sábado, 13 de febrero de 2021

SABANETA, MONCIÓN Y LOS ALMÁCIGOS: TRES PUEBLOS RESTAURADORES

 

SABANETA, MONCIÓN Y LOS ALMÁCIGOS: TRES PUEBLOS RESTAURADORES

                      POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

          Mini-biografía del General Santiago Rodríguez:

Los municipios de Sabaneta, como capital, Monción y Los Almácigos forman, junto con sus zonas rurales, la Provincia Santiago Rodríguez.

Es un territorio de gran significación en las luchas independentistas y restauradoras del país.

Esa provincia es una de las mayores productoras de leche y carne bovina del país. También se fabrican quesos, dulces y casabes, entre otros alimentos.

Se beneficia de la Ley 28-01, creada para incentivar la zona fronteriza del país. Gracias a la misma funciona en esa provincia una gran fábrica productora de gaseosas, que emplea a miles de trabajadores.

 Otras industrias también se han radicado allí por  las exoneraciones de que gozan, al amparo de “la zona especial de desarrollo fronterizo”.

La Provincia Santiago Rodríguez fue creada mediante la Ley 1892, del 29 de diciembre de 1948.

Es oportuno dejar bien establecido que ese nombre no fue puesto por capricho de algún mandón de turno ni por criterios oportunistas de un grupo.

Es un merecido topónimo para honrar la memoria de un hombre que jugó un papel de primer orden, tanto en las batallas libradas para sostener la Independencia Nacional como en las jornadas épicas de la Guerra Restauradora. 

Santiago Rodríguez fue héroe independentista, con grado de coronel, habiendo sido herido en la batalla de Sabana Larga; y también héroe restaurador con título de General.

 Fue la principal figura en las fases iniciales y decisivas de la Restauración y la bujía inspiradora para producir el grito de Capotillo, el cual lidereó cuando descendió desde ese cerro histórico para plantar cara a los anexionistas que creían que  su régimen oprobioso estaba consolidado.

Esa ilustre figura de nuestra historia nació el 25 de julio de 1810, en un lugar no definido de la Línea Noroeste. Murió en la sección El Cantón, del municipio de  Sabaneta, el 7 de noviembre de 1893. En el lugar hay un pequeño monumento, en su honor.

Cuando a su casa acudieron prestantes ciudadanos de diferentes lugares del país, para solicitarle que encabezara el primer gobierno restaurador, declinó tal honor proclamando con sinceridad y desprendimiento que “mi única ambición era ver flotar otra vez mi vieja bandera y ya está.”

Esa decisión permite tener una idea palmaria del alto perfil patriótico de ese bizarro combatiente de nuestro pasado convulso.

Santiago Rodríguez era una “persona de relativa ilustración y de gran honorabilidad….Con los emigrados de la región fronteriza Santiago Rodríguez fundó Sabaneta en 1844….Desde entonces Rodríguez se instaló en Sabaneta, desde donde tomó una parte militar activa en la campaña de la independencia e inició más tarde la Restauración”.1

 Como persona no puede decirse a posteriori que fue perfecto. El pudo decir, como el sabio Terencio, en boca de su personaje Cremes: “soy hombre, nada de lo humano me es ajeno.”

 Su vocación baecista es un punto negativo en la luminosidad de su larga estela de patriotismo, pero eso en nada afecta la hazaña que protagonizó en momentos cumbres de nuestro ayer, pues a nadie dañó.

El nombre de San Ignacio de Sabaneta, como capital de la provincia Santiago Rodríguez, surgió  a través de  la Ley No.142 del 28 de abril de 1967, tal y como se puede leer en la Gaceta Oficial No. 9031, del 29 de abril de 1967.

 

Oro en Sabaneta, Monción y Villa los Almácigos

Sabaneta, Monción y Villa Los Almácigos, incluyendo sus áreas rurales, tuvieron fama mucho antes de brillar en las jornadas patrióticas que habrían de librarse en el siglo 19.

El motivo era bien diferente: El oro que corría por las aguas de correntías de esa tierra que forma hoy la provincia Santiago Rodríguez fue fuente principal de la ambición de los conquistadores españoles desde el siglo XV, y siguió siéndolo para otros, ya entrado el siglo XX.

Los cronistas coloniales se encargaron de dejar plasmado en innumerables informes la existencia de oro en esa zona del país, aunque no en la cantidad que algunos codiciosos pensaban.

