y que en esa ocasión los soldados españoles y los vendepatria que los
apoyaban siempre masticaron el polvo de la derrota, ante unos combatientes
restauradores motivados por la justa causa que representaban.
La historia registra las
grandes bajas sufridas por los españoles en la jurisdicción y en las colindancias
del lado oriental del poblado de Guerra, causadas por el general restaurador
Antonio Guzmán, apodado Antón, especialmente el demoledor ataque a un convoy de
víveres y armas, con más de 200 tropas anexionistas bajo el mando del capitán
español Champaner, quien llegó al país precedido de una fama de valiente y
victorioso en la guerra librada por España en África.
Ese convoy se dirigía de Juan Dolio a Los
Llanos. Atravesó sin grandes novedades por Pomarrosa, Mojarra y Guerra, pero
sus integrantes jamás se imaginaron que a pocos kilómetros de ese último
caserío se produciría una debacle para ellos, lo cual provocó el pavor de la alta oficialidad
anexionista, que ante los hechos tuvo que tocar la palinodia, ordenando a los
pocos soldados sobrevivientes abandonar campos y aldeas de la zona.
Desde
Santiago celebran triunfo en poblado de
Guerra
El 21 de Noviembre de
1864 se publicó en el Boletín Oficial de los Restauradores, desde la ciudad de
Santiago de los Caballeros, bajo la firma del Presidente Gaspar Polanco, del
Vicepresidente Francisco Ulises Espaillat y de varios ministros del Gobierno Restaurador,
una proclama patriótica que en parte decía lo siguiente:
“Un triunfo más ilustra
hoy las hermosas páginas de nuestra historia. El bravo General Manzueta tiene
sentados sus reales en el pueblo de Guerra, habiendo entrado en aquel sin
disparar un tiro y sin que una sola lágrima se haya derramado. La sensata
población de Guerra, libre por fin de sus opresores que huyeron cobardemente al
acercarse nuestros valientes, se unieron de la manera más cordial y unánime a
los principios proclamados por el pueblo dominicano el 16 de agosto de 1863!”10
Opiniones
ayunas de verdad
El oficial español
Ramón González Tablas, al narrar acontecimientos históricos ocurridos en el
poblado de Guerra y sus campos aledaños, emitió opiniones ayunas de verdad y
repletas de mentiras, tal y como se ha podido comprobar por investigaciones
exhaustivas que se han realizado incluso en el famoso Archivo General de Indias,
el cual acuna abundantes anotaciones históricas en sus bien surtidos anaqueles
custodiados durante siglos cerca del río Guadalquivir, a su paso por Sevilla,
la capital del Sur de España.
En efecto, el referido
jefe militar anexionista, refiriéndose al bravo combatiente restaurador Antonio
Guzmán, conocido como Antón, escribió
que: “El teniente Antón y cuatro desgraciados como él, recorrió incansable los
bohíos todos de la comarca, seduciendo a unos, engañando a otros y arrancando por la fuerza a los más,
y de este modo pudo reunir una fuerza de 800 hombres…También logró seducir a un
centenar de hombres del pueblo de Higüey…y consiguió dar incremento a la
sublevación.”11
Ese mismo autor, al
tratar en términos despectivos al General Luperón, puntualizaba, posiblemente
sobrellevando una risa sardónica, que la insurrección restauradora “iba aumentando
cada día…Las comunicaciones de las tropas de Santana con los Llanos y San
Antonio de Guerra se iban haciendo difíciles y peligrosas.”12
Para que se tenga una
idea clara de la magnitud que tenía San Antonio de Guerra como teatro de
operaciones bélicas en la Guerra de Restauración es importante indicar que en
la memoria histórica narrada desde la perspectiva de los anexionistas aparecen
informaciones como ésta: “Cuando Suero regresó del Seybo y se volvió a encargar
de la brigada establecida en San Antonio de Guerra, tuvo noticias de que uno de
los grupos más numerosos de enemigos vagaba por aquellas cercanías y proyectó
salir en su busca…A las pocas horas de regresar las tropas a Guerra tuvieron el
disgusto de ver morir a su general.”13
Pueblo
de Guerra en el Archivo General de Indias
En el referido Archivo
General de Indias, en Sevilla, reposa esta comunicación vincula con el hoy
municipio San Antonio de Guerra:
“Columna de Operaciones
de San Antonio de Guerra. Ecmo. Sr. Anoche a las doce de élla falleció el Emo.
Sr. Don Juan Suero de resulta de las heridas recibidas en la acción de ayer, de
que di a V.E. sucinto conocimiento en el
momento de su terminación. Tengo el sentimiento de participarlo a V.E. para su
debido y superior conocimiento. San Antonio de Guerra 23 de Marzo de 1864.
