viernes, 2 de septiembre de 2011



Las Malvinas y el Derecho Internacional Americano



El Derecho Internacional Americano surgió como tal a principio del siglo 19. su nacimiento fue la fiel expresión de una serie de problemas, necesidades y circunstancias especiales que prevalecían en nuestro Continente en esa época difícil en que nuestros países comenzaban a independizarse.


El origen del DIA hay que buscarlo en los textos doctrinales de la España del siglo 16, especialmente en las obras y declaraciones del sabio y valiente sacerdote Francisco de Victoria, quien, con el arma de la verdad en posición de combate, se lanzó a la batalla en defensa del derecho a la soberanía de los pueblos de América, batiéndose contra juristas, teólogos, geógrafos y cortesanos de la peor ralea.

Francisco de Victoria se enfrentó a los conquistadores y combatió las tristemente célebres bulas pontificias ( que eran las autorizaciones que daban los Papas para unos privilegiados ocuparan territorios en América) y señaló con claridad meridiana que no era lógico ni posible sustentar las anacrónicas tesis del ¨Res nullius¨para ocupar los territorios americanos.

Pero el objetivo de estos párrafos no es hacer un recuento histórico del D.I.A, que sí existe y tiene imperio en el tiempo y en el espacio continental, a pesar de las distintas opiniones en contra, como la del profesor Cavaglieri del Instituto de Ciencias Sociales de Florencia, Italia, quien le niega vigencia jurídica.

Los objetivos esenciales del DIA son la defensa colectiva en caso de agresión a un país de América por una nación europea o de cualquier otro continente y el permanente ensanchamiento de la armonía entre los pueblos de América.

Esos objetivos han traído como consecuencia lógica el florecimiento de una gran cantidad de doctrinas coincidentes en los propósitos de unidad y autodefensa entre los diversos países que forman el Continente Americano. Entre esas doctrinas podemos citar las de los internacionalistas Irigoyen, Brum, Drago, Clavo y la del presidente estadounidense James Monroe; esta última ha sido muy vapuleada por los propios norteamericanos, que la han manejado sin ningún tipo de ética.

El principio de la soberanía territorial y de la no intervención es el leit motiv en las exposiciones internacionales de los países americanos. El apego a la defensa territorial es una constante que permanece inalterable en los principios del D.I.A., pese a los eclipses que se han presentado y que no vamos a mencionar ahora.

La República Dominicana se ha hecho sentir en varios cónclaves internacionales, emitiendo ideas claras y precisas acerca de la autodeterminación de los pueblos.

Según cita, en la página 332 de su obra Curso de Derecho Internacional Público Americano, el eminente internacionalista dominicano doctor Carlos Sánchez y Sánchez, nuestro país sostuvo en la Sexta Conferencia Internacional Americana, celebrada en La Habana, capital de Cuba, que la República Dominicana repudiaba las intervenciones ¨.....cuando implicaban un desconocimiento del principio de igualdad jurídica de los estados, un atentado a su soberanía y un agravio inferido al honor de los pueblos a quienes se impone¨.

Un agravio al honor del pueblo argentino fue, precisamente, lo que hizo Gran Bretaña durante 149 años con la ilegal ocupación de las islas Malvinas, Geogias del Sur y Sandwich del Sur.

La peligrosa y arrogante flota imperial inglesa que se acerca violenta y amenazante a territorio de América es una amenaza a todos nuestro países, con el agravante de que cuenta con el tácito apoyo de los Estados Unidos de Norteamérica.

El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) señala que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos.

Los pueblos de América, todos a una, deben unirse en defensa de Argentina, que dicho sea de paso ha sido el país que más doctrinas de derecho internacional ha prohijado, frente a la grosera agresión que pretende realizar Inglaterra. ( Será que vuelve a sus andanzas la llamada Pérfida Albión).

El articulo 51 de la Carta de las Naciones Unidas autoriza a los pueblos a defenderse individual o colectivamente ante la agresión. Los países de América deben colocarse al amparado de esa disposición legal de la ONU, y actuar en consecuencia.

Por unidad territorial, por fundamentos históricos y por factores económicos y políticos, las islas Malvinas son parte del territorio argentino.

Gran Bretaña usurpó una parte del territorio argentino y Argentina ahora lo ha recuperado. Argentina ha actuado en legítima defensa de su soberanía mancillada. Esa actitud hay que respetarla y, más que eso, defenderla con ardor.

El Derecho Internacional Americano debe imperar con todo su brillo en estos momentos difíciles para América. Se impone la solidaridad continental a favor de Argentina.

El colonialismo es una vergüenza para la humanidad, y como tal no puede pasar esta vez. El colonialismo es una pieza de museo, por cierto de muy mal gusto.


Los ingleses deben saber que ¨los tiempos no están para guasa ni los hornos para bollos¨, como dice el novelista español Camilo José Cela.

Teófilo Lappot Robles
Publicado en el periódico El Sol.24 de abril de 1982.

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