miércoles, 21 de septiembre de 2011

JUAN EMILIO BOSCH GAVIÑO

(Publicado el 20/6/1981, en el periódico El Cometa)

Hablar de don Juan Emilio Bosch Gaviño, en su faceta literaria, es una tarea apasionante; sobre todo si uno es dominicano y ha podido seguir la trayectoria de escritor de este hombre perseverante e incansable trabajador intelectual.

Juan Bosch se inscribe en la lista de los grandes escritores: su fama no se detiene en las fronteras de nuestro continente, ella tiene carácter universal.

De ahí que sea citado por autores tan distantes y que sus obras hayan sido traducidas a los más importantes idiomas. Con justiciera razón ha sido declarado como un maestro en el muy difícil arte de escribir cuentos, que no es lo mismo (como dijera él mismo), que vivir del cuento.

Pero Juan Bosch no sólo escribe cuentos. Su trayectoria intelectual le permite tocar una amplia gama de temas con una habilidad excepcional, por eso no es raro leer una obra de él de historia, o de sociología ora de política, de religión, ora de filosofía.

La Mañosa, La Muchacha de la Guaira, El Oro y La Paz, Cuento de Navidad, Cuentos Escritos en el Exilio, Apuntes sobre el Arte de Escribir Cuentos, David, Biografía de un Rey; Judas Iscariote el Calumniado, Hostos el Sembrador, de Cristóbal Colón a Fidel Castro, Composición Social Dominicana y muchos otros títulos son una muestra digna de fe para testimoniar la señoría de don Juan Bosch en el mundo de las letras.

Bosch es un escritor que no escatima esfuerzos desentrañando la realidad de un mundo plagado de injusticias, un mundo donde la mayor parte de los seres humanos sufren limitaciones que pudieran solucionarse si fuéramos menos egoístas y menos inhumanos.

El, en sus obras, realiza un enfoque tremendo de nuestra realidad. Describe con maestría singular los problemas de nuestro continente, muy especialmente el desenvolvimiento de la vida en los campos y aldeas.

En el cuento “En un Bohío”, Bosch hace una clara descripción del desamparo en que viven millones de seres humanos, situación que, como es lógico suponer, puede ser extendida al mundo entero.

“El bohío era una miseria. Ya estaba negro de tan viejo, y adentro se vivía entre la tierra y el hollín...Había mandado a la hembrita a Naranjal, allá abajo, a una hora del camino; la había mandado con media docena de huevos que pudo recoger en nidales del monte para que los cambiara por arroz y sal...”.

Bosch es un estilista, es un experto en la lengua, y tiene una poderosa imaginación, lo que permite producir obras de gran impacto socio cultural.

Para hablar del Cuento en América Latina hay que señalar un antes y un después de Bosch. Quien dude lo antes dicho sólo tiene que revisar las muchas antologías donde figura con grandes caracteres el nombre de él.

En los libros de Bosch , inclusive los puramente literarios, que como se sabe se prestan mucho a los inventos, hay muy poca fantasía. Son obras con un alto contenido realista. El que los lee está en presencia de dos realidades al fin.

Por ejemplo, en La Mañosa asistimos a un triste episodio ya superado en nuestra accidentada historia como conglomerado humano. En esa novela de Bosch nos narra la forma en que hacían las cosas en la época donde el irrespeto y la bravuconería estaban a sus anchas. Una etapa en la que el pueblo dominicano fue ensangrentado por la falta de una autoridad que sometiera bajo el imperio de la ley a aquellos que no querían comprender que los hechos inciviles atentan contra la seguridad ciudadana. Era la época de las montoneras, del famoso Concho Primo.

Con la novela “El Oro y la Paz” contemplamos la dualidad del género humano: Hay avaros y hay dadivosos, hay malos y hay buenos, hay ambiciosos hasta lo increíble, pero también hay gente que su objetivo es buscar la paz sin tomar en cuenta riquezas materiales.

Alexander Forbes buscaba la paz, y la encontró entre las flores y los árboles; Pedro Yasic buscaba riquezas y encontró mucha desdicha. He ahí la dicotomía de los hombres.

Juan Bosch, que es un sociólogo de vista muy aguda, ha hecho una incursión literaria bastante amplia en los predios de doña muerte.

El Río y su Enemigo, La Muchacha de la Guaira, La Nochebuena de Encarnación Mendoza, Maravilla, La muerte no se equivoca dos veces y otros, enfocan la muerte desde diversos ángulos.

Las grandes desigualdades sociales que hay en el mundo han sido expuestas por Bosch en sus cuentos.

En los Amos observamos a un don Pío sin piedad, un verdadero explotador de la miseria humana, cuyo único norte es el enriquecimiento sin tomar en cuenta nada ni a nadie.

Don Pío tenía un trabajador llamado Cristino al cual le sacó hasta el último juguito: “Le pagaba un peso semanal por el ordeño, que se hacía de madrugada, las atenciones de la casa y el cuidado de los terneros”.

El cuento Luis Pie, que ha sido llevado al cine, es una radiografía de la forma en que desenvuelven sus vidas, en los bateyes dominicanos, los picadores de caña haitianos.

La explotación, el robo y las vejaciones de toda índole se unen para formar un conjunto de fatalidades alrededor de los vecinos del oeste vienen en peregrinación económica en busca de algunos pesos.

Luis Pie es un haitiano víctima de una injusta acusación. Sufre todos los martirios que uno pueda imaginarse.

“-¡Hay que matarlo ahí mismo, y que se achicharre con la candela ese maldito haitiano!- se oyó vociferar.

“-Ah dominiquen bon, salva a mué, salva a mué para lleva manyé a mon pití”.

“Una mocha cayó de plano en su cabeza, y el acero resonó largamente”.

Ese cuento hace mucho que se escribió, es cierto; pero en los actuales momentos la situación de los obreros agrícolas haitianos que viven en el país no está muy distanciada de esa cruda realidad.

En realidad para comentar a Juan Emilio Bosch Gaviño se toma mucho tiempo y espacio y sobre todo gran calibre intelectual, y quien esto escribe no posee ninguna de esas cosas, por lo que debe comprenderse con benevolencia el por qué de la simpleza y la poca extensión de éste, que pretende ser un comentario.

TEOFILO LAPPOT ROBLES
Publicado el 20/6/1981,periòdico El Cometa

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