Firmado/Luis Rodríguez.”14
Fuego
liberador en suelo de Guerra
Lo que ocurrió en las
cercanías del poblado de Guerra el Jueves Santo del 1864, en pleno fragor de la
Guerra de Restauración, no fue sólo la muerte del llamado Cid Negro, sino una
verdadera catástrofe para el ejército impostor de los anexionistas.
El General Gregorio
Luperón, en carta al entonces Coronel
Pedro Guillermo, Jefe de Operaciones en la zona, le hace saber que además del
General Suero también murieron en esa sangrienta jornada “7 Oficiales
españoles, un coronel de Puerto Plata, nueve soldados españoles y cuarenta
heridos-de nuestra parte solo dos heridos. Sólo espero al presidente para
marchar sobre Guerra y Los Llanos Arriba.”15
Asesinatos
ordenados por Báez en tierra de Guerra
El hoy municipio San
Antonio de Guerra fue uno de los lugares preferidos por el dictador
Buenaventura Báez para ordenar crímenes de altos oficiales de las Fuerzas
Armadas que les eran adversos.
Esos hechos, que
empaparon de sangre humana la tierra de Guerra, calificados como una hecatombe,
fueron cometidos por Báez en la peor etapa de sus cinco turnos presidenciales,
aquel que comenzó en el 1868, llamado de los 6 años, cuando en unión de sus
secuaces fue articulando los resortes del poder en procura de petrificarse en
la Presidencia de la República.
En la comunidad de
Guerra, como en otros puntos del país conocidos por su postura
antibaecista, las vejaciones eran
cotidianas, tal y como se comprueba en documentos de la época.
Cuando se analiza lo
ocurrido allí se tiene la impresión de que el dictador Buenaventura Báez
actuaba como si se propusiera imitar a Tamerlán, aquel terrible conquistador
tártaro del siglo XV que mantuvo bajo terror, en un baño de sangre, a gran
parte de Asia y al cual apodaban el Príncipe de la destrucción.
En la villa San Antonio de Guerra se hizo realidad
durante un largo trayecto del siglo XIX lo siguiente: “En las tareas
represivas, el gobierno rojo utilizó a maleantes que se dedicaron a aplicar el
terror con una ferocidad sin precedentes en el país, asesinando a centenares de
personas…”16
En un listado de las
víctimas de Báez más prominentes figuran los coroneles Eusebio Mercedes y
Julián Miranda. El escenario de muerte escogido para tan macabros hechos fue la
plaza pública de Guerra, a la vista del pueblo aterrorizado que fue convocado
con cornetas y redoblantes, obviamente con perversos fines de escarmiento
colectivo.
Ambos corones fueron
fusilados “por el general Caminero en Guerra, a principios de mayo de 1870.”17
Ese General de División José Caminero fue el
mismo que el día primero de enero de 1870 le envió una carta a Báez, en la cual
le informaba en lenguaje enigmático, entre otras cosas, lo siguiente: “En el
día de ayer desde Guerra oficié al ciudadano ministro de la Guerra,
participándole las disposiciones que había tomado en aquella población y lo que
sobre el particular había ordenado al comandante de armas de Bayaguana.”18
Comunidad
de Guerra en el siglo XIX
Dos comisionados
estadounidenses, enviados a explorar las riquezas del país con el propósito de anexionarlo
a los EE.UU. (por tratativas del dictador Buenaventura Báez y del presidente
estadounidense Ulises S. Grant) escribieron el primero de febrero de 1871,
sobre San Antonio de Guerra, lo siguiente:
“Después de una breve
parada en Pulgarín, seguimos nuestra cabalgata al través de la sabana hasta
después de las 11 de la noche, cuando llegamos al pueblo de Guerra, de este
lado…Hay pocos árboles maderables en la sabana…Hasta donde llegaba la vista por
todos los lados, la sabana se alcanzaba a ver densamente cubierta de manadas
que parecían ser de ganado vacuno…El pueblo de Guerra consta de cuatrocientas
chozas, y con sus alrededores tiene una población de cerca de dos mil
habitantes…aquí vimos los primeros vehículos de ruedas en la isla, que
consistían en dos grandes carretones utilizados para transportar piezas de
caoba y otras maderas…”19
Guerra
comenzando el siglo XX
A comienzos del siglo
XX las estadísticas dominicanas registraban que San Antonio de Guerra era un
poblado con aproximadamente 3,500 habitantes.