Así las cosas nos encontramos con un memorial sobre minas, enviado a España en el 1699  por un  sujeto  que fue privilegiado  por el Consejo de Indias, quien decía, refiriéndose a una mina de oro de Guaraguanó, que la misma se había hundido y que por ello no siguió funcionando, pero acotó que “según he averiguado con personas antiguas, ha sido muy rica”.2

En la colección de leyes dominicanas correspondientes al año 1900, específicamente  en una del mes de mayo, se publicó una concesión que el gobierno de turno le había otorgado seis meses antes a un grupo de señores para que sacaran los minerales que existían en un punto específico de esa zona.

El texto en cuestión, favorable a los fulanos David Santamaría, Emilio Valverde, Joseph Fieux y Epifanio Rodríguez, se refiere a riquezas contenidas en “aluviones auríferos y filones de cuarzo, también auríferos, en terrenos comuneros de que son copropietarios en la común de Sabaneta.”3

En los tiempos coloniales se registró la existencia de oro en los ríos y cañadas de Sabaneta, lo cual se extendió hasta ya entrado el siglo XX. Así lo registró en el 1907 un escudriñador  periodista cibaeño que dejó para la posteridad una obra de gran valor para que las futuras generaciones interesadas en conocer hechos del pasado pudieran indagar en ella: “…está la villa de Sabaneta en cuya Común existen ricos placeres de oro de greda que lavan las campesinas…”4

Un historiador dominicano, citando textualmente el Decreto No.125  del 8 de mayo de 1931, destaca la decisión de Trujillo para favorecer a un tal Thomas Klog, con la explotación de “una mina en Sabaneta (hoy Santiago Rodríguez) en terrenos que abarcaban 34,000 hectáreas”.5

Apunto aquí que siete días después de la decisión anterior, mediante decreto No.146, el mismo gobernante favoreció a otro aventurero extranjero de nombre John Erickson  para que recibiera  los beneficios de “una mina que ha sido denominada El Dorado la cual contiene oro”. Esa estaba ubicada en Villa  Los Almácigos, que hoy es uno de los municipios de la Provincia Santiago Rodríguez. 

La importancia del casabe liniero desde los tiempos coloniales

El casabe producido en el territorio de la hoy provincia Santiago Rodríguez, junto con el oro, fueron de vital importancia económica, e incluso de estrategia militar para los colonizadores.

 El casabe que los tainos del Cacicazgo gobernado por Guacanagarix elaboraban como en ningún otro lugar de La Española, era esencial en la alimentación de los españoles que vivían moviéndose, y hasta trapichando, por los mares del Continente Americano. Su larga duración de hasta un año y pico sin dañarse era la clave para más apreciarlo.

Ello se deduce por las innumerables anotaciones que sobre el casabe dejaron los principales narradores de esa época, e incluso por comentarios de funcionarios y gendarmes coloniales.

Por ejemplo, el cronista colonial Gonzalo Fernández de Oviedo dijo sobre ese producto de origen indígena lo siguiente: “Hay otra manera de pan que se llama cazabe, que se hace de unas raíces de una planta que los indios llaman yuca…Este pan de cazaba se sostiene un año y más…sin se romper ni dañar…”6

Fray Bartolomé de las Casas también escribió sobre ese producto llamado casabe. Hizo un extenso recuento que abarcó desde la forma de sembrar la yuca amarga, base del mismo, tiempo de cocción en los burenes, hasta su importancia nutritiva.7

La Anexión  y lo que ocurrió en la hoy provincia Santiago Rodríguez

La Anexión  de la República Dominicana a España quedó concretizada en términos legales por el Real Decreto del 19 de mayo de 1861; pero la rebeldía de muchos de los pueblos criollos comenzó días antes, tal y como así quedó registrada en la historia nacional.

Los oficiales y tropas españolas anexionistas y sus compinches criollos creían que con sus potentes armas, y los efectos de las maquinaciones generadas desde el poder neocolonial, el control del país era absoluto y que  la Anexión era una especie de Leviatán que a todos aterrorizaba.

Lejos estaban de creer, extranjeros y criollos vendidos a los peninsulares ibéricos, que muchos dominicanos, especialmente en Sabaneta, Monción, Villa Los Almácigos, otros pueblos de la Línea Noroeste y otras zonas del país, preparaban las condiciones que emanan del libro bíblico de Job para derrotar el monstruo que cual Leviatán violaba la soberanía nacional.

