jueves, 1 de septiembre de 2011

PRESENTACION DEL LIBRO NEYBA TIERRA DE HISTORIA Y POESIA

Este es un día muy especial para todos los que conocemos las prendas que definen al DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS como un hombre sabio, humilde y bondadoso, pues la obra de su autoría que estamos poniendo en circulación no es un libro cualquiera: Es el meditado, concienzudo y profundo resumen de la historia de su patria chica, la querida e histórica Neyba, la tierra de las uvas y el café.

El renombrado novelista e intelectual peruano Mario Vargas Llosa, en la introducción que hace a la edición del Cuarto Centenario de Don Quijote de la Mancha, refiriéndose a la Patria, dice lo siguiente: “La “Patria”, ese espacio concreto y humano, que la memoria puede abarcar, un paisaje, unas gentes, unos usos y costumbres que el hombre y la mujer conservan en sus recuerdos como un patrimonio personal y que son sus mejores credenciales.”

Es oportuno destacar, ante el comentario anterior, que el DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS, dotado con la sapiencia del jurista consumado que es, y con la singularidad de ser un fino poeta, lleva su condición de neybero como una de sus mejores credenciales, y lo hace con la alegría del peregrino convencido de la bondad de su misión.

Este libro es la más genuina prueba de lo anterior. Dicho está, que la realidad es el crisol de la verdad, y hoy podemos ver y palpar el derroche de amor que el autor expresa, sin ambages ni mezquindades, sobre la gente, la naturaleza y las costumbres de su amada Neyba.
El autor abarca todo lo que significa Neyba, en una ingente labor que será bien ponderada por las presentes y futuras generaciones tanto de neiberos como del pueblo dominicano en general.

En este libro nos encontramos con temas tan variados como las famosas caritas que custodian el lado norte del Lago Enriquillo, cuya pictografía es un filón de historia precolombina, que explica, desde el ángulo arqueológico, muchas cosas del pasado de esta tierra en que habitamos. Mirando las caritas, y aprendiendo de las manifestaciones artísticas de los tainos, dominantes en el Cacicazgo de Jaragua, al cual pertenecía Neyba, no tenemos que ser paleontólogos ni geólogos para hacer las debidas comparaciones con la vida actual.

Pero a través de esta obra también podemos conocer la ecología vegetal de Neyba y comarcas vecinas, lo cual nos permite tener nociones generales de cómo eran sus bosques y las peculiaridades de su agricultura.

NEYBA TIERRA DE HISTORIA Y POESIA es una obra para leerse y releerse; para subrayar muchas frases contenidas en ella, para recrear hechos que han marcado la historia dominicana, para comprender el germen que dio origen a lo que ha sido el pueblo dominicano, para entender nuestra particular idiosincrasia, en fin para calibrar nuestro pasado, asimilar nuestro presente y formarnos un mosaico de ideas de lo que posiblemente seamos en el futuro.
Los lectores de este libro conocerán en detalle que las estribaciones montañosas de Neyba, en el pasado provistas de bosques tupidos de árboles gigantescos, fueron el escenario ideal para las primeras rebeliones de los esclavos negros, antecesores del famoso Lemba y del no menos célebre Diego de Ocampo, en tiempos tan lejanos como el año 1503.
Esta obra tiene la virtud, además, de refrescarnos la memoria cuando, en diapasón con la verdad, nos recuerda que en ese recodo del país también se libraron las célebres batallas de uno de los hijos predilectos de Neyba, el cacique Enriquillo o Guarocuya, cuya valentía fue resaltada por casi todos los historiadores de la época colonial, y cuyo gesto, después de más de catorce años de lucha sin tregua, obligó a los reyes españoles a enviar a Francisco de Barrionuevo para promover con él, de tú a tú, la paz; la cual se logró, con pompa y solemnidad, en la isla Cabritos, situada dentro del Lago Enriquillo. Esos y otros hechos históricos son detalladamente narrados con apego a la verdad por el DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS.
Con relación al hecho histórico citado, es decir, la paz afirmada en la isla Cabritos, entre el valiente cacique Herniquillo y el señor Barrionuevo, debo decir que el reconocido recopilador de informaciones históricas Bernardo Vega publicó el pasado sábado 17 de los corrientes, en el periódico Hoy, un desafortunado ensayo en el cual pretende negar ese hecho trascendental en ese lugar.
Es evidente que con ello se busca, vayan ustedes a saber por qué, quitarle el valor de referencia histórica que tiene esa isla lacustre.
Por un afán de protagonismo, o por pretensiones de ser el polo opuesto de los demás, (para las consabidas citadas de los historiadores del futuro) nadie puede echar por tierra las sabias opiniones de investigadores de la talla de Fray Bartolomé de Las Casas, aquel clérigo que como dice el historiador mexicano Fernando Benítez fue colono, predicador, evangelizador, teórico, polemista, historiador, geógrafo, antropólogo, filósofo y doctrinario, y que fue justicieramente llamado por el escritor mexicano Agustín Yánez como “Padre y Doctor de la Americanizad”; que llegó aquí como conquistador y terminó conquistado, tal y como se comprueba en su Historia de Las Indias y de la Apologética Historia Sumaria; de Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, el cual con su obra “Historia General y Natural de Las Indias” (flecos aparte, como es lógico) hizo aportes de gran valía para entender nuestro pasado más remoto, pues en ella narra los hechos más importantes ocurridos entre los años 1492 y 1548;ambos con estilos y razones diferentes, muchas veces con abierto antagonismo. Coincidían, sin embargo, en insuflarle una alta dosis de objetividad al resultado de sus investigaciones, lo cual ha permitido que el intelectual dominicano Jorge Tena Reyes los haya calificado correctamente como “las dos figuras más descollantes de la historiografía indiana”.
Pero tampoco se pueden anular, por motivos subalternos, los juicios que sobre el tema de la Paz de Herniquillo y Barrio Nuevo emitieron figuras como Antonio Sánchez Valverde, autor del enjundioso ensayo histórico “Examen de los Sermones del Padre Eliseo”; de Manuel Arturo Peña Batlle, cumbre del saber dominicano, no sólo por su obra fundamental “La Isla de la Tortuga”, sino también por “La Rebelión del Bahoruco” y del escudriñador francés Moreau de Saint Ferry, todos los cuales, con verdaderas coordenadas lógicas en sus comentarios, de una manera u otra sitúan aquel episodio de resonancia continental en la referida isla Cabritos.
Los antropólogos sostienen que en la formación de un pueblo intervienen muchos factores, siendo el más destacado el grupo humano que lo integra, pero sin desdeñar otros no menos importantes.

El DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS, un civilista de primera línea y por cuyas venas corre sangre patriótica, ha tenido la virtud de reflexionar hondamente sobre lo anterior y eso ha dado como resultado que esta formidable obra, además de los aspectos históricos, literarios y de exaltación de los valores humanos, también anide en sus páginas un amplio estudio sobre la orografía de NEYBA y sus zonas aledañas, con excelente exposición de sus riscos, peñas, mogotes y montañas, así como sobre la formación de sus monumentos naturales, tales como el balneario LAS MARIAS, donde miles de personas, en todas las épocas, han podido disipar el fuerte calor sureño, o el Lago Enriquillo, el más grande de la cuenca del Caribe, con un nivel de salinidad mayor que el agua marina y custodio de muchos de los más emblemáticos elementos de nuestra fauna y flora y criadero de incontables tesoros piscícolas, tal y como confirman estudios ordenados por organismos internacionales como la FAO y la Unesco.

El autor, que ha ocupado importantes puestos judiciales y administrativos a nivel nacional sin vender su conciencia de hombre probo ni mellar su elevada honorabilidad, también ha tenido el cuidado de describir las cálidas tierras llanas que tiene su patria chica y hacer saudades con sus ríos Majagual, Don Panzo, El Manguito y Don Juan.

Describe la imponencia de sus valles intramontanos con la pasión de un enamorado, pero con la objetividad de un comentarista veraz, llevando al lector a pensar que Neyba es una especie de sucursal del paraíso; lo cual nos pone en perspectiva de conocer como era en un pasado no tan remoto el ambiente bucólico que allí existía.

Pero que nadie crea que el DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS está imbuido de un chovinismo trasnochado y que por eso traspasa los límites de la verdad al describir, como lo hace, las bellezas de su tierra. El simplemente ha hecho uso de la verdad y como tal expresa lo que nadie puede ocultar, pues a pesar de la aridez, del abandono y de la miseria secular que azota a nuestro sur profundo, centrándonos en el caso de Neyba, allí se presentan los más sorprendentes contrastes de la naturaleza. JOSE LACAY POLANCO, que como excelente cuentista no ha sido ponderado como se merece, nos enseña muchas de esas contradicciones que vemos por los caminos de nuestro occidente, en su libro Punto Sur.

El menos observador puede comprobar, al posar la vista por allí, que en medio de la aspereza de una sabana surge la majestuosidad de una flor. Al pie de un montículo arenoso brota la vida en forma de cactus. Para no hablar de esa maravilla que es disfrutar de los flamencos, garzas y cocodrilos que forman parte de la fauna del entorno neibero.

Un pujante grupo empresarial del país acaba editar en seis grandes tomos, con el título de LA NATURALEZA DOMINICANA, los trabajos del para mí el mejor cronista de la naturaleza dominicana, el patriota FELIX SERVIO DUCOUDRAY, en los cuales se canta, con belleza y con rigor científico, lo que somos como país.
En la página 83 del tomo seis de dicha colección se lee lo siguiente: “ El Suroeste es su recinto magno. En ninguna otra parte del país tienen más bellas sus flores las adelfas.Y eso se echa de ver cuando uno viaja por la carretera de Neiba. En todos los pueblos del camino, en el pequeño jardín de cada casa, la adelfa erige su reino de corolas y ella es la reina del jardín. Nunca se vio su flor más encendida. Como un farol de fuego o brasa ya a punto de relumbre.”
Mediante la lectura de la obra que hoy tenemos el honor de poner a disposición del público podemos idealizar o recrear la manera en que daban expansión al espíritu aquellos privilegiados que aún dentro de sus precariedades cotidianas podían, llenos de emoción, disfrutar la sombra bienhechora de un frondoso samán, o una amapola florecida, que en su copa estaba coronada con el trinar de bandadas de pájaros alegres y también deleitarse con el runrún de las aguas cristalinas de esos ríos de antaño, que ahora, con sus lechos pedregosos, se han convertido en puros andurriales. Las inclemencias del tiempo, pero especialmente la mano depredadora de algunos inconscientes y de muchos desalmados, han cambiado el paisaje de manera irremediable.