Para entonces se decía
que de esa comunidad sus principales bellezas eran “…las hermosas lagunas de
agua potable que existen en las inmediaciones de la población.”
En la primera década
del siglo pasado la comunidad de Guerra tenía como Jefe Comunal al General
Manuel Calado; el Alcalde era Hipólito González; F. Castillo Puente fungía como Presidente del
Ayuntamiento; Miguel Ocumares ejercía como Oficial Civil; de Cura Párroco
oficiaba el Reverendo Alba y José Caminero hijo dirigía la Oficina Correos y
Telégrafos.20
Combates
en Mojarra
El sitio conocido como Mojarra, perteneciente
a Guerra, ( lugar donde nació el combatiente por la libertad de Cuba Marcos del
Rosario Mendoza, del círculo íntimo de José Martí y Máximo Gómez) fue uno de
los lugares donde se desarrolló con gran vigor la revolución del 7 de julio de
1857, que teniendo su origen en Santiago de los Caballeros buscaba el
derrocamiento del desgobierno de Buenaventura Báez. Fue en ese momento cuando
se implantó la histórica Constitución de Moca.
En esa ocasión Báez fue
derrocado, luego de fieros combates en gran parte del territorio nacional, que
duraron casi un año, pero la causa liberal duró poco tiempo, pues Santana tomó
el poder en el 1858, con sus conocidas actitudes autoritarias. Los avances que
se habían logrado con la mencionada Constitución fueron echados por la borda.
El
Batallón Africano en las cercanías de Guerra
No hay documentación
fehaciente sobre el lugar donde estuvo ubicada la aldehuela de Monte Grande,
aunque sí está consignado que desde el 1786
era una alcaldía rural de Santo Domingo.
Aunque en los registros históricos prevalece
el vacío de la localización exacta de Monte Grande, por extrapolaciones de
puntos geográficos que se fueron intercalando con el tiempo, y que se infieren
lógicas al compás de las acciones que se produjeron con el Batallón Africano en
el histórico febrero de 1844, todo indica que se encontraba en la franja que
conecta a Santo Domingo con el poblado de Guerra.
Además, está el
antecedente histórico del 1812, cuando esclavos y libertos comenzaron a
reunirse en el lugar denominado Mojarra, en las afueras de San Antonio de Guerra, para desde allí unirse a sus
pariguales de Monte Grande e iniciar una insurrección en pro de la abolición
total de la esclavitud que prevalecía en el llamado Santo Domingo Español.
José Gabriel García, en
su Compendio de historia de Santo Domingo, indica que Juan Alejandro Acosta al pasar por el lugar
que antes se llamaba Pajarito, hoy Villa Duarte, en el lado oriental del río
Ozama, “tuvo que ayudar a destruir una propaganda que tenía alarmados a los
vecinos de Monte Grande.”21
A su vez el historiador
Carlos Rafael Nouel Pierret, en su voluminosa obra sobre la historia de la
Arquidiócesis de Santo Domingo, se refiere a los ex esclavos de Monte Grande,
“capitaneados por Santiago Basora”, que habían sido confundidos por malvados
que les habían inculcados la idea que la Independencia Dominicana llegaba
acompañada con la implantación, otra vez, de la odiosa esclavitud.22
Al parecer, tomando en
cuenta la cercanía, había trillos de comunicación entre los habitantes de Monte
Grande y Mojarra, en los contornos de San Antonio de Guerra. Robustece esa
opinión la lectura de un interesante ensayo sobre la ordenación de negros e
indios, publicado en el 1969 por el
fenecido segundo Obispo de Higüey Hugo
Eduardo Polanco Brito.23
Lo cierto y definitivo
fue que luego de la confusión inicial los ex esclavos de Monte Grande jugaron
un papel importante para que no se descarrilaran en sus primeras horas los
designios trinitarios que estallaron la noche del 27 de febrero de 1844.
El líder del Batallón
Africano fue Santiago Basora, definido como “una de las principales
personalidades del Gobierno y del Ejército de la República Dominicana” por el
periódico The Evening Post, editado en la ciudad de New York, en su edición del
2 de septiembre de 1854: “Coronel Santiago Basora, africano, esclavo de don
José Basora que emigró a Puerto Rico en 1822.”24
El eminente historiador
higüeyano Vetilio Alfau Durán sintetizó de manera magistral la epopeya de esos
combatientes negros: “El histórico suceso de Monte Grande, en febrero de 1844,
fue el último destello de abolicionismo en la isla de Santo Domingo, el epílogo
de una lucha secular verdaderamente heroica, acaso la epopeya más gloriosa que
ha librado, por su libertad una raza digna y sufrida, fascinada por la suprema
idea de todos los hombres buenos: ¡La igualdad humana!”25
Distrito
Municipal de Hato Viejo
El distrito
Municipal Hato Viejo, adherido al
Municipio San Antonio de Guerra, fue creado con la misma referida Ley 106-04.