“¿Y a Leviatán, ¿lo pescas tú con anzuelo, y  con una cuerda lo sujeta de la lengua? ¿Le atraviesas las narices con una caña, o con un gancho lo sacarás de las quijadas…? ¿Acribillarás su piel con flechas, y clavarás un arpón en su cabeza….! Mira que lucha! No volverá a comenzar. Así se expresa La Biblia, aunque suene paradógico hacer esa mención en un comentario sobre asuntos de guerra.8

Los hechos de la Anexión de la República Dominicana a España, obra execrable materializada apenas 17 años de proclamarse la Independencia, y la guerra que luego se desató, fueron registrados no solo por algunos historiadores de ambos bandos enfrentados, sino también por otros sectores que aunque inclinados para un lado no participaban del fragor de los combates, por razones obvias.

Así ocurrió con la cúpula de la iglesia católica de esa época, según hallazgos del consagrado y culto sacerdote jesuita José Luis Sáez Ramo.

Sobre  un libro de anotaciones diarias, con un alto valor histórico sobre hechos ocurridos en el país en el tramo comprendido de 1861 a 1865, él dijo en conferencia magistral lo siguiente:

“De las muchas cosas que el libro pasa por alto, silencia por completo o incluso recurre a eufemismos, están el inicio de la Guerra de la Restauración en Capotillo (16 de agosto de 1863) y la instalación  del Gobierno Restaurador  Provisorio en Santiago (14 de septiembre de 1863), el  estado de guerra casi generalizado en la Línea Noroeste….”9

Ese silencio cómplice era por pura conveniencia, pues había desaparecido cuando el 18 de marzo de 1861 se anotó en dicho libro lo siguiente: “Se verificó la reincorporación de la parte oriental de esta isla, que anteriormente había pertenecido a la Península Española, y en el momento de la anexión, Su Majestad la reina Doña Isabel segunda (que Dios guarde) y su gobierno, con la solicitud que les distingue, se ocuparon del arreglo de las cosas eclesiásticas en esta antigua Metrópoli, Primada de las Indias…”10

Corresponde  decir, para la mayor transparencia, que para entonces estaba en su apogeo eclesiástico Don Bienvenido Monción Martín, quien se instaló en el Arzobispado de Santo Domingo el 3 de agosto de 1862, en calidad de funcionario monárquico, luego de desembarcar en la rada del litoral marino de la ciudad prima de América desde los camarotes de la fragata española Princesa de Asturia.

Aunque el principal propiciador de la Anexión, Pedro Santana Familia, pronto tuvo choques y enemistades con los ocupantes, es oportuno indicar aquí que el triunfo de los patriotas restauradores obligó a los españoles a darles albergue en otras tierras bajo su dominio a los anexionistas de origen dominicano.

El jefe español neocolonial derrotado, el zaragozano General José de la Gándara Navarro, ofreció a esos vendepatria una cobertura de fuga al expresar que lo haría: “a los dominicanos que nos hayan sido fieles y quieran pasar a posesiones españolas”.11

Sabaneta y la Restauración Dominicana

El hoy municipio de Sabaneta, capital de la Provincia Santiago Rodríguez, está inscrito con letras doradas en las epopeyas del pueblo dominicano.

Esa comunidad liniera está emplazada en la vertiente norte de la Cordillera Central, y forma parte del lado occidental del Valle del Cibao, el cual se extiende desde la frontera norte con Haití hasta la península de Samaná, integrando así 14 de las provincias dominicanas.

Siglos atrás la población arbórea de la parte sur y montañosa de Sabaneta era más generosa que ahora.

Un cronista dominicano, hijo del trinitario Juan Nepomuceno Ravelo, gran aliado de  Juan Pablo Duarte,  y cuya familia tuvo que exiliarse en Cuba siendo él un niño, escribió a finales del siglo XIX lo siguiente sobre los campos de Sabaneta:

“Allí crece toda clase de maderas de construcción y tintórea, entre las cuales se cuentan inmensos pinares, el espinillo, la caoba, de gran renombre en Europa y Estados Unidos, el cedro, el almácigo, campeche, mora, etc., etc. y las medicinales quina, y amacey, llamada a enriquecer la farmacopea dominicana; la aromática osúa, el caramaná, el pachulí, el limoncillo, el jengible…”12

En el pasado las  tierras de Sabaneta eran refrescadas por muchos ríos y arroyos, entre ellos Guayubín, Yaguajai, Cana, Arroyos Blanco y Negro, Bánica, Gurabo, La Luisa, La Marilonga, Bambán, Periquete, El Ojo de Agua, Tomines, Sabana Larga, Clavijo. Algunos de ellos ahora son simples recuerdos.