Este libro es una especie de manantial en el cual las presentes y futuras generaciones podrán abrevar los conocimientos que permiten tener una idea acabada de las vicisitudes que hemos tenido que vencer para poder mantener el gentilicio dominicano.

El DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS demuestra, al pensar y escribir esta obra, que Neyba es un pueblo que tiene su puesto bien ganado en nuestra accidentada historia, pues sus hijos siempre han sabido defender el principio sacrosanto de la dominicanidad, y hablo de dominicanidad para no remontarme, como ya he dicho, a los tiempos funestos de la Colonia en que cientos de negros y cientos de indios hicieron de esa pródiga tierra un teatro de guerra singular.

Este libro es en sí mismo un merecido homenaje a esos hombres y mujeres neyberos que en el palenque de los avatares nacionales nunca han negado su concurso para proclamar un siempre viva a la Patria.
Los manuales de historia recogen las hazañas de los neyberos peleando a campo traviesa en luchas encarnizadas contra el enemigo invasor.

Mientras muchos timoratos, vacilantes, vende patria e indecisos se postraban, (en todas las etapas de nuestra historia) ante las fuerzas extranjeras de todos los pelajes, los neyberos, cual columna dórica del honor nacional, se batían a sangre y fuego para mantener el espíritu indómito del pueblo dominicano.

Los ejemplos de bizarría de los neyberos brotan a borbotones, y resaltarlos es una de las razones que, cual llama votiva, siempre ha estado presente en el pensamiento del DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS.
Me vienen a la memoria tres hechos que sirven para darle fundamento a lo anterior. Refiriéndose a los combates entre haitianos y dominicanos, el historiador haitiano JEAN PRICE-MARS, el mismo que nos tilda de ser bovaristas, recordando a la madame Bovary de Gustave Flaubert, dice en la página 342 del primer tomo de su obra LA REPUBLICA DE HAITI Y LA REPUBLICA DOMINICANA, que : “El primer encuentro tuvo lugar en la Fuente del Rodeo, donde la vanguardia haitiana, bajo las órdenes del coronel Auguste Brouard, chocó con los dominicanos antes que consiguiera ocupar Neyba...”
El segundo ejemplo nos lo brinda el gran intelectual, pundonoroso militar en retiro e historiador de altos calibres, JOSE MIGUEL SOTO JIMENEZ, quien en la página 207 de su obra LOS MOTIVOS DEL MACHETE dice lo siguiente: “ El coronel Lorenzo de Sena, jefe del Regimiento de Neiba, antes de la batalla de Cambronal el 22 de diciembre del 1855, intercepta los refuerzos que vienen de Azua y le solicita al general Francisco Sosa, bajo el pretexto de que ellos sólos bastan para defender su pueblo, que retrase los mismos: “Aguárdese aquí con los refuerzos que manda el presidente, pues queremos que la primera tajada sea de los Neiberos.”
El tercer ejemplo lo extraigo de DON SOCRATES NOLASCO, príncipe de las letras sureñas, quien en una crónica sobre el sanguinario general español VALERIANO WEYLER (conocido en la intra historia con el sobre nombre de “el enano trágico”) describe que con motivo de un combate naval frente a las costas de Barahona, “el General Angel Félix llegó del poblado de Neyba (distante 66 kilómetros) corriendo en su famoso caballo “Prieto”.
Ese azuano legendario, neibero por propia voluntad, utilizando su coraje y la astucia obtenida en la manigua sureña, sin siquiera tener disponible una petaca, como antes se les decía a lo que ahora conocemos como yolas, logró derrotar a los españoles que con una flota numerosa de buques y bergantines, dotados de poderosos cañones marineros, parecían dominar la situación.
En síntesis, este libro es un homenaje a los héroes que se batieron desde Neyba contra los extranjeros que en diferentes épocas han mancillado la Patria. Con él también se reconocen los méritos de los que desde aquel apartado rincón de la Patria se enfrentaron con coraje y sacrificio a los espadones criollos que han manchado en múltiples ocasiones la dignidad nacional.
En sus páginas se les rinde merecido culto a hombres y mujeres que habiendo tenido el honor de nacer allí han contribuido con sus saberes, con su dedicación al trabajo tesonero y con su conducta, al engrandecimiento del pueblo dominicano.
Con las hermosas descripciones que hace de su historia, de su naturaleza y de sus gentes, el DR. ARIEL ACOSTA CUEVAS se consagra definitivamente como una voz que perdurará por siempre en la historia de su querida NEYBA.
Teófilo Lappot Robles
(Salón Pedro Mir, Cuesta Centro del Libro.21 de febrero-2007).

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