Se trata de una
comunidad de tradición cañera, cuyo principal poblado es Estorga. Posee una
extraordinaria capacidad hídrica, por las grandes fuentes de aguas subterráneas
que se han encontrado en el subsuelo de allí, incluyendo un tramo del río
Brujuelas.
A pesar de la
laboriosidad de sus moradores es notoria la pobreza. Hay una dejación de
obligaciones de parte de muchas de las entidades estatales, una de cuyas
misiones orgánicas es brindar servicios adecuados a todos los habitantes del
país, sin importar si viven en las grandes ciudades o en comunidades como Hato
Viejo.
Está lastimosamente
planeando allí, como en muchos otros lugares del país, eso que los sociólogos
llaman el clivaje, con las fisuras entre el campo y la ciudad. En las grandes
ciudades el gobierno de turno aguajea con obras de relumbrón, como efecto
demostración, mientras en los campos y villorrios se vive siempre en la deriva.
Entre las áreas más urbanizadas y las zonas rurales del país hay un auténtico y
notorio orificio, que abre brechas discriminatorias en términos de servicios
públicos y en condiciones económicas y sociales.
Bibliografía:
1-Geografía
Física, Política e Histórica de la República Dominicana, 1867. p101.Fernando
Arturo de Meriño.
2-Ley
No. 573, 3 de mayo de 1944. Gaceta Oficial No. 6075, publicada el 9-5-1944.
3-Ley
No.163-01 del 16 de octubre del 2001.
4-Ley
No.106-04, promulgada el 24 de febrero del 2004.
5-El
Hambre, editorial planeta colombiana, primera edición 2014, p508. Martín Caparrós.
6-Hojas
de Servicios del Ejército Dominicano.1844-1865.volúmes I (Editora del Caribe,
1968) y II, Editora del Caribe, 1976. Editor Emilio Rodríguez Demorizi.
7-Historia
de la Restauración. Editora Taller, 5ta.edición,1987.p204. Pedro M. Archambault.
8-El
Cantar del Mío Cid. Ediciones Populares, Madrid, 2012.
9-Figuras
Americanas. Revista Bahoruco No.187. Edición 24 marzo de 1934.p14. Américo Lugo.
10-Boletín
Restaurador. Edición 21 de noviembre de 1864.
11-Historia
de la Dominación y Última Guerra de España en Santo Domingo. Editora Manuel
Pareja,1974.pp261 y 262. Ramón González Tablas.
12-Ibídem.p263.
13-Ibídem.pp264
y 265.
14-Divulgaciones
Históricas. Editora Taller, 1989. p224.César A. Herrera.
15-Carta
del General Gregorio Luperón al Coronel Pedro Guillermo.31 marzo 1964.
16-Personajes
Dominicanos, tomo I. Editora Alfa y Omega,2013, p331.Roberto Cassá.
17-Obras
Completas.vol.3.Editora Amigo del Hogar, 2016.pp310 y 311.José Gabriel García.
18-Documentos
Presidenciales Buenaventura Báez,1868-1870. Tomo I. Editora Corripio 2008.
Compilador Rafael Darío Herrera.
19-Comisión
de Investigación de 1871. Informe de fecha lero de febrero de 1971, preparado
por H.P. Wade y E. Jacobs.
20-La
República Dominicana. Directorio y Guía General. Tercera edición facsimilar.
Segunda Parte, p157.Auspiciado por la SDF, 2003. Enrique Deschamps.
21-Compendio
de Historia de Santo Domingo, volumen II, facsímil, s/p de imprenta de la
primera edición, 1887. p229.José Gabriel García.
22-Historia
Eclesiástica de la Arquidiócesis de Santo Domingo.Vol. III. Editora Santo Domingo, 1979. pp9 y 10. Carlos Rafael
Nouel Pierret.
23-El
Concilio Provincial de Santo Domingo y ordenación de negros e indios. Ensayo,
1969, s/p de imprenta. Hugo Eduardo Polanco Brito.
24-La
República de Haití y la República Dominicana, tomo II. Editora Taller, segunda
edición, 2000. Pp 618 y 824.Jean Price-Mars.
25-Cómo
acabó la esclavitud en Santo Domingo: El suceso de Monte Grande. Clío No.44
enero-diciembre 1976. pp47-76. Vetilio Alfau Durán.
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