Una de las expresiones que se utilizan para definir a los habitantes del municipio de Sabaneta es “que sus hombres son cañones y sus mujeres son murallas.”

San Ignacio de Sabaneta es la cuna de la Restauración Dominicana. Ningún historiador, con criterio objetivo, nunca ha puesto en duda esa verdad redonda y rotunda.

El día domingo 22 de febrero de 1863, en una enramada de Sabaneta, comenzó en firme, con armas en ristre, la hazaña restauradora que  resurgió en su etapa final con el grito de capotillo el 16 de agosto del aquel glorioso año, para no detenerse hasta que los españoles salieron derrotados del territorio nacional.

Aquel domingo histórico los coroneles Santiago Rodríguez  Massagó y Pedro Thomas, acompañados de oficiales como Ignacio Reyes y José Mártir, y bajo el escudo protector de gran parte del pueblo sabanetero, tomaron la Plaza de Armas del poblado con un estentóreo Viva la República Dominicana, seguido de un sonoro grito de “al machete carajo”!

Lo que ocurrió en el citado 22 de febrero de 1863 quedó registrado en la historia dominicana como la Sublevación de Sabaneta.

Muchos hechos ocurrieron en los días siguientes, pero oportuno es expresar que el 5 de marzo de dicho año 135 sabaneteros, guaraguaneros (hoy moncioneros) y  nativos de otras comarcas linieras, al frente de los cuales estaba  el entonces coronel Santiago Rodríguez Massagó,  se enfrentaron a más de cinco mil soldados anexionistas.

Ese hecho de bizarría extrema fue justicieramente llamado “el episodio heroico sin paralelo en toda la guerra domínico-española.”13

Es de conocimiento general que luego del Grito de Capotillo los campos de la hoy provincia Santiago Rodríguez,  tanto en el llano como en la montaña, se convirtieron en un escenario de permanente combates, hasta que los anexionistas fueron derrotados.

Desde los sangrientos enfrentamientos de la sierra de Zamba, el Arroyo de Maguaca, pasando por la fiereza de los patriotas dominicanos en el lugar conocido como Loma del Tabaco, hasta otras muchas áreas de toda la Línea Noroeste y el Cibao Central, quedó demostrado el coraje de los sabaneteros.

Esa gallardía sin límites quedó simbolizada en la actitud de Francisco Suriel, el patriota nativo de Sabaneta que sabiendo que moriría en la acción se ofreció para, como si fuera soga de un andullo, asegurar el éxito del cañonazo del Fuerte Patria, en un altozano de la ciudad de Santiago. Fue despedazo por la metralla, pero con su martirio se logró el objetivo de poner en pánico a los españoles.

 Por otro lado es de rigor decir que un oficial español, de carácter avinagrado y lleno de rencor por la derrota, falseando totalmente la verdad de los ellos ocurridos en Sabaneta, cometió la osadía y el desdén de escribir esto: “…el general Lucas Peña, con su amigo Santiago, se había declarado en abierta rebelión en el pueblo de Sabaneta, y con unos 800 hombres habían proclamado la república…El caso era muy grave, y reclamaba un pronto y eficaz remedio…Aquella noticia sorprendió tan sólo a los españoles, pues los del país la esperaban…..era el fruto de las intrigas de Haití…”14

En su obra Historia de la Restauración don Pedro María Archambault menciona a Sabaneta en 48 páginas, comenzando por la número 6 y finalizando en la 317. En ella todo es exaltación al papel estelar que  Sabaneta y su gente tuvieron en la Guerra Restauradora.15

      Sabaneta en los enfrentamientos posteriores a la Independencia

Si bien la Restauración fue  el acontecimiento de mayor impacto en la tierra de la hoy provincia Santiago Rodríguez,  no menos cierto es que esa comunidad no apareció como punto luminoso dominicano por los acontecimientos restauradores, sino que también tuvo una destacada presencia en las luchas libradas durante doce largos años por la consolidación de la Independencia Nacional.

