lunes, 5 de septiembre de 2011

PRESENTACIÓN DEL LIBRO FIDEL Y EL PAPA

La circunstancia de ser un improvisado presentador del interesante libro FIDEL Y EL PAPA me da la oportunidad de ser breve, tal y como aconsejaba el sabio y conciso escritor español Baltasar Gracián Morales.

Ello no impide, empero, que aproveche la ocasión para expresar que su autor, el inquieto y brillante periodista Livio Mariano Cedeño, siempre nos sorprende con proezas como ésta en su risueño y rutilante caminar por los meandros de las letras.

El ha sabido conjugar muy adecuadamente el tintero del periodista que debe llenar cuartillas con la rapidez que exige el inmediatismo de la prensa, con el sosegamiento y la profundidad con que se deben enfocar temas cuya dimensión los hace trascender más allá de las fronteras del día a día.

La misión, a veces quijotesca, pero siempre vivificante, que ha emprendido Cedeño del a Cruz nos muestra a un joven autor que en medio de las precariedades culturales de nuestro querido Higüey ya ha publicado cuatro libros y tiene en su caletre,como un fino orfebre de las letras que es, un quinto título para ofrendarlo a las letras nacionales.

Karol Wojtyla, nacido el 18 de mayo del año 1920 en el poblado de Wadowice, Cracovia, en Polonia, y Fidel Castro Ruz, nacido el día 13 de agosto de laño 1926 en la comunidad de Birán, en el oriente de Cuba, son dos seres fuera de serie, aunque estèn ideológicamente colocados en campos opuestos y aunque sus actividades sean diametralmente diferentes.

Ambos, en sus respectivos roles, han sabido concitar la atención de todos los seres humanos de esta aldea global, como definió al mundo el visionario Marchand Mcluhan.

Por eso cuando el Presidente cubano se entrevistó con el Papa, en la vetusta Basílica de San Pedro, en noviembre de laño 1996, comenzó una febril y excitante expectativa ante la entonces probable visita a Cuba del sucesor de San Pedro.

Y, en efecto, esa gira pastoral, desarrollada entre el 21 y 25 de enero retropóximo, ha sido una de las más históricas y trascendentales de los veinte años de papado de Juan Pablo Segundo.

No hay duda de ninguna especie de que se ha producido un acontecimiento histórico, algo que se sale de lo rutinario y anodino, cuando dejamos de escuchar opiniones tan ácidas y urticantes como aquella de que “la iglesia ese el opio de los pueblos” para en seguida oír de labios del Dr. Fidel Castro frases laudatorias realmente sentidas sobre la figura humana del Papa, tales como “es un hombre de rostro noble, afectuoso, que escucha con atención y del que se saca una buena y agradable impresión.”

La religión y la política han estado secularmente vinculadas. No puede ser de otra manera, porque ambas se mueven en un mismo escenario y la materia prima de su mutuo quehacer es el ser humano.

Las diferencias de enfoques sobre diversos tópicos de interés general suelen, no obstante lo anterior, crear valladares entre una actividad y otra, aunque la divisa del bien común se mantiene como un estandarte permanente en las bases filosóficas de las dos.

El comandante Fidel Castro simboliza en sí mismo una revolución que bajó de la sierra oriental de Cuba con los caireles del marxismo como santo y seña y el Papa Juan Pablo Segundo recoge en su gratísima humanidad toda la sapiencia de los dogmas y elevados postulados que encarna en su grado más excelso al Cristianismo.

El Santo Grial y la charratera se conjugan en los discursos históricos recopilados cuidadosamente por Livio Mariano Cedeño de la Cruz en este libro que perdurará por mucho tiempo, por su alto contenido de sublime didáctica.

Pero así como el gran escritor argentino Julio Cortázar definió al tristemente célebre Gulag de las estepas siberianas como “un accidente de ruta” del comunismo y el exquisito premio Nóbel de la literatura Gabriel García Márquez nos habla de las castraciones que a nombre de sus supuestas creencias religiosas, y a golpes de cimitarras a los contrarios, cometen los soberbios y feroces gurkhas nepalíes al servicio del otrora poderoso imperio británico; también nosotros podemos decir que la lectura de este libro nos permite comprender que las ideas y las palabras se van modelando y adquiriendo sus propios perfiles al socaire de la realidad en que ellas se producen.

Cuando el Papa Juan Pablo Segundo dijo, el 21 de enero pasado, al llegar a la tierra de Martí y Maceo, que “el Mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al mundo”, estaba lanzando una clamorosa clarinada cargada de sustancia política, pero, además, de esencia pastoral.

Con esa ya célebre frase el vicario de Cristo estaba en perfecta sintonía con lo que desde el Concilio Vaticano Segundo se ha denominado “el signo de los tiempos”, para mortificación de aquellos retardarios que quisieran que la humanidad se moviera al compás de sus muy particulares intereses.

La lectura de los discursos papales plasmado en esta obra nos permite expresar que Juan Pablo Segundo valora muy significativamente las ideas de teólogos tan agudos y perspicaces como Karl Rahner y Johanes Mets, quienes fueron iniciadores de una verdadera revolución del pensamiento religioso al ahondar en sus estudios referentes a que la misión de la Iglesia Católica no sólo es exegética, apologética y divina, sino que ella tiene también un compromiso marcadamente terrenal y compromisario con todo lo que es el ser humano como centro mismo de la Creación.

El Papa Juan Pablo Segundo ha demostrado con sus palabras y sus hechos, y eso se comprueba en la lectura del libro que hoy se pone en circulación en esta villa blasonada de Salvaleón de Higüey, que la Iglesia sí debe intervenir en lo que algunos de manera despectiva definen como “el fango del hombre”

De la lectura de este libro se pueden aprender muchas cosas, siendo una de ellas que el “aggiornamento” o modernización que emprendió el gran Papa Juan XXIII ha sido continuado por Karol Wojtyla. Ahora hemos podido comprobar que el Papa y Fidel son una especie de aliados frente al capitalismo salvaje que acogota con su afán mercurial a los seres humanos.

Ahora el mundo sabe que el Papa y Fidel coinciden en la lucha contra los puntos perniciosos del liberalismo y la globalización totalitaria.

El Papa y Fidel están en una misma trinchera, combatiendo las injusticias que brotan del Norte como una plaga de langostas que convierte al hombre en un simple guarismo de las estadísticas.

Decir eso no es hacer interpretaciones tangenciales del pensamiento de esos dos colosos de la humanidad. Ello se comprueba con una simple lectura lineal de este libro, que es ciertamente una auténtica antología del pensamiento de esas figuras emblemáticas del siglo que finaliza.

Para justificar la creación de este libro basta con señalar que los frutos de la visita Papal a Cuba comenzaron a recogerse desde antes que esta se produjera.

En el caso nuestro, gracias fundamentalmente al pedido de Juan Pablo Segundo, las relaciones diplomáticas con ese hermano país ya son una realidad, después de un prologado eclipse de casi cuarenta años, por lo que es oportuna la ocasión para decir que la poetisa puertorriqueña Lola Rodríguez de Tiò también pudo escribir su famoso poema así: “Cuba y República Dominicana son, de un pájaro las dos alas, reciben flores y balas, en un mismo corazón”.

Teófilo Lappot Robles
Higüey, República Dominicana, 26 de julio de 1998.

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