Sería muy extenso hacer un catálogo de esas jornadas post independentistas, en las cuales el nombre de Sabaneta salía a relucir.

 Por ejemplo, mediante nota del 20 de mayo de 1855 el Presidente de la República, Pedro Santana, ordenaba a la Jefatura Política y Comandancia de Armas de Santiago tomar el mando del ejército y de las operaciones militares de la frontera e instruía para que se  combinara “ el plan de defensa y otras operaciones militares que deban operarse en esas fronteras, bien sea antes o después que el enemigo invada…convendrá mucho que asistan al consejo los coroneles Hungría, de Sabaneta, y Mieses, de Montecristi, por considerar que serán principales actores en cualquier plan que se combine…Hoy he remitido a Sabaneta 1,000 piedras de chispas, más 60 fusiles.”16

La sabanetera Petronila Gau fue la más sobresaliente heroína en la batalla de Sabana Larga y, además, la chispa que hacía vibrar de patriotismo en casi todos los combates librados en su época de gloria en la Línea Noroeste.

En las hojas de servicios del célebre general Francisco Antonio Salcedo, éste anotó que el 27 de octubre de 1849, mientras ejercía el mando militar que cubría la frontera norte “descubrí una estratagema de Haití por la parte de Sabaneta; la hice sofocar y mantuve el orden en las fronteras.”17

Mediante Ley 355, de 1854, Sabaneta fue declarado puesto militar, perteneciente a San José de las Matas.

El 27 de febrero de 1855 fue común de Santiago de los Caballeros, por Decreto No.567.El 9 de marzo de 1858 fue declarado comandancia de armas de la provincia Santiago.

Con ese mismo título, mediante decreto 1765, pasó a ser parte del Distrito Marítimo de  Montecristi, el 25 de abril de 1879.

El municipio de Sabaneta pasó a llamarse  Santiago Rodríguez, mediante la  Ley No.1194 del 22 de octubre de 1936, tal y como se hace constar en la Gaceta Oficial No. 4959 del 31 de octubre de 1936.

El joven Gregorio Luperón en los campos de Sabaneta

Volviendo a la guerra de Restauración de la República, y el papel desempeñado en ella por Sabaneta y sus moradores, es necesario vincular a la misma al adalid Gregorio Luperón.

Hacia los campos de Sabaneta se dirigió Gregorio Luperón, siendo un joven sin experiencia militar. Allí ejercicio de médico práctico, con un botiquín de homeopatía y con el nombre de Doctor Eugenio. Funcionaba así especialmente para confundir a los enemigos de la Patria que conscientes del laborantismo de los linieros tenían bajo su activa mira todos los recodos de esa zona.

El motivo de esa vigilancia focalizada era porque los ocupantes españoles y sus socios criollos sabían que  las jornadas bélicas en pro de la Restauración de la República serían protagonizadas por los ciudadanos de a pie, por el pueblo llano, que en esa época más que nunca sufría la enajenación de su libertad.

Pero si los peninsulares y sus cómplices dominicanos vigilaban (aunque  en Sabaneta no había destacada una milicia española), el pueblo sencillo,  y muchas personalidades del lugar, le brindaron abrigo y protección a quien luego sería la más brillante espada de la Restauración.

Así lo hizo constar el mismo General Gregorio Luperón en sus Notas Autobiográficas, al señalar que: “En Sabaneta, bien pronto se hizo apreciar el improvisado Doctor, por los principales personajes de aquella honrada, laboriosa y hospitalaria común. El cura, el General Comandante de Armas, el Alcalde, la municipalidad y todas las demás autoridades de la Común, donde no había peninsulares, le dieron cordial acogida y se hicieron amigos.”18

En dicho libro Luperón hace un amplio recuento de los trabajos revolucionarios que realizó en Sabaneta,  en la fase inicial del proceso restaurador, con sus tropiezos y dificultades.

Es pertinente indicar que en Sabaneta el español General Garrido, Comandantes de Armas de Guayubín, con incidencia militar en toda la zona, si bien no se alineó a los propósitos de Luperón tampoco hizo resistencia a sus designios de liberar la Patria.

El cura  de Sabaneta, Don Juan Pinedo, también español, estaba al tanto de los pasos dados allí por Luperón.

Y fue más lejos el sacerdote  ibérico. “ Luperón estaba hospedado nada menos que en el hogar del cura párraco don Juan Pineda, quien también era animador de las ideas revolucionarias…24 años tenía Gregorio Luperón cuando el destino lo colocó en la  vía de grandes acontecimientos, que comenzarían a bordear su estatura histórica…Ocultando su identidad se movió de Puerto Plata a la entonces común de Sabaneta, identificado como Eugenio de los Santos, o Eugenio El Médico, dedicándose a curar, y a propagar las ideas revolucionarias en todos los contornos…”19

Rufino Martínez, ilustre historiador dominicano, refiriéndose al movimiento restaurador iniciado en Sabaneta,  dejó plasmado su sabia opinión así: “En esta segunda etapa, los anónimos, los carentes de significación social, movidos de un sentimiento de amor al suelo, y más que al suelo, al disfrute de los atributos de la libertad, no estimados mientras no se perdieron, se lanzan los primeros a la lucha, y tras ellos se van sumando los aportes de los más conscientes y el vigor de las fuerzas vivas sociales…”20

 

                               Municipio de Monción

El pueblo de Monción es uno de los más hermosos del país, poblado por gente de gran empuje empresarial y una amabilidad exquisita hacia los visitantes.

Es una comunidad intramontana, situada  entre hermosas protuberancias de la Cordillera Central. Desde el Cruce de Los Quemados, a ella se llega por una empinada carretera que va haciendo una especie de S.

A Monción se le identifica con justicia como la capital del casabe dominicano, por la gran producción que allí hay de ese alimento heredado de los indios. Aun se utilizan los burenes mediante los cuales los indígenas cocían la yuca. Aunque ahora también se utilizan estufas industriales.

También le dicen la villa de los pinares, por la abundancia de dicho árbol en la zona.

 El nombre original de este municipio era Guaraguanó, que así se llamaba un jefe indígena que ejercía su jefatura en la zona.

En la época precolombina ese territorio pertenecía al Cacicazgo de Marién, que a la llegada de los españoles estaba dirigido por el famoso cacique  Guacanagarix, de quien se han escrito muchas cosas.

El nombre de Guaraguanó se cambió por Monción. Con esa decisión se honró  al héroe independentista y  restaurador Benito Monción Durán, nacido en  un campo de La Vega y quien antes de ser militar al servicio de la Patria era un obrero en los negocios del insigne Santiago Rodríguez.

Dejo su retrato como líder restaurador en palabras de él mismo: “Íbamos a recomenzar con más vigor ahora, y al fin con más feliz resultado para la patria, la lucha que no habíamos abandonado, desde el 24 de febrero.”21

 La mudanza toponímica de Guaraguanó a Monción se produjo el 23 de marzo de 1898, mediante el Decreto del Congreso Nacional No.3799.

Las secciones Gurabo,  Monte Higüero, La Cacique, El Rodeo, Botoncillo,  Mamoncito, La Chorrera,  Arroyo Agua, Rodeo, Bulla  y  Las Mesetas,  son secciones de Monción, integradas por decenas de parajes, barrios y sectores.

Por la gran cantidad de árboles maderables de su zona rural se ha desarrollado allí la industria del mueble, especialmente son famosas sus mecedoras, sillas y camas.

Ha sido tan grande el ataque al área boscosa de la zona que el 12 de julio de 1980 el escritor y cronista de la naturaleza dominicana Félix Servio Ducoudray escribió, con la responsabilidad que le caracterizaba, lo siguiente: “Monción, por ejemplo, era un pinar inmenso aunque hoy sólo se le alcance a ver la huella declinante tras la devastación humana y codiciosa.”22

Ya para esa época el científico dominicano Eugenio De Jesús Marcano, por todo lo que estudió en la zona, declaró con la potencia dialéctica de sus muchos saberes que Monción era “una zona de transición abierta”.

 En la parte rural de Monción hay un centro de espiritualidad con el nombre del sacerdote salesiano César Dal Santo.

Monción, con su anterior nombre, fue hecho cantón militar, adscrito a Monte Cristi. Eso fue el 9 de abril de 1884, por Decreto 2210.

Opera en Monción, desde el 24 de septiembre de 1987, el seminario Nuestra Señora de Las Mercedes. En el paraje Los Pinos está el monasterio de las monjas carmelitas, quienes con su propio esfuerzo se sostienen y han construído allí (con perseverancia digna de encomio) un pequeño, pero hermoso templo religioso.

La presa de Monción es una maravilla de la ingeniería hidráulica. Según los informes técnicos elaborados para su construcción está capacitada para  producir 21 metros cúbicos de agua por segundo, de los cuales 12 se vierten en el río Yaque del Norte, seis se usan para el riego y tres para alimentar el acueducto. También genera electricidad. Funciona por gravedad.

Un distinguido moncionero escribió una obra cargada de emociones, en la cual  hace un recuento de algunos de los hechos, acontecimientos y obras más importantes de Monción, tales como la primera carretera, el primer club recreativo, el  impacto ambiental del plan Sierra, la primera iglesia, el primer acueducto, la llegada del alumbrado eléctrico, las costumbres más arraigadas en el pueblo, las personalidades que han desempeñado allí los principales puestos públicos, los atractivos naturales del municipio y otros detalles también importantes.23

 

Lo que dijo José Martí sobre Monción

José Martí, el apóstol de la Independencia de Cuba, y gran amigo del pueblo dominicano, se refirió al territorio del hoy municipio de Monción, en nota que escribiera en una de sus tres visitas al país.

Así se expresó sobre la tierra moncionera ese gigante del saber y de la solidaridad de los pueblos: “…Don Jesús nos enseña un pico roído, que dice es de tiempo de Colón y que lo sacaron de la Esperanza, de las excavaciones de los indios “cuando a la mina de “Bulla” ya le decían “Bulla” en tiempo de Colón, porque  a la madrugada se oía de lejos el rumor de los muchos indios al levantarse para el trabajo”. 

 Ya antes había dicho Martí, refiriéndose a la República Dominicana: “La tierra donde se saben defender con ramas de árboles de los que vienen de afuera a quitarles el país…. Santo Domingo ostenta con orgullo a Anacaona, drama vengador; y a Tilema, el drama de la restauración dominicana.”24

Además de sus singularidades geológicas, por su posición geográfica  Monción tiene uno de los climas más agradables del país.

Incluso autores extranjeros han venido con el propósito de estudiar la zona, como fue el caso en el 1919 de Thomas Wayland Vaugham, quien luego escribió un denso ensayo sobre la geología del país, en el cual incluye de manera destacada a esa comunidad montañosa de la provincia Santiago Rodríguez.25

 También se interesó por esa tierra un geólogo suizo, que pasó allí una temporada, y escribió una obra donde externa sus impresiones sobre el lugar.26

 

 

 

                            Municipio Villa los Almácigos

Ese municipio está ubicado entre los ríos Inaje y Guayubín.El nombre le viene por la gran cantidad de esos árboles que antaño poblaban la zona. Todavía se observan algunos de ellos en las áreas rurales.

Ese municipio tiene una parte del mismo en la Cordillera Central, donde las estribaciones de La Peonía, Burende y Dajao le sirven de murallas protectoras.

Cuando en 1850 se formó allí el primer grupo humano se le denominó Sabana de los Almácigos, pero popularmente sólo se le decía el Caserío.

Esa pequeña comunidad, situada en ruta hacia Dajabón, tuvo un papel trascendental cuando el 6 de mayo de 1963 los restauradores, luego de algunos revereses militares ocurridos en Guayubín y Mangá, realizaron lo que se conoce como la Convención de Los Almácigos, cuyo lema central fue luchar hasta lograr la Restauración de la República.

Esa reunión patriótica en Villa Los Almácigos fue uno de los gérmenes que meses después produciría el grito de Capotillo.

El 11 de diciembre de 1937 se le impuso el nombre de Villa Generalísimo, mediante la Ley 1434, publicada en la Gaceta Oficial No. 5104, del 15  de diciembre del referido año.

Con la Ley 5678 del 21 de noviembre de 1961, vaciada  en la Gaceta Oficial No.863, del 7 de enero de 1962, se le cambió dicho nombre por el de Villa Los Almácigos. Entonces era una sección del municipio Sabaneta.

Adquirió la condición de Distrito Municipal el 2 de mayo del 1974, tal y como se comprueba en la Ley 659, que figura en la Gaceta Oficial  No. 9335, del 24 de mayo de 1974.

Villa Los Almácigos fue ascendido a municipio el 19 de septiembre de 1996, a través de la Ley 2096, contenida en la Gaceta Oficial No.2096.

Es un municipio esencialmente agrícola y ganadero. Décadas atrás era una zona donde se producía en grandes cantidades maní y tabaco y otros rubros agrícolas de gran consumo nacional.

La Furnia del río Gurabo

 La Furnia del río Gurabo está enclavada en el territorio de la provincia Santiago Rodríguez. Dicho esto al margen del error de ubicación geográfica que contiene la ley de su creación.

Mediante la Ley 121-04 del 5 de marzo del 2004 fue declarada área protegida, refugio de vida silvestre y patrimonio natural de la Nación. En dicha calidad se mantiene en virtud de la Ley 64-00, de fecha 18 de agosto del año 2000,  que creó el hoy Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

Sobre cómo se formó esa furnia, los fósiles que en ella hay, sus barrancos, las rocas  y su grosor, la flora y la fauna de la misma escudriñaron mucho el gran botánico Marcano, el sacerdote jesuita y biólogo Julio Cicero y el geólogo Bermúdez, que estuvieron allí en distintas etapas más que como “agrimensores de la geología”. 

Bibliografía:

1-Historia de la Restauración. Quinta edición. Editora Taller, 1987.p6.Pedro M. Archambault.

2- Clío No.139-enero-diciembre 1982,pp23-49.Memorial de Juan Nieto Valcárcel.

3-Colección de Leyes 1900. pp123-133.

 4-La República Dominicana-Directorio y Guía General. p262.Tercera edición. Editora Búho, 2003. Enrique Deschamps.

5- El Oro en la historia dominicana.pp178-179.Editora Amigo del Hogar, 2016.Frank Moya Pons.

6-Historia General y Natural de las Indias, tercer capítulo. Gonzalo Fernández de Oviedo.

7-Oviedo –Las Casas. Crónica Escogidas. Editora Corripio, 1988.

8-JOB, cap.40.v.25 y siguientes. La Biblia, edición XXVI, Letra Grande, 1995.

 9- Libro de Acuerdos Capitulares del Arzobispado de Santo Domingo (1861-1865. Conferencia pronunciada por el SJ José Luis Sáez Ramo en la ADH el 9 de septiembre del 2015.

10-Ibidem.

11- Carta del General La Gándara al sacerdote Blas Díaz de Arcaya, julio de 1865.

12- Diccionario Geográfico-Histórico Dominicano.Editora Búho, lera. edición 2012.pp248,249. Informaciones de finales del siglo XIX y principios del XX. Temístocles Ravelo Abreu.

13-Síntesis Histórica del Municipio de Santiago Rodríguez.  2da. Edición.Impresora Dominicana, 1960.J. Agustín Concepción.

14- Historia de la Dominación y última guerra de España en Santo Domingo. Editora de Santo Domingo, 1974.p96. Capitán de infantería española Ramón González Tablas.

15- Historia de la Restauración. Editora Taller, 1987. Pedro María Archambault.

16- Hojas de Servicios del Ejército Dominicano.1844-1865.vI. Editora del Caribe.1968.ADH.p150. Emilio Rodríguez Demorizi.

17-Ibídem, p325.

18- Notas Autobiográficas del General Gregorio Luperón.  Edición de 1974 t1, p102. Editora de Santo Domingo.

19-Divulgaciones Históricas. Editora Taller, 1989, p203. César A. Herrera Cabral.

20-Prólogo para la edición de 1974 de las Notas Autobiográficas del General Gregorio Luperón. tomo1, p12. Editora de Santo Domingo. Rufino Martínez.

21-Apuntes del General Benito Monción Durán.

22-La Naturaleza Dominicana, t I, Editora Corripio, 2006.p111. Félix Servio Ducoudray.

23- Guaraguanó-Resumen histórico del municipio de Monción. Editora Centenario, 2003.Carlos Rafael Rodríguez.

24-Los Tres Viajes de Martí a Santo Domingo.p22.Publicaciones ONAP, 1995. Emilio Rodríguez Demorizi.

25-Reconocimiento geológico de la República Dominicana. Thomas Wayland Vaugham.

26- Estudios Micrológicos de la República Dominicana. Wily Long Weiter.

 

 

 

 

 

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